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Turquía

Gülen, el enemigo útil de Erdoğan

Fethullah Gulen.

La obsesión antigulenista de las tropas de Erdogan tomó un nuevo rumbo el viernes 15: el opositor Fethullah Gülen estará también en lo sucesivo en el punto de mira del presidente Erdoğan, acusado de encontrarse detrás de la intentona golpista. En cambio, Fethullah Gülen, que vive exiliado en Estados Unidos, niega cualquier participación en lo que considera incluso “una traición a la nación turca”.

Por el contrario, el pasado martes 19, el primer ministro turco afirmó que su Gobierno había remitido diferentes informes a Estados Unidos para reclamar la extradición del predicador. “Hemos enviado cuatro informes a Estados Unidos para [pedir] la extradición del terrorista jefe”, declaró Binali Yildirim en el Parlamento tuco, para añadir: “Les presentaremos más pruebas de las que solicitan”. “Siempre he estado en contra de la intervención militar en política interior”, apuntó.

En la práctica, el movimiento Gülen es la única fuerza político-económica que todavía puede, pese a todas las persecuciones que sufre desde hace tres años, amenazar la hegemonía de Erdoğan en Turquía. Por ese motivo, el presidente turco lo ha convertido en su objetivo. Pero la separación del partido AKP/movimiento gulenista no fue sencilla de materializarse.

El movimiento Gülen, como principal apoyo de Erdogan desde su llegada al poder en 2002, hasta el punto de que muchos analistas estiman que no habría podido llegar a la cúspide del Estado sin él, tiene varios millones de simpatizantes en todo el mundo. De su funcionamiento interno, no se sabe mucho. A lo suma, que actúa a través de células conocidas como “casas de luz” (Isik evi). Su fundador, un imán de 75 años que vive en el exilio en Estados Unidos desde 1999, ha logrado su ascenso al margen de cualquier fuerza política antes de la llegada del AKP al poder.

Hijo de imán, alumno de una escuela coránica de Erzurum, pequeña ciudad situada al noroeste de Turquía, Gülen fundó a finales de 1970 una corriente religiosa en el seno del movimiento llamado Nurcu y predicó un islam abierto al diálogo interreligioso. En 1998, llegó incluso a entrevistarse con el papa Juan Pablo II, lo que en 2014 fue objeto de burla por parte de algunos militantes del AKP durante las manifestaciones antigulenistas.

Antes de que Erdoğan emergiese, Gülen se mantenía lejos de la política, centrado en conseguir más apoyo por parte de la sociedad civil, gracias a los medios de comunicación o al sector educativo. Tiene más de un millar de escuelas en todo el mundo, en donse se estudian todas las materias consideradas “profanas”, empezando por las ciencias. Poco tiene de radical, ni tampoco sus militantes. Pese a todo, dos años después del golpe de Estado de 1997, no consiguió escapar a la caza de brujas que alcanzó a las fuerzas musulmanas conservadoras. Cuando en junio de 1999 se marchó a Estados Unidos para recibir atención médica, no volvió a regresar a Turquía, donde fue condenado primero por complot contra el Estado, para ser absuelto después. Desde Estados Unidos dirige negocios florecientes.

Gülen es un ferviente partidario de la economía de mercado, que le ha permitido enriquecerse y controlar cierto número de medios de comunicación; el movimiento controlaba hasta 2013 varias cadenas de televisión turcas, así como el principal diario, Zaman, hasta pasar a manos del Gobierno turco por decisión judicial en la primavera de 2016. El movimiento de Fethullah Gülen también estaba, hasta 2014, muy presente en el seno de la policía y del aparato judicial turco.

