Controles en el Congreso

¿Se puede decir “fascista” o “filoetarra” en el Congreso? Depende (y eso no convence a nadie)

La presidenta del Congreso, Meritxell Batet, y el vicepresidente primero, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis.

La ofensa personal. Ese es el límite que ha marcado la Presidencia del Congreso —que dirige el órgano de gobierno de la Cámara Baja— a la hora de reprender a los diputados. La escalada verbal que se ha producido en la última semana, auspiciada por la extrema derecha, ha forzado a la presidenta de la Cámara, Meritxell Batet, a mostrarse más contundente, aunque lo cierto es que los castigos no van más allá de eliminar algunas palabras del diario de sesiones o impedir a los oradores que continúen sus discursos. 

Esta decisión llega después que varios grupos de la izquierda denunciaran la pasividad de Batet ante los desmanes de Vox, especialmente tras el ataque machista de la diputada Carla Toscano sobre la ministra Irene Montero. El cambio de actitud se ha saldado con reprimendas por parte de Batet hacia el resto de grupos. “Subir a esta tribuna tendría que ser algo sagrado”, señaló el jueves tras la dura intervención de una diputada de Vox, Patricia de las Heras, que acusó al Ejecutivo de coalición de ceder “ante comunistas, separatistas, golpistas, malversadores y filoterroristas, además de pederastas y violadores”. 

La presidenta del Congreso no interrumpió a la diputada ultra pero tomó la palabra para lanzar su reproche colectivo. “Mientras siga habiendo diputados con la única voluntad de ofender a otros diputados y grupos parlamentarios y a los ciudadanos que representamos, no vamos a poder llegar al nivel de parlamentarismo que merece la democracia española “, manifestó.

Su segundo de abordo, el vicepresidente Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, optó por la misma estrategia. Después de que otro parlamentario de Vox, Rodrigo Jiménez, utilizase los mismos apelativos que su compañera de escaño con menciones a los “enemigos de España”, Gómez de Celis aseguró que "cada vez que se produzca una ofensa a cualquiera de los grupos de esta Cámara, bien sea fascista o bien cualquier otro término, será retirado del diario de sesiones".

Sus palabras desconcertaron a los grupos que forman parte de la izquierda parlamentaria, desde Unidas Podemos a Bildu, ya que, en primer lugar, nadie había utilizado el término fascista durante esa sesión y, en segundo lugar, no consideran que fascista sea un insulto. Tal y como defienden estas formaciones, la palabra fascista se utiliza para describir una ideología al igual que comunista o socialdemócrata. 

¿Fascista no pero comunista sí?

El portavoz de Unidas Podemos, Pablo Echenique, aseguró que “prohibir” que se diga fascista en el hemiciclo es “una limitación de la libertad de expresión”. Su homólogo en ERC, Gabriel Rufián, también considera que equiparar que se llame fascistas “a quienes dicen que un gobierno elegido democráticamente es el peor en noventa años” con decirle a una ministra que lo es “por estar con quien está” es “un enorme error que solo fomenta algo terriblemente peligroso para la izquierda”, el mantra de que “todos son iguales”.

Estas formaciones rechazan la “equidistancia” de la Presidencia del Congreso y demandan que Batet focalice sus críticas en Vox quien, a su juicio, trata de embarrar el debate parlamentario en aras de conseguir protagonismo. En el equipo de la presidenta defienden que el resto de grupos deben hacer un “esfuerzo extra” para no caer en el lenguaje de la extrema derecha.

Este viernes el propio Gómez de Celis ha explicado que el criterio que utilizan para decidir si se elimina una u otra expresión del diario de sesiones es el de si se trata de un término ofensivo. “Nosotros no entramos en el hecho de que esos términos sean ciertos o no, no entramos en esa catalogación. Entramos en que hay una evidencia o una idea de intentar ofender a otro grupo parlamentario, y el otro grupo parlamentario se siente ofendido; y, por tanto, lo que tratamos de hacer es evitar esa ofensa”, ha resumido en declaraciones a la Cadena Cope.

El vicepresidente primero le retiró la palabra a la diputada ultra tras negarse a retirar la expresión “filoetarras”. Una decisión que ha defendido este viernes. A su juicio si Bildu fuera un partido filoetarra —como así afirma continuamente Vox— “no podría estar en el Congreso de los Diputados porque la ley de partidos que aprobó el PP lo prohibiría. Por tanto, desde un término estrictamente legal, no existen”, ha zanjado.

Sin embargo, otros miembros que también forman parte del órgano de gobierno del Congreso consideran que, a su juicio, no hay que retirar del diario de sesiones expresiones como “fascista, comunista o filoetarra”: “Ahora sí, cortaría de raíz toda ofensa personal o falta de respeto. Se acabó”, aseguran fuentes de la Mesa en conversación con infoLibre. Asimismo, consideran que “está muy mal” cargar públicamente contra la autoridad de la Presidencia.

No hay un criterio fijo

Según apuntan fuentes de la Mesa, Batet no ha establecido un criterio fijo para determinar qué términos se pueden utilizar en la Cámara Baja. "Lo hemos hablado pero no hay directrices. Es una decisión de quien preside", trasladan. Una segunda voz añade que "no se pueden dar instrucciones" al resto de miembros de la Mesa y que hay que tratar de actuar "con ecuanimidad". "Tienes que reaccionar al distante y eso es muy complicado", resumen.

Fuentes de Presidencia justifican esta decisión amparándose en que "quien ostenta la presidencia es quien decide en cada momento qué se hace" y que todo "depende del momento, del contexto y del ambiente". Batet prefiere no "cortar las intervenciones" e intervenir después para "no contribuir a la escalada".

Si Batet no se encuentra presencialmente en el hemiciclo, es Gómez de Celis quien ejerce sus funciones por ser el vicepresidente primero de la Cámara. Si ambos se ausentan le corresponde a la diputada Ana Pastor, del PP, ostentar la presidencia, un cargo que desempeñó hasta las elecciones de 2019. Si ninguno de los tres puede, el turno pasaría a Gloria Elizo, diputada de Unidas Podemos.

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A juicio de la presidenta del Congreso el buen clima no dependerá tanto de si se endurece el Código Ético del Congreso —una propuesta que realizó el portavoz de los comunes, Jaume Asens el pasado martes— sino de la "buena voluntad" de sus señorías. Fuentes de Presidencia se muestran "preocupadas" y aseguran a este periódico que "todos" deben poner de su parte.

Desde Podemos abogan por endurecer la respuesta contra Vox y creen que Batet debería aplicar el artículo 106 del reglamento de la Cámara Baja, que establece que “cualquier persona que en el recinto parlamentario, en sesión o fuera de ella y fuese o no Diputado, promoviere desorden grave con su conducta de obra o de palabra, será inmediatamente expulsado”. Y añade: “Si se tratare de un Diputado, el Presidente le suspenderá, además, en el acto en su condición de Diputado por plazo de hasta un mes, sin perjuicio de que la Cámara, a propuesta de la Mesa y de acuerdo con lo previsto en el artículo 101, pueda ampliar o agravar la sanción”.

Fuentes de la formación aseguran que elevarán una queja en próxima reunión de la Mesa del Congreso para tratar de establecer una diferenciación entre apelativos de corte político como fascista y alusiones personales como el ataque machista que se produjo contra Irene Montero que busquen socavar el honor de diputados o miembros del Gobierno.

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