Análisis de cuatro sistemas electorales
Del sistema que favorece las alianzas en Italia a una doble vuelta en Francia que frena a la ultraderecha

El debate sobre la reforma de la Ley Electoral en España es cíclico y siempre suele intensificarse en año electoral o, como es el caso actual, en el aniversario de la propia ley, que este 2025 cumple 40 años. La Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG) se aprobó tras la muerte del dictador Francisco Franco y estableció un modelo de Parlamento bicameral, con un Congreso formado por 350 diputados y un Senado integrado por 207 senadores. Una cifra que, en el primer caso, ha permanecido inamovible pero que sí ha variado en lo que respecta a la Cámara Alta por el aumento de población y actualmente son 266.
El sistema actual, calificado como "desproporcional" por los expertos en la materia, ha llevado a plantear cambios como por ejemplo la ampliación de los escaños de 350 a 400, donde se encuentra el límite constitucional, o reducir la representación mínima inicial a un diputado fijo por provincia y mantener la distribución proporcional a la población —excluyendo Ceuta y Melilla—, de los 298 restantes. Aquellos que conocen bien el sistema español destacan que no es tanto la fórmula elegida, que se rige por el método D´Hondt, sino la elección de la provincia como circunscripción y, especialmente, su tamaño.
Esto también provoca que España sea uno de los países con ratio población/diputados más baja (76.390 ciudadanos) mientras que en otros países como, por ejemplo, el Reino Unido es de 44.580. Lo cierto es que se suele aludir a otros países para ejemplificar la desigualdad del sistema español, que sobre representa a las provincias pequeñas, pero estos tampoco son perfectos. infoLibre repasa los sistemas electorales de Alemania, Francia, Italia y Portugal.
Alemania
Los electores alemanes emiten dos votos. El primero (Erststimme) es para elegir a un candidato por cada uno de los 299 distritos electorales, todos ellos de similar población. Cada candidato se elige de forma directa y obtiene un asiento en el parlamento, independientemente del resultado de su partido a nivel nacional, como ocurre en países como Estados Unidos o Reino Unido, con sistemas mayoritarios. El segundo voto (Zweitstimme) se escoge de una lista cerrada y bloqueada que diseñan los partidos políticos para cada uno de los 16 estados federados. En este caso los ciudadanos muestran su apoyo a un partido para que esté representado en el Bundestag.
La particularidad del sistema alemán es que una ley electoral del año 2012 incluyó un mecanismo de compensación (Ausgleichsmandate) para respetar la “proporcionalidad” del sistema ya que el parlamento alemán no tiene un número fijo de asientos y hay formaciones que obtienen más candidatos por el voto directo que escaños. Estos diputados "excedentes" no se descartan y se suman al total de representantes del partido. En el caso contrario, se cubren los asientos con los candidatos que aparecen en las listas del partido. Los escaños se reparten según el método Sainte-Laguë, un sistema similar al D’Hont pero que da menos preponderancia que este último a los partidos grandes.
En Alemania, además, hay un umbral electoral que deja fuera del escrutinio a todos los partidos que no alcancen el 5% de los votos a nivel nacional, salvo que venzan en tres distritos. En el caso español este tope perjudicaría especialmente a las formaciones regionalistas y nacionalistas. Por poner un ejemplo, Esquerra Republicana obtuvo en los comicios del 23J un 1,89% del total de los votos en todo el país, mientras que en Cataluña fue el 13,15%, con 466.020 votos.
Italia
El sistema electoral italiano es uno de los más complejos y que más cambios ha sufrido a lo largo de la historia. Por un lado, un tercio de los asientos del Parlamento —Cámara de Diputados y Senado— se elige por un sistema mayoritario en el que gana el que obtiene aunque la diferencia sea de un solo voto. Una modalidad que favorece las alianzas entre partidos como sucedió el año 2022 con la alianza negociaciones entre la actual primera ministra, Giorgia Meloni (Hermanos de Italia), Mateo Salvini (Liga) y Silvio Berlusconi (Forza Italia). Su unión les llevó a tener mayoría absoluta en ambas cámaras.
