Entre el miedo y el descrédito: la UE calla ante la amenaza de limpieza étnica de Trump en Gaza

"La Riviera de Oriente Medio... Esto podría ser tan magnífico". Frente a multitud de cámaras y micrófonos, y bajo la atenta mirada y amplia sonrisa del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, el recién estrenado presidente de Estados Unidos lanzaba su propuesta para Gaza. Consiste, básicamente, en tres fases: primero en vaciar la Franja, llevar a cabo eso que llegó a tildar sin ambages de "limpieza"; segundo, adueñarse del territorio; y tercero, comenzar "la construcción de lo que se convertiría en uno de los desarrollos más grandes y espectaculares". Una idea "extraordinaria" para Israel, una amenaza comparable al ascenso del nazismo para algunos expertos y un "desvarío" para otros. Pero en cualquier caso, algo que ocurre con el silencio de la Unión Europea.
La vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca supuso también indirectamente una victoria electoral de Netanyahu. Ni siquiera lo ocultaron. Fue el israelí el primer líder internacional en coger el teléfono para felicitarlo y ha sido también el primero en visitarlo, además, menos de un mes después de su toma de posesión. Fue tras ese encuentro cuando Trump cumplió con los peores pronósticos de los expertos, que auguraban con temor que Estados Unidos pasaría de apoyar a Israel desde la distancia a hacerlo en el propio terreno. Lo que ocurre es que el republicano ha ido más allá de lo que se podía prever. "Será nuestra responsabilidad desmantelar todas las bombas sin explotar, nivelar el terreno, deshacernos de los edificios destruidos y allanar la zona para impulsar un desarrollo económico que genere una cantidad ilimitada de empleos y viviendas", aseguró.
Israel, por su parte, tardó menos de 24 horas en recoger el testigo. Su ministro de Defensa, Israel Katz, ordenó este jueves al Ejército que prepare un plan para permitir la salida de los civiles de la Franja y a países como España —que reconocen oficialmente el Estado palestino— que los acojan. "Están legalmente obligados a aceptar a cualquier residente de Gaza en sus territorios", lanzó. Una idea que el ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel Albares, rechazó tajantemente y un plan, además, que contraviene toda la legalidad internacional. Y que también supone un giro de 180 grados respecto a los planes que manifestó Trump en 2020 y que pasaban por una solución de dos estados en los que los palestinos perderían todo su territorio ya ocupado y ni siquiera tendrían voz.
¿Amenaza real?
Ahora, bien, ¿suponen las palabras de Trump una amenaza real? ¿O son tan sólo parte de una declaración superlativa más? Lo cierto es que la imprevisibilidad del republicano es tan amplia como las opiniones al respecto. Para la escritora y periodista Teresa Aranguren, por ejemplo, "lo que se ha planteado ahora es el mayor peligro al que puede enfrentarse el mundo entero". No se anda con rodeos. Lo que Trump llamó "limpieza" ella lo considera una "solución final", y no escoge el término al azar. "Creo que lo que está pasando ahora es comparable al ascenso del nazismo de los años 30", denuncia, desde el otro lado del teléfono.
Sin embargo, no todos los expertos lo ven así. Isaías Barreñada, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense de Madrid, considera que la amenaza de Trump "no forma parte de ningún plan". Al contrario: son una serie de "palabras absurdas" que, añade la directora general de UNRWA, Raquel Martí, llevan a pensar que resulte complicado llevarlas a término. "Es escandaloso que hable de desplazamiento forzoso con tanta naturalidad. Y tanto es así, que lo que nos preocupa es que esto esté enmascarando algo peor, como una posible autorización para que Netanyahu se anexione Cisjordania", advierte.
Comercio, aranceles y armas
En cualquier caso, sea una amenaza real o ficticia, o un plan que verdaderamente pueda llevarse a cabo, Aranguren sostiene que las palabras del presidente estadounidense son motivo suficiente para que Europa empiece a ser "consciente de lo que representa Donald Trump y del peligro que tiene para que se desencadenen todavía más guerras de las que ya hay". Porque hasta ahora, critica, le "sorprende e indigna la pasividad" que ha mostrado la Unión.
En estas últimas 48 horas, la Comisión Europea se ha limitado a defender que Gaza es "una parte integral de un futuro Estado palestino". "Tomamos nota de los comentarios del presidente Trump. La UE sigue firmemente comprometida con la solución de los dos Estados, que es el único camino para una paz duradera tanto para los israelíes como para los palestinos", aseguró un portavoz del Ejecutivo comunitario a EFE.
Es la postura que se han limitado a mantener desde los ataques de Hamás del 7 de octubre de 2023 que redoblaron la ofensiva israelí. En este casi año y medio, recuerda la vicepresidenta de la Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento Europeo, Hana Jalloul, "la UE ha defendido la solución de los dos Estados" y ha sancionado a los "colonos israelíes violentos en Cisjordania". Acciones todas ellas insuficientes a juicio de los expertos y de los propios socialistas, que indican que que quisieron ir "más allá" pero no pudieron por "los gobiernos de la derecha y la extrema derecha".
