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¿Señas de identidad?

Antonio García Gómez

¿Seguro? ¿En aras de esas “culturetas” que se elevan a la categoría de “culturas” varias, tradicionales, tradicionalistas, costumbristas y, en consecuencia, según convengan, inapelables para ser observadas con cuasi mística religiosa?, “No puede decirse que sea ético ni estético, es ridículo y patético”.

Y me refiero a “esos juegos con los toros” donde los bovinos son criados para salir a embestir. Mientras, Dios reparte suerte entre encontronazos, golpes, heridas, y hasta muertes en medio del jolgorio “popular” —o así lo llaman—. Sin emabrgo, de vez en cuando, se producen muertes reales. En lo que llevamos de verano ya han muerto “7 paisanos”, a causa de tales “juegos, bous al carrer, o similares”, principalmente en la parte oriental de la Península.

Se defiende lo indefendible en nombre de la “tradición”. Mientras, los toros, espantados e intentando escapar de la turbamulta, caen rendidos, estresados o muertos sin contar los heridos o muertes que han ido dejando sobre el asfalto

Todo ello, tal tragedia, se enmarca en esas bacanales multitudinarias —señas de identidad, apelan algunos—, reencuentros, fiestas totales, excesos estúpidos, alcohol, droga, entontecimiento y atrevimiento. Esta combinación entre reto y machismo, este juego iniciático, habrá de repetirse para dejar a salvaguarda la hombría del gesto, del desplante, del cite frente al ¿noble bruto?, aterrorizado en medio de la jauría, hasta lograr el éxtasis perseguido, el clímax deseado y soñado. Esto probablemente ocurra entre duermevelas de francachelas arrebatadas, perdido el respeto al peligro y tratando ser más que el otro, hasta que se produce el incidente o el accidente y queda sobre el asfalto la sangre regada de la herida abierta, la sangre derramada frente a la muchedumbre incontrolada, en aras de la tradición, de la “cultura” del lugar y, a la postre, las señas de identidad… ¿Con un cadáver que las corrobore?

Se defiende lo indefendible en nombre de la “tradición”. Mientras, los toros, espantados e intentando escapar de la turbamulta, caen rendidos, estresados o muertos sin contar los heridos o muertes que han ido dejando sobre el asfalto.

Mientras ríe la fiesta, ya se cuentan por 7 los cadáveres regados —sin haber contabilizado los heridos y mal heridos—. Qué más da… si por la venas sólo corre alcohol, testosterona y adrenalina a borbotones.

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Antonio García Gómez es socio de infoLibre

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