Esto se debe a la norma que entró en vigor en el año 2017 con el objetivo de proteger el bipartidismo y frenar el ascenso del Movimiento 5 Estrellas (M5E), entonces en auge, y que da una clara ventaja al partido más votado. No siempre fue así, ya que durante más de cincuenta años, del 1943 al 1993, Italia fue un ejemplo de multipartidismo que generaba, no obstante, problemas de gobernabilidad. Según el modelo actual alrededor de dos tercios de los diputados y senadores se eligen por un sistema proporcional, asignados con el método de resto mayor, en función del porcentaje de voto obtenido en todo el país.
En Italia también existe un umbral para lograr representación parlamentaria, pero en este caso es más bajo que en el caso alemán: los partidos deben obtener al menos un 3% de los votos emitidos. Esto en un país como Italia con el voto tan fragmentado y tanta diversidad de partidos, deja fuera buena parte de los que optan a entrar en el Parlamento.
Francia
En Francia se suele decir que hay 577 elecciones, tantas como escaños tiene la Asamblea Nacional y como circunscripciones tiene el país. La elección para la asamblea legislativa se basa en un sistema de dos vueltas. Si un candidato en una circunscripción alcanza en la primera vuelta el 50% del voto —que corresponda al menos al 25% del censo, por lo que la participación es importante—, es elegido diputado. Si ninguno llega a ese porcentaje —lo más común— se celebra el domingo siguiente una segunda vuelta entre todos los que obtuvieron al menos un 12,5%. Los aspirantes a candidatos no van en una lista de partidos, sino que cada uno se presenta por su departamento y los electores eligen nombres concretos.
La clave está en la segunda vuelta, en las transferencias de voto y, sobre todo, en la retirada de candidatos tras la primera vuelta. Es cuando entra el juego el barrage o el frente republicano para concentrar el voto en la opción democrática, sea de derechas o de izquierdas, para impedir la llegada al poder de la extrema derecha. En esta segunda vuelta solo se necesita mayoría simple. El Senado, por su parte, se compone de 348 miembros escogidos cada seis años, renovándose la mitad de la cámara cada tres años. Se les elige mediante la fórmula del sufragio indirecto, es decir, son los concejales, diputados y delegados regionales y municipales quienes toman esa decisión.
El jefe del Estado francés, el presidente de la República, tiene amplios poderes. Tras las elecciones y la toma de posesión de los nuevos diputados, debe proponer a la Asamblea Nacional un nombre para primer ministro. Podría ser un diputado, pero también alguien que no fuera elegido en las últimas elecciones. El Gobierno que ese primer ministro forme deberá recibir la confianza de la mayoría absoluta de la Cámara, por lo que no tiene que salir obligatoriamente del primer grupo político, salvo que éste tenga mayoría absoluta. Esa elección se toma al margen de la del presidente del país, elegido por un modelo semipresidencial a doble vuelta.
Portugal
Ningún sistema electoral es perfecto pero podría ser mejor con circunscripciones autonómicas
Ver más
El sistema electoral portugués es el más parecido al español de los que hay en el resto de Europa. Ambos países comparten desde la fórmula electoral a la modalidad de voto, pero hay algunos aspectos concretos en los que difieren como por ejemplo que el sistema luso no tiene dos cámaras sino solo una. Portugal está dividida en 22 circunscripciones electorales: 18 en su territorio continental, 2 insulares —Azores y Madeira— y 2 en el extranjero —Europa y fuera de Europa—. La ley electoral fija en 230 los diputados que se reparten de manera proporcional mediante el sistema d’Hont en base a listas cerradas y bloqueadas bajo el paraguas de los partidos.
Las circunscripciones, al igual que en el caso español, reparten un amplio número de escaños: desde dos hasta 48. El tamaño de las circunscripciones impacta de manera directa en la proporcionalidad del sistema, que sin embargo se ve compensado por la existencia de circunscripciones grandes y muy grandes como son, por ejemplo, Lisboa o Oporto. Pese a todo, el nivel de proporcionalidad está por debajo de la media europea ya que, además, también existe un umbral del 3% lo que provoca que un 10% de los sufragios se queden sin representación.
Un estudio de María Garrote de Marcos, profesora de Derecho Constitucional en la Universidad Complutense, concluye que el número de votos necesario para obtener escaño en Lisboa (20.234) es aproximadamente el doble que en Azores (11.157). Unos niveles de desproporcionalidad que fuerza a los electores a concentrar su voto en los dos principales partidos, convirtiendo el sistema portugués en un bipartidismo imperfecto o de “dos partidos y medio”, según la experta.