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‘La gloria’, la satisfacción de una venganza salvaje

Fotograma de la serie 'La gloria'.

Muchos espectadores todavía nos sorprendemos y disfrutamos al descubrir las diferencias en la forma de contar sus historias de ficción de guionistas coreanos respecto a otras nacionalidades. Lo hicimos con El juego del calamar, la distopía salvaje que sorprendió al mundo hace dos años y que volverá de nuevo dentro de poco tiempo y a partir de ahí cada espectador o espectadora tirando de su propio hilo, a veces llevados por los algoritmos que recomiendan series, a veces buscándolas activamente ha podido encontrar numerosos títulos en las plataformas.

Historia de una venganza

La Gloria, en Netflix, aparece como estupendo ejemplo. Un relato intenso y que va a por todas sobre una elaborada venganza. Se trata de una miniserie de una duración inusual para los estándares europeos o americanos, dieciséis episodios. En ellos se reúne una mezcla de géneros a la que tampoco estamos muy acostumbrados.

Con una estructura de obra única, con su introducción, nudo y desenlace, se asemeja a un thriller con elementos de terror, drama o romance. Pero, por otro lado, su larga duración para este esquema la hace parecer a veces un novelón o incluso un culebrón concentradísimo.

Una versión muy salvaje de ‘El conde de Montecristo’

Probablemente porque se parece menos a otras series y recuerda sobre todo a las dieciocho entregas en las que se publicó la novela El conde de Montecristo, de Alexandre Dumas y al relato de las desventuras que vivió su personaje Edmundo Dantès.

Recuerda a la novela en su estructura episódica y en su historia. Ambas obras cuentan primero un tremendo calvario, después la metamorfosis de la víctima del mismo en una persona renacida y cegada por una misión y culminan con la sistemática e implacable venganza. Incluso algunos hitos específicos de esta revancha de la víctima se parecen notablemente en El conde de Montecristo y La gloria.

Violencia y acoso escolar

En el caso de la serie coreana, su protagonista, Moon Dong-eun, fue una joven de un entorno humilde y con una madre incapaz de cuidarla que sufrió un acoso escolar en grado extremo.

A partir de entonces consagra su vida a elaborar un sofisticado plan para vengarse de los agresores, sobre todo la insensible líder de la pandilla, y sus cómplices. La serie se produce en la edad adulta de víctima y culpables, con saltos al pasado para explicarlo.

Villanos pijos a la coreana

Los agresores pertenecen además a las élites coreanas, aquellas de las que se burlaba la canción de éxito mundial Gangnam style. Adictos a las marcas de lujo europeas, a la cirugía estética, a la ostentación del dinero y al desdén.

La gloria del título es explicada en boca de la protagonista, que la hace equivaler al honor, como algo de lo que solo pueden disfrutar los honestos, algo que hay que arrebatar a los malvados hasta que caigan en el escarnio público.

Épica absorbente

Y con esta épica, la de unos malos tratos bárbaros, unos culpables odiosos pero morbosos y una heroína sobria con una determinación monumental si se entra en la serie ya no se puede salir ni un momento hasta terminarla.

Porque la apuesta va con todo. Sin contención. Cada hecho se produce en grado superlativo. Y aunque se caiga en el exceso a veces, o en alguna contradicción, la serie tiene la capacidad de absorber la atención, de implicar emocionalmente y de captar totalmente en su intriga.

Gran calidad audiovisual

Y esa es parte de la gracia de algunas series coreanas, la seguridad de sus autores en sus propias apuestas. No hay distancia, no hay prudencia al contarlas. Si se decide ir por un camino no se abandona por un segundo y así se consigue una enorme intensidad en el género que se propongan. Droga dura.

Además, la producción funciona impecablemente, con oficio, con un buen presupuesto, con medios y recursos brillantes. Tanto la realización, como la fotografía, el reparto o la banda sonora.

¿Es peor ser madre de una víctima o de un culpable?

La autora de este denso, negro y atractivo guion es la escritora Kim Eun-sook. Afirma que pensó en desarrollar el proyecto a partir de la pregunta que le hizo su hija: “Qué preferirías, que yo diese una paliza de muerte a alguien o que me la dieran a mí?”.

No supo responder a la pregunta, pero sí fantaseó con que si alguien hiciese ese tipo de daño a su hija emplearía todo su dinero y medios para hacerle pasar por un infierno. En su guion enlaza con agudeza esta lucha por conquistar los territorios de sus enemigos con el juego coreano de estrategia go.

Hay una parte que se escapa como espectadores no coreanos, pero, por ejemplo, la protagonista es una actriz muy destacada de su industria televisiva. Song Hye-kyo tuvo entre otros éxitos del melodrama Geu Gyeo-ool, Barami Boonda o del romance dramático Descendientes del sol, escrito por la misma autora.

Un director culpable de lo que denuncia

Hace unos días, la serie se ha visto envuelta en un escándalo. Su director, Ahn Gil Ho, se ha visto obligado a admitir que cuando iba al instituto en Filipinas él mismo fue culpable de acoso. Según su novia de entonces, cuando le contó algunas bromas que sus amigos le hacían, el ahora director agredió violentamente a algunos de ellos.

Paradójicamente, la producción había repasado los antecedentes de los intérpretes de la serie para comprobar que no hubieran sido acosadores y no verse salpicados por alguna noticia sorprendente según recoge Koreaboo.

Más allá de polémicas La gloria resulta una experiencia justiciera inofensiva. Con su apariencia realista da satisfacción al deseo universal de hacer que los abusones que salen victoriosos e impunes de sus crueldades muerdan el polvo, que lo veamos y que se les borre la sonrisa de la cara. Dulce venganza, cruel venganza.

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