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Diario de un indeciso

Diez impresiones del cara a cara

Pedro Sánchez tenía mucho que ganar y poco que perder. Mariano Rajoy llegaba al cara a cara exactamente en la situación inversa. ¿Quién ha ganado? Desde ese punto de partida, sin duda Sánchez, y así lo indican las encuestas urgentes de la misma noche del lunes. Otra cuestión es la traducción en votos de esa victoria televisiva y los efectos que pueda tener a favor o en contra (también de los ausentes). Un Rajoy acorralado y desquiciado al escuchar que “no es una persona decente” se aferró de inmediato a la crudeza de esa descalificación para aparecer como víctima y dar rienda suelta al “¡y tú más!”, sin responder a ninguna de las acusaciones de fondo sobre la corrupción en el PP.

Estas son algunas impresiones urgentes sobre un debate cuyo formato ha sido ya sentenciado como el The End al largometraje del bipartidismo:

1.- Pedro Sánchez había preparado a conciencia el cara a cara. Y se notó desde el minuto uno que iba directamente a la yugular de Rajoy. Le reprochó que este fuera el único debate electoral al que acudía el presidente del Gobierno (“a usted le conocen como el del plasma”), y ya en su primera intervención sobre empleo citó con habilidad el candidato socialista los SMS de apoyo a Bárcenas. Fue desgranando con detalle en el bloque económico los recortes aplicados por Rajoy, los datos sobre el rescate de Bankia, las subidas de impuestos, las rebajas salariales o la precariedad laboral. Y entre dato y dato hizo asomar el protagonismo de nombres como Rodrigo Rato, Bárcenas o Granados. Lanzó golpes directos (“usted lo que ha hecho es recortar todo menos la corrupción en su partido”) y también preguntas muy concretas: “¿Hubo o no hubo un rescate, señor Rajoy?”.

2.- Mariano Rajoy daba en principio la impresión de que le resbalaba bastante la batería de reproches. Aplicó el argumentario de la ‘herencia recibida’: “ya nadie habla de la amenaza del rescate, ni de la salida del euro…Usted quiere pintar una España tenebrosa olvidando lo nefasta que fue su gestión…” Iba ignorando el presidente y candidato del PP todas las alusiones a Rato, a Bárcenas, a la corrupción… El mensaje de Rajoy era el que empapa toda la campaña del PP: nos encontramos un país en ruinas y lo estamos levantando. Ni siquiera se dio por aludido cuando Sánchez le recordó aquella frase de Cristóbal Montoro desvelada por otra diputada: “¡que caiga España, que ya la levantaremos nosotros!”.

3.- Asuntos capitales como la educación o la Dependencia pusieron a Rajoy en el brete de desvelar su sensibilidad. “¿Usted coincide con su ministro de Educación en que sobran universitarios?”, preguntaba Sánchez. “En España cada uno puede estudiar lo que quiera”, respondía Rajoy. “Durante estos cuatro años han muerto 100.000 dependientes esperando la ayuda a la que tenían derecho!”, acusaba Sánchez leyendo la carta de una afectada por los recortes. Rajoy contestaba con una retahíla de cifras y una aseveración arriesgada: “usted enseña una carta de una vecina, yo vengo con datos”. Los datos reales son contundentes: sobre recortes (pincha aquí) o sobre listas de espera (ver aquí).

4.- El clímax del cara a cara llegó al plantear el moderador un capítulo sobre “reformas institucionales”. Rajoy lanzó el primer dardo al recordar a Sánchez que él votó y luego criticó la reforma del artículo 135 de la Constitución sobre el compromiso de dar prioridad a los objetivos de déficit fiscal. Y Sánchez respondió con un relato pormenorizado de la actuación de Rajoy, de su Gobierno y del PP en el caso Bárcenas: desde la rueda de prensa en la que el presidente denunció una especie de conspiración universal contra el PP hasta la destrucción a martillazos de los ordenadores de Bárcenas en la sede del partido, pasando por la explicación de Cospedal sobre el “despido en diferido” pactado con el extesorero. Para llegar a un enunciado rotundo: “usted debería haber dimitido, porque el presidente del Gobierno tiene que ser una persona decente, y usted no lo es”.