Ahora bien: más allá, ¿cómo? Jesús Núñez, codirector del Instituto de Estudios sobre conflictos y acción humanitaria, lamenta por ejemplo que desde hace tiempo ni siquiera se cumple el Acuerdo de Asociación UE-Israel, es decir, el marco para el diálogo económico y político entre ambas partes. "En su artículo dos se indica que no puede haber relaciones si una de las partes incumple los Derechos Humanos, y si lo que está ocurriendo no lo es no sé qué tendría que pasar", lamenta. Pero no solo eso: "Israel también es el primer socio comercial y no pasa nada. Y la Unión Europea es el principal donante de ayuda a los palestinos y tampoco implica nada más allá", enumera.
En resumen: "La Unión Europea tiene herramientas suficientes para actuar, lo que no tiene es voluntad", sentencia el experto. La razón es obvia: la excesiva fragmentación política, un diagnóstico en el que coincide Barreñada. "Lo principal es querer hacer algo y, después, decidir con qué esfuerzo. Las relaciones exteriores tienen un coste diplomático y político y cada decisión requiere de una posición común que ahora mismo no existe y que además es muy complicada", explica.
Así se dificulta también que la UE actúe contra quien debería ser, o al menos así lo entiende Aranguren, su otro objetivo ahora: Estados Unidos. "Hay que empezar a pensar en una política de reciprocidad. Es decir, si ellos amenazan con aranceles abusivos, responder atacando, no defendiendo", apuesta.
De Borrell a Kallas y de las condenas al silencio
El problema es que es precisamente el tema arancelario el que mantiene a la Unión Europea con las manos atadas. Trump frenó esta semana casi sobre la bocina final los aranceles del 25% que había impuesto a los productos de Canadá y México y mantuvo los del 10% para China, añadiendo que "por supuesto" aprobaría otro paquete similar para todo lo procedente de los países de la UE. Ante eso, la respuesta ha sido tratar de dialogar. "Necesitamos a Estados Unidos y Estados Unidos nos necesita también", dijo la nueva jefa de la diplomacia comunitaria, la estonia Kaja Kallas. "Los aranceles incrementan los costes. No son buenos para los empleos y tampoco para los clientes. Eso está claro", añadió.
La sustituta de Josep Borrell no quiere que haya un enfrentamiento claro entre los países de la Unión y Estados Unidos. Ni siquiera dialéctico. Pero es que su llegada al cargo, además, supone en cierta medida una todavía más patente tibieza respecto a la posición europea en Gaza. En primer lugar porque ya dijo que su "prioridad absoluta" de los próximos cinco años es la guerra de Ucrania. "La situación en el campo de batalla es muy difícil y por eso debemos seguir trabajando cada día, hoy, mañana y tanto tiempo como sea necesario y con tanta ayuda militar, financiera y humanitaria como sea necesaria", señaló. "Es lo que le importa a ella, al comisario de Defensa y a Ursula von der Leyen", lamenta Núñez.
Su antecesor en el cargo, en cambio, defendió el pasado mes de noviembre romper el diálogo con Israel. "Ya no hay palabras para describir lo que pasa en Oriente Próximo", llegó a lanzar. Insuficiente para Núñez, pero muestra del poco poder de maniobra de un alto representante para Barreñada. "No es fácil construir consensos y posiciones comunes", insiste.
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Para Aranguren no es casualidad que se haya pasado de las condenas al silencio cuando un diplomático español ha cedido el testigo. El de Pedro Sánchez fue uno de los tres gobiernos europeos —junto a Noruega e Irlanda— que aprobó hace ahora casi un año el reconocimiento oficial del Estado palestino, una decisión que, señala la experta, coloca a España en una posición "diferente" dentro de Europa.
"España ha sido un país clave en la política exterior europea respecto a Palestina", coincide Jalloul, que defiende el "liderazgo coherente y alineado con el derecho internacional y el derecho internacional humanitario". Y en esa línea pide continuar. "España tiene la capacidad de liderar. Fuimos de los primeros países en anunciar un fondo para la reconstrucción en Gaza de 35 millones de euros", sostiene.
Pero en esto tampoco todos los expertos están de acuerdo. Barreñada, por ejemplo, opina que la política de España ha sido hipócrita y en parte, sostiene, porque ha permitido ser puerto de tránsito de todo ese material militar. "Ha habido muchas incoherencias y contradicciones", lamenta. "Nuestro país ha reconocido el Estado palestino, pero no ha mandado a ningún diplomático. Decidió no aprobar más ventas de armas, pero siguió cumpliendo con las que ya había", ejemplifica. "Eso no es liderar nada", sentencia Núñez.