Badiou y la crispación política

En los últimos tiempos asistimos a una radicalización de la lógica de la confrontación, la polarización o la crispación. Como ha señalado Alba Rico, esta lógica, que él ilustra con el mecanismo biológico de la cismogénesis, se ha trasladado desde las redes sociales y los medios hasta el Parlamento: hasta ahora, ha sido la táctica de Ayuso y ha sido la táctica de Vox. Alba Rico advierte a Podemos contra su tentación de convertirse en el otro interlocutor de esta polarización simétrica. En todo caso, como es evidente a la vista de los lamentables insultos que sufrió Irene Montero a propósito de la ley del sí es sí, el tono general está subiendo.

En su libro sobre Donald Trump, el filósofo francés Alain Badiou elabora algunas distinciones que pueden ser útiles para comprender nuestra coyuntura. La totalidad política contemporánea, cuyo fondo único reposa en la existencia incuestionada del capitalismo global, alberga a su entender una relación muy compleja entre dos contradicciones. Por un lado, la contracción fundamental, pero latente, entre la superación igualitaria, horizontal del capitalismo —históricamente llamada comunismo— y la reestructuración jerárquica, vertical del capitalismo —históricamente llamada fascismo—. Ambas alternativas marcan el límite exterior de la política parlamentaria. Por otro lado, la contradicción débil, patente y reconocida dentro del Estado, entre izquierda y derecha, que parte de la asunción tácita de que las contradicciones pueden representarse en una lógica institucional unitaria y que la estructura mundial de la sociedad no puede cambiar.

Ahora bien, la emergencia de figuras como Trump y sus afines ha desestabilizado este tablero. Operan en el marco del aparato democrático, sus elecciones, instituciones, etc., pero lo hacen interpretando otro papel, otra música. Exhiben ideas racistas, machistas, desprecian la legalidad, las instituciones y el consenso, incitan a la violencia, dislocan el lenguaje, y con ello se sitúan justo en la bisagra de la totalidad política, a la vez dentro de sus lógicas y tensándolas hacia afuera. Frente a esto, nuevas formas de izquierda tratan de responder abiertamente al capitalismo neoliberal. Hemos pasado de dos alternativas históricas a una sola —el capitalismo global—, y de dos grandes opciones, izquierda y derecha, a cuatro.

Badiou considera que actualmente “el sistema capitalo-parlamentario” se enfrenta a tres posibilidades históricas: o bien la posibilidad normal, en la que izquierda y derecha permanecen en el espacio de consenso capitalista, en una unidad estatal pacífica y normalizada. O bien, la crisis se agudiza, el consenso aparente se quiebra y emerge una contradicción latente e irreconciliable: entonces hay un conflicto real, por ejemplo entre fascismo y comunismo, que puede desembocar en una guerra. Ahora mismo, claramente, nos encontramos en una situación intermedia. El consenso social está en peligro, y es un síntoma de ello la creciente sensación de desamparo, precariedad vital, ausencia de futuro y perspectivas. Pero tampoco estamos en el punto de un conflicto violento. Lo que está en juego es que se logre decantar una contradicción lo suficientemente significativa como para dar sentido a la disputa política “normal”. 

Hay que chocar con ellos, ¿pero cómo? La alternativa no puede consistir en limitarse a ser el espejo de esos efectos de crispación y desgaste

Estas nuevas derechas, o posmoderechas, surten un efecto de desgaste, disolutorio, sobre el establishment político, pero sin proyecto alternativo duradero: en el caso de Brasil, Estado Unidos o Reino Unido, parece que su misión acaba en ese efecto disruptor: crear polarización social y política y después fracasar. Lo que hay en Hungría se parece más a un régimen conservador y autoritario clásico. En Francia, el efecto ha sido el colapso del Partido Socialista y el refuerzo casi infinito del centrismo jupiteriano de Macron. Veremos en Italia.

¿Y en España? Vox claramente trabaja, jugando con ideas reaccionarias, por una agenda de neoliberalismo autoritario y conservador en lo social. Ayuso es el buque en cuya estela se sitúan aquellos. Hay que chocar con ellos, ¿pero cómo? La alternativa no puede consistir en limitarse a ser el espejo de esos efectos de crispación y desgaste. El objetivo para las fuerzas progresistas debería ser reconducir el malestar social y la cancelación del futuro a un proyecto transformador, y así forjar de nuevo una contradicción significativa.

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Clara Ramas San Miguel es filósofa, política y escritora de dos libros: 'Fetiche y mistificación capitalistas' (2ª Edición) y 'La crítica de la economía política de Marx'.

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