5.- La afirmación de Sánchez, mirando a los ojos a Rajoy, es probablemente lo más duro que el presidente del Gobierno ha escuchado (al menos públicamente) en estos cuatro años. Lo sorprendente es que haya tardado tanto en producirse. Y sorprende aún más que Rajoy (en teoría) no se lo esperase. (Puede ser la falta de costumbre en debatir). “¡Hasta aquí hemos llegado!”, protestó el presidente, que acusó de inmediato al candidato socialista de haber hecho una afirmación “ruin, mezquina y miserable”. Dio la impresión de que perdía los nervios: “yo soy un político honrado”, “yo no estoy en política para ganar dinero…” (Fue una oportunidad perdida por Sánchez para preguntar a Rajoy por el expediente que mantiene en secreto sobre la etapa en la que compaginaba la política y su plaza como registrador. Más de 115.000 personas ya han firmado para exigir que se haga público ese expediente).

6.- Lo cierto es que a partir de ahí Rajoy también cambió de estrategia: su indignación con Sánchez por no considerarlo “una persona decente” le permitía no responder absolutamente a ninguna de las acusaciones de fondo: Bárcenas, los SMS, los discos duros destrozados, los sobres en dinero negro… ¿Qué es todo eso en comparación con poner en duda la decencia de un presidente del Gobierno? Y en caso de aprieto, siempre queda el recurso al “y tú más”. Por ejemplo: “¿Ha devuelto Bárcenas el dinero robado?”, pregunta Sánchez. Y ante la insistencia, Rajoy responde: “¿Y los ERE’s?”.

7.- Desde ese momento el cara a cara entró en el barro. “¡Miente, miente y miente!”, clamaba Sánchez. “¡Miente usted, y se acordará…!”, respondía Rajoy. (No deja de resultar chusco que alguien que considera una ofensa imperdonable que se ponga en duda su “decencia” crea proporcional calificar al otro repetidamente de “ruin, mezquino y miserable”).

8.- Aunque aún faltaran por aparecer asuntos de tanto interés como Cataluña, los refugiados, el euro o la posición de España en el mundo, el caso es que el crudísimo enfrentamiento por la corrupción marcó la frontera a partir de la cual los únicos que podían ganar votos eran los ausentes. La visualización del “y tú más” entre las dos columnas del bipartidismo permite a los emergentes, tanto Ciudadanos como Podemos, consolidar el argumento (injusto) de que PP y PSOE son cerezas de un mismo racimo. (No pudieron disimular su alegría en ese sentido Iglesias y Rivera en el postdebate de Al Rojo Vivo al que acudieron en La Sexta).

9.- Rajoy y Sánchez peleaban en este cara a cara por ese 1,2 millones de indecisos que en la encuesta del CIS admitían dudar entre votar al PP y al PSOE. Por lo demás, y dado el nivel de fidelidad del voto a estas alturas de campaña, toda derrota de Rajoy podía beneficiar tanto o más a Ciudadanos que al PSOE, del mismo modo que cualquier debilidad de Sánchez iba en favor de los intereses de Podemos, más que en los del propio PP. Por eso tanto Rivera como Iglesias coincidían esta madrugada en valorar el debate como el enterramiento definitivo del bipartidismo. (Lo hubieran hecho seguramente pasara lo que pasara).

10.- Esta campaña líquida, incierta y catódica

Iglesias y Rivera convierten su debate en una bronca de una hora

Iglesias y Rivera convierten su debate en una bronca de una hora

, hace posible más que nunca reflejar el cambio social, pero también la ligereza de candidatos más ocupados en el márketing que en el compromiso con las soluciones a los problemas de la ciudadanía. Este cara a cara lo ha ganado Sánchez, tan presionado por las encuestas, por la desconfianza interna y por sus propios errores que quizás hasta se pasó de frenada en las formas, teniendo toda la razón en la cuestión de fondo sobre corrupción y decencia política.

Los datos de audiencias televisivas sobre el cara a cara y sobre el postdebate también aportan una idea de sus posibles efectos. Triunfó el seguimiento de La Sexta, donde estaban Iglesias y Rivera de comentaristas. Cabe la (curiosa) posibilidad de que quienes más hayan ganado o perdido con este debate final del bipartidismo hayan sido precisamente quienes no estaban invitados.

P.D. “¿Y qué hace ese señor que está en el medio?” Esta pregunta espontánea de Sara, 15 años, lo dice todo sobre el formato del debate moderado por Manuel Campo Vidal y organizado por la Academia de Televisión.

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