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Talento a la fuga

La industria turística chilena crece con acento español

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Marchó a Chile hace apenas un año buscando encontrar al otro lado del Atlántico el reto profesional que una España abatida por la prima de riesgo y las cifras del paro no podía ofrecerle. Jaime Asensio, un barcelonés de 27 años diplomado en turismo, se decidió a desarrollar su carrera profesional en una importante empresa de ocio y viajes donde ya trabajaba su jefe, también de la ciudad condal. Alejandro Pascual, un español que lleva ya tres años afincado en Santiago, ciudad en la que se estableció con motivo de su matrimonio con una ciudadana chilena, confió en Jaime para que se embarcara con él en un proyecto turístico que desde el primer momento también supuso para él un desafío interesante

Los dos tenían trabajo en España cuando decidieron marcharse. Jaime trabajaba en una empresa de eventos con sede extranjera que organizaba los catering de la Fórmula 1. Un empleo que le permitió visitar durante siete años numerosos países del mundo y que le proporcionó una amplia experiencia, pero que sin embargo, acabó agotándolo. Sabe que de regresar a España, probablemente encontraría trabajo, pero cree que se toparía con la precariedad y la “temporalidad” a la que está sujeta el sector. “Llegan los meses de verano y baja el paro. Entonces dicen que sí, que todo va muy bien, pero en realidad son trabajos temporales, muy precarios y de los cuales tampoco se aprende mucho”, reconoce. Una aseveración que concuerda con los datos que se desprenden del Índice de Actividad Turística que elabora cada año la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y que cifró en un 33,6% la tasa de temporalidad del sector en el año 2013, al tiempo que revelaba el aumento de un 30% de la contratación a tiempo parcial desde el año 2009.

Alejandro Pascual lleva ya tres años afincado en Santiago, ciudad en la que se estableció con motivo de su matrimonio con una ciudadana chilena.

Por su parte, Alejandro era director de contratación de grupos turísticos en España en una gran empresa donde reconoce, nunca vio peligrar su puesto. Desde hace tres años, ocupa el cargo de 'product manager' en Santiago, un cargo directivo que le permite participar en los procesos de selección de personal sin que su origen español suponga una preferencia a la hora de realizar el reclutamiento: “Si vas a buscar a alguien al extranjero, tiene que tener una expectativa más alta, tiene que aportar un valor añadido que no te aporte una persona que puedas contratar aquí, porque al final aquí existen dificultades a la hora de trámites y visados que complican la contratación”.

Engorrosos trámites burocráticos

Alejandro se refiere así al laberinto burocrático al que se enfrentan los numerosos españoles que viajan a Chile e intentan regularizar su situación. “El trámite para obtener la visa todavía es difícil, y por otro lado, las empresas no tienen conocimientos sobre qué gestiones tienen que hacer para contratar a un extranjero. Al final es quien viene el que tiene que buscarse la vida”. Jaime conoce muy bien esa situación. Después de un año, todavía se enfrenta a los engorrosos trámites que se le exigen para formalizar su situación. “El tema burocrático es muy laborioso y acaba siendo agotador”, señala. Con todo, y según indican los dos, Chile parece estar ahora realizando reformas para agilizar la gestión. “Ahora lo están cambiando un poco. Yo creo que se han dado cuenta de las dificultades que se generaban con la cantidad de extranjeros que han venido”, explica.

“Un español compite con un chileno de igual a igual”

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A esta dificultad, Alejandro suma la de la alta competitividad laboral chilena. “El español que viene aquí a buscarse la vida, con una buena titulación y experiencia profesional, tendrá que competir con chilenos que tienen la misma experiencia y la misma titulación”, y destierra así la extendida idea de que la procedencia española supone un plus en la valoración del empleado. “Quien se presenta a candidaturas que exigen titulación académica, compite de igual a igual”, concluye.

A pesar de las dificultades, en los últimos años el acento español suena cada vez con más fuerza en las calles de Santiago. La crisis económica ha arrastrado a cientos de ellos al otro lado del Atlántico en busca de la estabilidad que España dejó de ofrecerles. Alejandro dice haber presenciado una “evolución brutal” en este sentido. “Hace tres años las gente se sorprendía cuando veía a un español. Ahora te das un paseo por el centro y los escuchas constantemente. Se nota que hay muchos”, explica. También ha notado una importante proliferación de negocios de restauración españoles. Una creciente fuga que, según indica, ha variado el perfil del inmigrante: “El español que venía antes tenía un perfil profesional alto, y ahora hay gente joven que viene a buscarse la vida para trabajar en puestos que exigen menor categoría profesional”.

Pese a las proclamas oficiales, la industria turística española no consigue librarse de una precariedad que también se refleja en el progresivo abaratamiento de su oferta. Mientras tanto, españoles como Alejandro y Jaime ponen toda su experiencia y valía profesional al servicio de la industria turística de un país emergente que, como tantos otros acabará entrando en competencia con España. Esperanzados por las oportunidades que han encontrado al otro lado del Atlántico, de momento han decidido apostar por un futuro en Chile.

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