Mujeres, sexo y corrupción

En muchos de los casos de corrupción que se han conocido estos últimos años, han salido a la luz las relaciones que los corruptos mantuvieron con mujeres que ejercían la prostitución. En el resto de los casos simplemente no se ha llegado a saber, porque probablemente en todos ellos la deriva machista llevó a manifestar su poder a través del sexo, y para ello nada mejor que pagar o violar, pero como la violación tiene muchos riesgos, mejor la prostitución. En cualquier caso, se trata de escenificar el poder máximo que supone ser dueño de una mujer por dinero o violencia. En ninguna de las situaciones se trata de sexo, sino de poder.

Lo que llama la atención no es tanto que se produzcan estos hechos, sino que sorprendan cuando salen a la luz, y que el rechazo a lo que ha ocurrido se centre más en la forma de hablar sobre las mujeres que ejercen la prostitución, que en su verdadero significado, pues en verdad revela una situación falsa y una actitud hipócrita.

Si la prostitución existe y hay catálogos para que los puteros elijan sobre las características y “capacidades” de esas mujeres, no debería sorprender que dos hombres que van a hacer uso de la prostitución hablen sobre el tema en el sentido que la oferta posibilita, como una opción más de las relaciones que forman parte de nuestra sociedad.

Esa es la cuestión y la hipocresía de una sociedad que se rasga las vestiduras cuando se conoce aquello que la propia sociedad posibilita y mantiene en un limbo interesado de alegalidad, y no por casualidad, sino para que los hombres puedan expresar y sentir su poder también a través del sexo sin consecuencias negativas para ellos.

Me parece terrible la conversación entre José Luis Ábalos y Koldo García sobre qué mujer elegir, pero me parece peor que eso ocurra de manera abierta y dentro de la normalidad, como si estuvieran decidiendo qué comida o bebida pedir. Por eso veo aún más preocupante que una parte de la izquierda y del feminismo defienda que los hombres mantengan sus privilegios históricos para comprar y usar el cuerpo de las mujeres, bajo el argumento de que ellas son libres para decidir hacerlo, como si la prostitución hubiera sido una libre aportación histórica de las mujeres al catálogo de la convivencia.

Me parece terrible la conversación entre Ábalos y Koldo García sobre qué mujer elegir, pero me parece peor que eso ocurra de manera abierta y dentro de la normalidad, como si estuvieran decidiendo qué comida o bebida pedir

No tiene sentido que esa misma parte de la izquierda sea capaz de ver todas las desigualdades, discriminaciones, brechas salariales, precariedad laboral… que aún sufren las mujeres, y que en cambio crea que esas mismas mujeres tienen libertad para hacer lo que los hombres les han impuesto históricamente a través del sexo. Sería como aceptar que las mujeres cobraran menos, tuvieran trabajos más precarios, redujeran su jornada laboral para cuidar a la familia… bajo la idea de que deciden hacerlo desde su libertad.

Si no existe libertad en todo lo que el machismo impone y ha impuesto históricamente, tampoco existe libertad para que una de las imposiciones más terribles, como es la cosificación de las mujeres para que los hombres satisfagan sus necesidades y deseos de poder a través del sexo, se mantenga. El problema no está en que una mujer decida ejercer la prostitución, el problema está en una sociedad que crea la opción para que las mujeres vean en el ejercicio de la prostitución una alternativa laboral fruto de su libertad. Nadie elige entre lo que no es posible elegir.

Por eso los hombres de hoy eligen contratar los servicios que se ofertan y mantener relaciones sexuales con mujeres que ejercen la prostitución, como lo han hecho a lo largo de toda la historia.

La historia cambia cuando la hacemos cambiar, no cuando pasa el tiempo. El tiempo es la razón y la estructura que da sentido a la historia. Lo de siempre no debe ser para siempre cuando afecta a los Derechos Humanos.

La peor corrupción no es la que trafica con dinero, sino la que corrompe la convivencia y mantiene la desigualdad sobre la superioridad de los hombres hasta el punto de permitir que puedan comprar y usar el cuerpo de las mujeres, al tiempo que hace creer que ellas son libres para decidir hacerlo. Por eso la sociedad responde como vemos en los casos conocidos, y en lugar de cuestionar la prostitución se critican aspectos secundarios como la conversación, la fiesta en la que se utiliza, el acompañamiento de drogas… y otras cuestiones que en el fondo demuestran la normalidad y la aceptación de una prostitución que hace que cada día miles de hombres recurran a ella para ser y sentirse más hombres.

Según el Diccionario de la Lengua Española, “corromper” es “echar a perder, depravar, dañar o pudrir algo”, de manera que la desigualdad corrompe la convivencia y los valores democráticos recogidos en nuestra Constitución. La prostitución no sólo es una demostración de la corrupción social y cultural, sino que, además, tiene el efecto de corromper y perpetuar la situación. Es lo que lleva a que muchos jóvenes hoy ya no quieran princesas, y quieran prostitutas.

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Miguel Lorente Acosta es médico y profesor en la Universidad de Granada y fue Delegado del Gobierno para la Violencia de Género.

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