Miente (y desinforma) que algo queda

Ocurre cuando Miguel Ángel Rodríguez, jefe de gabinete de Isabel Díaz Ayuso y conocido como MÁR, difunde el bulo de que unos periodistas encapuchados han intentado asaltar la casa de la presidenta de la Comunidad de Madrid y han acosado a sus vecinos. Ocurre cuando hay medios de comunicación que publican esta noticia sin contrastar pero así desvían la atención de las presuntas irregularidades cometidas por la pareja de la líder regional. Ocurre cuando nadie en el PP de Feijóo es capaz de poner límites a esta estrategia de desinformación. 

Eso que ocurre se llama desorden informativo y es la peligrosa carta a la que juega la derecha española desde hace tiempo.

Hace un par de días, y tan solo una semana después de salir ante una multitud de periodistas para defender a su pareja y denunciar una persecución de “todos los poderes del Estado”, Ayuso aseguró en Chile que no podía hablar del asunto porque ahora está judicializado. Eso no le impidió calificar al Gobierno español de “chavista y putinista” por liderar una estrategia en contra de su novio.

Es el mantra que repiten desde que saltó la noticia: que las acusaciones son una operación diseñada desde la Moncloa, en connivencia con la Agencia Tributaria y la Fiscalía, para destruir la carrera de la presidenta de Madrid. Basta con remitirse a los hechos para encontrar una respuesta: antes incluso de que la justicia le citara a declarar como imputado por delitos de fraude fiscal, el propio Alberto González Amador ya los había reconocido en un mail dirigido al ministerio fiscal.

¿Qué hace Génova mientras tanto? Los de Feijóo han optado por dar cobertura a las mentiras sobre la pareja de Ayuso mientras que en paralelo alimentan las fake news sobre la mujer de Pedro Sánchez y su relación con el rescate a Air Europa.  Cuando la Oficina de Conflicto de Intereses, a la que ellos mismos habían acudido, sentenció que no había caso y dio carpetazo al asunto, los populares se dedicaron a descalificarla. La táctica no es nueva: anteriormente lo habían hecho con el Tribunal Constitucional al que Esteban González Pons calificó de “cáncer del Estado” -ante la gravedad de las palabras luego rectificó- o con el Congreso, del que han cuestionado su legitimidad. 

No es casualidad, es estrategia. Y viene de lejos. Porque ese desorden informativo se genera también cuando el PP se atrinchera -y así lleva cinco años- y bloquea la renovación del CGPJ con hasta treinta excusas de las que aquí tienen un listado (es probable que en este tiempo la enumeración haya aumentado).

O cuando en la pasada campaña electoral gallega, tras meses de ataques al Gobierno y a tan solo una semana de los comicios, una fuente del más alto nivel del PP contó a 16 periodistas que Feijóo podría ofrecer un indulto a Puigdemont como solución al conflicto en Cataluña y que se planteó la amnistía a cambio de su apoyo en la investidura. Sucedió, por cierto, sólo unas horas después de que el dirigente de Junts amenazara con revelar esas negociaciones con un enigmático "todo se sabrá", dirigido en carta a eurodiputados catalanes. Tres días después de la famosa y mediática comida en Lugo y ante el incendio que se había generado en el panorama político, el portavoz Miguel Tellado aseguró que los medios habían malinterpretado la información y que todo era una campaña orquestada por el sanchismo

No es casualidad, es estrategia. Usan la crispación como arma política, para deslegitimar al gobierno. Así poco a poco, el foco del debate se desplaza de las medidas sociales, como la educación o la sanidad pública, hacia la polarización y el fango.

También ocurre cuando Ayuso ignora las demoledoras conclusiones del informe de la Comisión Ciudadana sobre lo que ocurrió en las residencias de la Comunidad durante la pandemia. 7.291 personas murieron, muchas en condiciones lamentables, por la decisión regional de no medicalizar los geriátricos y aplicar el Protocolo de la Vergüenza. 4.000, según esta investigación, podrían haberse salvado. La presidenta regional se justificó diciendo que hubieran muerto igual. Y llegó a referirse a este organismo como “la justicia paralela que quieren los familiares porque no soportan el resultado de las urnas”.

La derecha ha activado la maquinaria del desorden informativo y no hay nada que erosione más la democracia. Usan la crispación como arma política, para deslegitimar al gobierno. Así poco a poco, el foco del debate se desplaza de las medidas sociales, como la educación o la sanidad pública, hacia la polarización y el fango. Nada más lejos de esa bandera de la libertad de la que tanto alardean que la desinformación, las mentiras y las amenazas. Nada que triture más la democracia.

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