No todos los hombres… pero cualquier hombre Beatriz Gimeno
Se acaba el año, empiezan los balances y todo está lleno de espinas, la tristemente famosa polarización lo ocupa todo, envenena titulares, inflama los discursos, vulgariza las instituciones con la mala educación de muchos parlamentarios, eriza las tertulias periodísticas y, según un estudio sociológico reciente, hasta crispa las cenas de estos días de Navidad: la confrontación ideológica ya ha roto numerosas familias y amistades, se estima que un catorce por cientos de las y los españoles se han distanciado de su círculo más íntimo a causa de las incesantes y acaloradas discusiones políticas que mantenían con él. Malas cosas, todas ellas. La Transición ya no es un espíritu sino un espectro, la única consigna es que al enemigo ni agua y se ha pasado del debate al combate y del talante al p´alante. Qué nivel.
No olvidemos nuestra propia consigna de que la democracia consiste en no dejar a nadie atrás ni sin ayuda
La paradoja es que el país va razonablemente bien, no para todo el mundo y eso es lo que tiene que cambiar –no olvidemos nuestra propia consigna de que la democracia consiste en no dejar a nadie atrás ni sin ayuda–, pero las cifras son buenas en general y a casi todos los niveles y fuera de España los halagos al Gobierno y al presidente son continuos, como lo es la definición de España como el actual motor económico de Europa, por mucho que una parte significativa de los medios de comunicación a veces los oculten. Ese es otro asunto, la invasión de la prensa por parte de intereses espurios e infiltrados ajenos a la información, pero no es menos preocupante. Igual que no lo son las sospechas sobre la imparcialidad de la Justicia o sobre la independencia de la UCO, fomentadas por una serie de arbitrariedades de unos y supuestos olvidos de otros, aparte de por la evidencia de que parece haber dos velocidades: para el fiscal general o la esposa del presidente todo es rápido e infatigable; para el novio de Ayuso o el antiguo ministro de Hacienda del PP, Cristóbal Montoro, los investigadores son más lentos que el caballo del malo. Y mira que si las acusaciones y sospechas que se han lanzado contra el alguna vez todopoderoso jefe del fisco llegaran a confirmarse estaríamos, y mira que el título tiene aspirantes, ante el mayor escándalo de nuestra historia reciente.
Y aquí siguen, un año más, dos de los grandes problemas de nuestro sistema, la corrupción y el abuso de poder contra las mujeres, que siguen recibiendo el acoso de jefes impresentables, hipócritas, machistas y rijosos que deberían salir a la voz de ya de las instituciones y los partidos, porque degradan unas y otros. Esas dos lacras se dan a derecha y a izquierda, y ni en una ni en la otra se consigue implantar la famosa tolerancia cero. Está en duda que se trate de casos aislados, pero no que la solución tendría que ser común. No lo será mientras cada uno se rasgue las vestiduras ante los casos del adversario y tape o justifique los propios.
Ojalá 2026 cambie las cosas, baje el volumen y la convivencia se haga más amable. Les deseo lo mejor a todas y todos.
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