Paradoja de la retórica de las tropas de Erdogan: mientras que acusan a Gülen de haber pactado con los golpistas, el apoyo de las redes guelenistas hizo posible en 2007 la voluntad del AKP de separar al Ejército de la política. Fue ese año cuando la Justicia turca lanzó un verdadero ataque relámpago contra el Ejército. Se multiplicaron entonces los grandes procesos judiciales contra los militares. “Estos llevarán a prisión a cientos de supuestos conspirados, con la ayuda de jueces y de policías que obedecían las órdenes del predicador Fethullah Gülene, aliado de Recep Tayyip Erdoğan, cuyos fieles se infiltraron pacientemente en los engranajes del Estado”, resumen Nicolas Cheviron y Jean-François Pérouse en su obra de referencia, Erdogan-Nouveau Père de la Turquie ? [Erdoğan, ¿nuevo padre de Turquía?]. Ahora, gracias a Güllen nos hallamos en un momento decisivo del Gobierno de Erdoğan, que ha conseguido purgar, una a una, a todas las instituciones hostiles al Estado, salvo el Tribunal Constitucional.

La relación entre Erdoğan y Gülen se forjó probablemente en 1995, cuando el actual presidente aún sólo era el alcalde de Estambul. Ese año, se dejan ver juntos en la boda de la estrella del fútbol Hakan Sukur. Su relación fue a menos a partir de entonces, Gülen se acercó al AKP en 2002, en la que fue primera victoria del partido en las elecciones legislativas, y después en todos los triunfos electorales hasta 2014.

Así que, para Erdoğan, la ayuda de Gülen fue fundamental, también en su última reelección en 2011. Sin embargo, su primer desencuentro data del año anterior, después de que el ejército israelí apresara el barco Mavi Marmara, en la costa de Gaza, que se saldó con el asesinato de nueve militantes turcos a bordo.

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A comienzos del mes de junio de 2010, cuando la tensión entre Ankara y Tel-Aviv alcanza su punto álgido, Gülen toma partido por los israelíes en una entrevista concedida aThe Wall Street JournalEn ese momento, Güllen percibe la voluntad de su aliado por situarse al frente de un régimen presidencial, multiplicando las señales de oposición a dicha ambición. A Gülen tampoco le gusta entonces la orientación de la política turca (hacia Oriente Medio) ni la alianza con los Hermanos Musulmanes, con ocasión de la primavera árabe. La política turca de clemencia para con los componentes radicales de la oposición siria exaspera al Departamento de Estado americano… y, por tanto, a la Hermandad Gülen, que quiere que se mantenga la alianza entre Turquía y Estados Unidos.

Poco a poco, el pacto Gülen-Erdoğan se diluye. En marzo de 2011, en una carambola propio del panorama político turco pone al descubierto este enfrentamiento naciente entre los dos hombres: dos periodistas que preparaban un libro sobre el movimiento Gülen son detenidos e interrogados por la Justicia. Como forma de represalia, el fiscal encargado del emblemático caso Ergenekon y proGülen, Zekeriya Öz, es apartado del caso. Tablas. Vuelta a empezar.

Durante dos años, la tensión se acrecienta: la Hermandad vive como una verdadera traición por parte del primer ministro el proyecto del Gobierno turco –que terminará por hacerse realidad– de suprimir los dershane, centros privados para la preparación del acceso a los concursos público de entrada a las universidades turcas, de los que el movimiento Güllen saca pingües beneficios. Por su parte, los medios de comunicación gulenistas filtran grabaciones en los que se cuestiona al Gobierno, sobre todo en los relativo a la cuestión kurda. En el verano de 2013, algunos toman partido por el movimiento Gezi, que reclama la dimisión del Gobierno de Erdoğan.

Después llegaría el cataclismo: el 17 de diciembre de 2013, la importante redada anticorrupción, dirigida por el fiscal de Estambul, Zekeriya Öz (próximo a la Hermandad Gülen y separado del proceso Ergenekon), conmociona profundamente al AKP. 56 personas fueron detenidas, entre ellas los hijos de tres ministros próximos a Erdoğan, funcionarios de primer orden y hombres de negocios vinculados con el sector de la construcción y de la promoción inmobiliaria. Se acusó a 23 personas (hombres de negocios, altos cargos del AKP), que ingresaron en prisión preventiva. Estas investigaciones estaban relacionadas con las ventas ilegales de oro de Turquía a Irán, bajo embargo internacional, así como con las malversaciones cometidas en concursos públicos inmobiliarios. El 25 de diciembre, varios ministros presentaba su dimisión, lo que obligó a Erdoğan a proceder a abordar una reorganización ministerial.

