A punto de arrasar un bosque entero

Juan Manuel Romero

Un hombre llega tarde

Albert Balasch

Ediciones Kriller 71 (2022)

La poesía de Albert Balasch (Barcelona, 1971) nace de la paradoja de considerar el lenguaje como causa de sufrimiento y, a la vez, como principal vía de acceso a la realidad, al interior de uno mismo y de los demás. Las palabras hacen daño porque, o son ciegas y sordas –no alcanzan lo real–, o porque directamente se usan como arma arrojadiza, por lo cual partimos de un instrumento deficitario, sospechoso, que predice el fracaso de la comunicación. Se trata de una profunda diatriba con el lenguaje ("respirar con el cerebro y / oxidarlo todo con la gramática"), al que sin embargo le debemos lo que somos ("la limosna nos salva, incluso / si es cancerosa, he aquí la trampa"). En Un hombre llega tarde, selección de la obra de Balasch preparada por Aníbal Cristobo, con traducción del catalán de Sílvia Galip, se constata que toda su poesía supone la exploración del daño que deja la caída en este cepo perfecto, en el que se sostiene, malherida, la condición humana.

Así, "el desahucio del hombre y la tormenta del lenguaje" son los temas fundamentales de Un hombre llega tarde, como señala acertadamente Jaume Andreu en el prólogo al volumen, en poemas muchas veces austeros "como golpes de hacha". En efecto, Balasch habla de una "poética de la tala": "Escribir como quien está a punto de ir a arrasar todo un bosque entero". Hay una furia contenida, trágica, en cada uno de los tres títulos aquí antologados, expresada con frecuencia en piezas concisas y directas, como confesiones elusivas, abstractas, pero también de manera más desbordada y exigente, con una potente red metafórica de fondo ("sufriendo una claridad deshecha de ángeles / que nos ofrecían solamente / el hambre que nos merecemos") a la que se le incrustan aforismos contundentemente lúcidos ("Un hombre libre es un hombre solo").   

Un hombre llega tarde, que da título al conjunto, indaga en las causas de un miedo cerrado que mancha de impotencia la existencia, en textos aparentemente sencillos y con tono de pesadilla o de fábula siniestra. Las atmósferas de misterio se consiguen mediante el ritmo y las repeticiones, como en El vigilante: "¿Qué pasó aquella noche? / Aquella noche. / ¿Qué pasó aquella noche en casa? / ¿Qué notaste? / Recuerda. / ¿Qué pasó? ¿Por qué balbuceabas?". Escenas inquietantes ("Oigo cada noche el llanto de mi hermano, / que duerme junto a mí"), presencias fantasmales ("Y cuando se para, no se paran, / se le acercan lentos por la espalda") e incluso fogonazos de violencia extrema ("Le he abierto la cabeza a Thomas") nos aproximan a planos de maldad, de desapariciones inescrutables, de enfermedad, que terminan en un canto que no es sino un lamento oscuro: "todo lo que nace invita a ser herida".

En Las ejecuciones, una cuenta atrás en diez momentos entre Un gloria y Un aleluya, asistimos igualmente a una danza macabra: "Volvimos a matarnos", se dice, para contar cómo Dios nos condena al lenguaje, en una especie de mito de Babel convertido en masacre humana. Las equivocaciones, las mentiras, la ceguera, la guerra, los deseos que esclavizan, el mal que es absoluto, son algunos de los trastornos "patológicos" de una procesión luctuosa, una secuencia que no acaba sino en el fin del mundo como desierto o vertedero. Resuena el aliento bíblico eliotiano ("Aquí tenemos el tiempo y aquí tenemos el tiempo"), en un entorno de devastación, de "pánico sin culpa", en el que incluso "la luz es indecente".

Todos los nombres bajan hasta el fuego

El análisis de las formas del vacío y la infelicidad que está en el núcleo de la obra de Balasch llega a su cima con La caza del hombre, una relectura en clave lírica de El rey Lear de Shakespeare, donde se entrega sin paliativos a los modos de la tragedia. El proyecto encaja tanto en su poética, tan alejada del sentimentalismo buenista y el humor desdramatizador que tanto abunda en el panorama actual, que podría decirse que es el libro que su poesía estaba pidiendo. Las vicisitudes de Lear y sus hijas le valen para presentar con fuerza su denuncia ("Quién sabe si este drama de no / saber qué debemos hacer de nosotros / irrumpe en los escrúpulos vanos"), en un tiempo tras la muerte del lenguaje y en el que se puede sentir hasta el "dolor de las montañas". Dividido en cinco episodios estructurados en versos pareados y cuatro estásimos en prosa, los poemas plantean "la pregunta correcta", que no es "cómo es que pasan cosas terribles e inconfesables, sino cómo es que no pasan más a menudo".  

La antología, un estupendo volumen para conocer a un autor catalán de obra breve pero muy singular, se cierra con una sección de poemas inéditos más tres piezas curiosas: Grava, un breve diálogo teatral de espíritu becketiano, y dos enlaces en códigos QR que llevan a Afuera, un corto de animación con guion adaptado por Balasch de una nouvelle propia, y a una canción de Hans Laguna a partir del icónico Un hombre llega tarde. Entre la desolación y la esperanza, entre la ternura y la derrota, Balasch ha escrito poemas de alcance existencial, perturbadores, atravesados por una melancolía dolida y, por momentos, irónica, donde el absurdo de la existencia es un grito imposible de obviar. Poemas en los que cobra resonancia una voz genuina que se atreve a pensar lo que somos en medio de la desintegración del mundo.

* Juan Manuel Romero es poeta. Su último libro es 'Contra el rey' (Hiperión, 2020).

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