Plaza Pública

Pilar, la derecha necesaria

Pilar Martínez.

Francisco Javier López Martín

Me preocupa la izquierda, la que es necesaria para afrontar estos momentos difíciles, no sólo para España, sino para Europa y para todo el planeta. Algo está cambiando muy deprisa, demasiado deprisa en el mundo. La crisis económica inaugurada por Lehman Brothers nos demostró que el capitalismo ha llegado a un estadio depredador en el que sólo puede avanzar sobre la miseria, la pobreza, la desigualdad y la precariedad de miles de millones de vidas y de empleos.

La izquierda enfrentada al reto de un modelo de crecimiento mundial que nos ha arrastrado por un itinerario tortuoso hacia el cumplimiento de la profecía de Karl Marx, de quien hace un par de años celebrábamos el 200 aniversario, según la cual el capitalismo lo destruye todo, hasta su propia base social. La base social y el sustento del género humano, en un planeta que amenaza con seguir adelante, pero sin nosotros.

La izquierda que no puede dejar de acudir a taponar el agujero por el que se están colando entre nosotros las sucesivas oleadas de virus que, cada vez con mayor frecuencia, amenazan vidas, también las de los seres humanos. Nos ha pasado como a Pedro con el lobo, han sido tantos los virus que han precedido al covid-19 que cuando ha llegado pensamos que, una vez más, pasaría dejando un rastro de enfermedad y muerte, pero con el rabo entre las piernas, grave error disfrazado con traje de soberbia y prepotencia.

Me preocupa la izquierda, que casi siempre hace lo que debe hacer y lo que puede, tropieza, se equivoca, se levanta, se alza del suelo y vuelve a caer, a veces seducida por mentes torticeras de enrevesados designios y tortuoso pensamiento.

Pero aún más que la izquierda, me preocupa la derecha, porque cuando se tuerce, cuando pierde su convicción democrática y se entrega a la tarea de enmascarar la corrupción, anida en ella el huevo de la serpiente.

- Cualquiera puede ver el futuro, es como un huevo de serpiente. A través de la fina membrana se puede distinguir el reptil ya formado, decía el Doctor Vergenius en la película de Igmar Berman. El huevo de la serpiente, la camada negra, 7 días de enero.

Resulta esperanzador que, de vez en cuando, un surco de libertad atraviese el gris panorama político español de estómagos agradecidos y cínicas fidelidades al poder, mientras el poder dure. Eso ha ocurrido uno de estos días, cuando he leído la noticia de que Pilar Martínez se da de baja en el PP,

- Es un partido penetrado por intereses ajenos a la política.

Hay quien la recuerda como responsable de urbanismo de Ruiz-Gallardón en su etapa como alcalde de Madrid. Yo prefiero recordarla como consejera de Servicios Sociales en el Gobierno regional de una anterior reencarnación de Ruiz-Gallardón como presidente de la Comunidad de Madrid.

Aquella etapa en la que negociamos con ella, a lo largo de 2001, la conversión en Ley de Renta Mínima del Decreto creador del Ingreso Madrileño de Integración (IMI), que habíamos puesto en marcha tras la Huelga General del 14-D con Elena Vázquez, la Consejera de Integración Social en el gobierno socialista de Joaquín Leguina. No fue fácil, pero lo hicimos.

Me enteré de que Pilar había sido alcaldesa de Villaviciosa de Odón, sucediendo en el cargo a mi profesor Felipe Sanz, víctima propiciatoria en el altar del ladrillo, sacrificado a manos del sacerdote del dios dinero al que la historia llamó El Pocero, antes de que otro alcalde, en este caso de Seseña, Manuel Fuentes, cayera también víctima de su poder y sus horrendos rituales. Felipe fue alcalde por el PSOE, Manuel lo fue por Izquierda Unida.

Son famosos los métodos de algunos personajes del ladrillo, con sus maletines, sus cheques en blanco.

- Escribe ahí la cantidad que quieras y firma la licencia de obras.

Y por sus campañas difamatorias, sus periodistas pagados, sus abogados interponiendo demanda tras demanda ante una justicia lenta que hipoteca a sus víctimas de por vida.

Parece increíble que se hayan destapado las redes de cuentas oscuras que recorren la contabilidad de algunos partidos políticos y los pasillos del Palacio de la Zarzuela, mientras que el trasiego de maletines cargados de billetes, cambios de uso, recalificaciones, aumentos de edificabilidad y demás tejemanejes del suelo permanecen en la más completa oscuridad.

Pilar ya se enfrentó al problema en Villaviciosa y luego, como concejala de urbanismo en la capital, donde afirma que se cavó la tumba política cuando se opuso a los proyectos de Espinosa de los Monteros y Rocío Monasterio de construir lofts en locales industriales.

Ganó las últimas elecciones municipales en Villaviciosa y está convencida de que fue el veto de estos dos personajes aupados al protagonismo político en la ultraderecha española el que situó al frente del Gobierno municipal Ciudadanos, con apoyo de VOX, PSOE, Más Madrid y un partido independiente, escindido del PP para asumir luego la cartera de urbanismo. El ladrillo termina fraguando extraños compañeros de viaje.

Ni Pío García Escudero ni el propio Pablo Casado escucharon las quejas de Pilar, sus denuncias de corrupción urbanística, sus intenciones de acudir a la Fiscalía Anticorrupción con las pruebas de los presuntos delitos urbanísticos en marcha.

Ella, que siempre contó con el apoyo de Gallardón, un señor muy de derechas que nunca descuidó los intereses de los suyos, de su clase, pero que siempre creyó que había un límite: el respeto a las formas democráticas, el respeto a las leyes. Pero ahora no, los responsables de ahora no, por eso Pilar...

- Presento mi renuncia como concejal porque las fuerzas no me dan para más. Puedo luchar contra esos intereses pero necesito el apoyo de mi partido. En el pasado lo tuve, pero entonces era un partido centrado, reformista, regeneracionista.

Cuántos republicanos fueron de derechas, sin dejar de ser demócratas, centrados, reformistas, regeneracionistas. Cuántos fueron perseguidos por los militares alzados en armas contra su gobierno legítimo, cuántos acabaron exiliados, juzgados, condenados, depurados, encarcelados, fusilados. Muchos, fueron muchos, militares, políticos, profesores, investigadores, profesionales y trabajadores de todo tipo, escritores, formados en las escuelas racionalistas y modernas, o en la Institución Libre de Enseñanza.

Mujeres y hombres que tuvieron que verse relegados, perder su empleo, elegir entre el paredón y el exilio, por haber creído un día que España podría tener un futuro mejor de libertad, de solidaridad, de igualdad. Construido por gentes procedentes de todas las ideologías, pero alejadas de la corrupción y el fanatismo. Aquella derecha que fue un día y que hoy sigue siendo necesaria.

Leo las declaraciones de Pilar Martínez y cada palabra suya narra nuestra derrota como país. Cuando escucho a muchos de nuestros líderes, elegidos por nuestro pueblo, no puedo menos que coincidir con ella.

- He luchado con todas mis fuerzas, pero he fracasado.

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Francisco Javier López Martín fue secretario general de CCOO de Madrid entre los años 2000 y 2013.

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