Sin embargo, la ofensiva no termina ahí, el 24 de febrero de 2014, salía a la luz la grabación de una conversación supuestamente, entre Erdoğan y su hijo Bilal, ocasionando un gran revuelo. En esta llamada, supuestamente realizada el 17 de diciembre de 2013, el primer ministro pedía a su hijo que hiciese desaparecer varios millones de euros y dólares entre sus amigos. El primer ministro denunció que se trataba de “un montaje inmoral y totalmente falso”. Pese a todo, todo el Estado turco se tambalea.

Tocado por las investigaciones anticorrupción, conocidas como del 17 al 25 de diciembre, en parte llevadas a cabo por magistrados e investigadores gulenistas, Erdogan golpe fuerte, muy fuerte, después de estar a punto de caer: la Hermandad pasaba ser considerada una organización terrorista.

“El divorcio era previsible porque siempre ha habido episodios de tensión”, explica el investigador Bayram Balci. “En 2010, coincidiendo con la flotilla enviada a Gaza, la Hermandad estaba en completa oposición a Erdoğan. A continuación se sucedieron las divergencias: sobre la cuestión kurda, sobre Israel, Siria… A fin de cuentas, el divorcio entre Gülen y Erdoğan es de algún modo fruto de las divergencias entre Ankara y Washington. Estados Unidos se muestra descontento con la política turca con relación a Israel y nunca ha confiado en Erdogan en la cuestión iraní. En lo que a Siria respecta, el estancamiento llevó a Turquía a entablar negociaciones con miembros radicales de la resistencia, lo que tampoco ha gustado a la Administración norteamericana. Si a eso se añade la represión durante Gezi Park [el movimiento de protesta de parte de la sociedad civil, nacido durante el verano de 2013 y duramente reprimido por Erdoğan, al calificar a los integrante sde granujas], contra la que la Hermandad Gülle ha protestado con dureza, todo eso hace que existan muchos aspectos desfavorables. Estados Unidos se ha visto obligado a tomar distancias. Y Gülen, que vive y quiere permanecer en Estados Unidos, ha tenido que hacer lo mismo”.

Los guelenistas, persiguidos, ahora se ocultan o buscan refugio en el extranjero. La pequeña burguesía del AKP –que muy a menudo asistía a las concentraciones gulenistas y del AKP, trabajaba en una empresa de Gülen, votaba al AKP, aclamaba a Gülen y a Erdoğan en las manifestaciones, se ve en la obligación de tomar partido por un bando. “El presidente de Tucson, asociación comercial próxima a Gülen, confesó haber recibido llamadas de personas cercanas a Erdoğan para pedirle que fuese prudente”, explica Dilek Yankaya, investigadora y autora de la obra La nouvelle bourgeoisie islamique – le modèle turc [La nueva burguesía islámica - el modelo turco]. Todo el mundo duda al elegir un bando u otro porque se encuentran implicados en las mismas redes clientelares. Están atrapados y no prevén poner fin a las relaciones comerciales que mantienen con un líder más próximo al otro bando, gulenista o AKP. Y después se encuentra este sistema de escucha, cuya amenaza es tan amplia que abarca a todo el mundo. En lo que respecta a romper con el sistema Gülen/AKP para oponerse frontalmente y votar contra el partido en las elecciones, todavía no estamos en ese punto”. La incertidumbre estaba servida.

Pero, las sucesivas victorias del partido AKP han despejado las dudas. La pequeña burguesía ha abandonado a Gülen y se ha decantado por el AKP. Y Erdoğan ahora echa mano de la retórica del “complot gülenista" para justificar todos los males del país.

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Traducción: Mariola Moreno

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