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'The thick of it', la serie imprescindible que por fin puede verse en España

Fotograma de la serie 'The thick of it'.

Los aficionados a las series y los amantes de la política estamos de celebración. Por fin puede verse en España la serie más corrosiva, divertida, política y políticamente salvaje de los últimos años, la británica The thick of it.The thick of it El título, que significa algo parecido a 'en el meollo' o 'en el ojo del huracán' está disponible al completo en Filmin.

Su creador es el mítico satirista escocés de padre italiano Armando Iannucci. El guionista y director ofreció a la BBC Two actualizar las exitosas y también brillantes Sí, ministro y Sí, primer ministro (esta última en Filmin), ambas de la década de los años ochenta, en un concurso de promoción de comedias de situación. Su proyecto fue el ganador y la serie resultante se emitió entre 2005 y 2012 en temporadas a la británica, caóticas según los criterios del resto de mercados televisivos. La primera entrega constó de tres episodios, la cuarta de siete, por ejemplo.

The thick of it se grabó con cámara al hombro, al estilo de falso documental que The office había actualizado pocos años antes. Esta técnica se adoptó probablemente entre otros motivos por el escaso presupuesto de producción. El resultado es un poco agobiante, muy oportuno, con el objetivo casi tropezando con los personajes, sin aire entre ellos y los espectadores, que se ven sumergidos en las oficinas, los coches, los pasillos ministeriales. La puesta en escena, sin ser feista como en otras ficciones televisivas del país, si es realista, con despachos rebosantes de papeles desordenados y muebles sin estilo, con personajes que no parecen haber visitado una peluquería en meses, sin el embellecimiento tan característico de las producciones americanas.

Pero lo medular en una serie con muchas virtudes es la relación entre el personaje de Malcolm Tucker, asesor principal del primer ministro, interpretado por Peter Capaldi, y el Ministerio de Asuntos Sociales y Ciudadanía, que solía ser el equivalente a una secretaría de estado y ha sido promocionado en el último cambio de gobierno, habitado por un exhausto alto cargo y su ansioso equipo.

El ministro del ramo, Abbot, encarnado por Chris Langham, no es, desde luego, la estrella del gabinete, y Tucker le visita a menudo, lo cual siempre es sinónimo de malas noticias. Tucker se inspiró claramente, aunque sin referenciarse expresamente, en el asesor de Toni Blair, Alastair Campbell, absolutamente clave en el equipo del mandatario. En la serie aparece como un perro rabioso que se abalanza sobre el despacho del ministro para destrozarle cuando comete un error que compromete al gobierno. Una licencia fantástica que se toma la serie es que parece que los despachos de ambos políticos están en direcciones cercanas, y Campbell, que usa su teléfono como arma, prefiere aún las broncas cara a cara, con lo que se tira a las calles con enormes zancadas hacia el ministro y su equipo.

Su personaje ha sido definido como un Mozart de los insultos, y ya sólo por ellos la serie merecería verse. No fue un asunto que trataran a la ligera los artífices del texto. Uno de los escritores fue fichado inicialmente como “consultor de tacos” y su labor consistía entonces en añadir colorido y chispa a las retahílas de obscenidades que dicen los personajes. Por otro lado, aunque la base del guion llegaba casi intacta a la emisión, en esta grabación Iannucci daba un margen amplio a los actores para improvisar, lo que añadía naturalidad y fuerza a los diálogos.

Volviendo a Tucker, este siempre se cobra los errores del Ministerio con sacrificios humanos, pero su manera de encontrar la víctima propiciatoria nunca es lineal, siempre es especialmente retorcida y endiablada al tiempo que ingeniosa. De ahí que la comedia resultante no se base tanto en chistes sino en crescendos, lo que la hace mucho más espectacular y superior en términos de construcción del guion.

La presencia Tucker como asesor también fue una de las claves en el concepto original de la serie, ya que por primera vez se retrataba los modernos spin doctors,spin doctors o asesores con poderes indefinidos, pero grandes, que desde entonces se han hecho clave para numerosos políticos. Sus atribuciones irían desde las de un jefe de gabinete, a veces en la sombra, otras veces nombrado oficialmente, hasta las de un responsable de comunicación y relaciones públicas prácticamente con licencia para matar. Miguel Ángel Rodríguez con Isabel Díaz Ayuso, Iván Redondo hasta hace poco en el Gobierno de España, Steve Bannon en el primer periodo de Donald Trump o Dominic Cummings, arquitecto en la sombra del Brexit y asesor íntimo convertido ahora en enemigo de Boris Johnson son algunos de los ejemplos más notorios en los últimos tiempos.

Bajo el salvajismo del lenguaje y la violencia verbal y laboral de la serie se tiene la satisfactoria sensación al verla de que la sátira esconde mucha verdad. El ministro Abbot está desbordado por su cargo y carece de una gran visión, pero tiene el instinto de supervivencia desarrollado en largos años de oficio. Sus ayudantes luchan por sus puestos de trabajo en un sector que carece de la movilidad de la empresa privada. Aunque hay un puñado de excepciones, no es fácil cambiarse de partido, la apuesta por uno para toda una carrera suele ser más estable que el propio matrimonio, lo que obliga a transigir con una situación incómoda tras otra.

Incluso el personaje de Tucker, por encima de su brutal falta de escrúpulos, es magnífico tratando de mantener al Gobierno a salvo, negociando con o mintiendo a los medios de comunicación para que den las noticias de la mejor manera, o al menos no de la peor y haciendo malabares para que los logros del gabinete oculten los errores de bulto.

Este virtuosismo deslumbrante entre lo grotesco y lo absolutamente real requirió mucho esfuerzo. El equipo de guionistas que se creó para The thick of it rebosaba talento. Se trataba de un grupo que trabaja al estilo de las series americanas, reuniéndose y haciendo parte del trabajo en conjunto. Muchos de ellos, han colaborado juntos en proyectos posteriores de Iannucci, como la divertida, aunque menos mordaz VeepVeep, con la gran cómica Julia Louis-Dreyfus, situada en la vicepresidencia de los Estados Unidos, la también recomendable película La muerte de StalinLa muerte de Stalin, y especialmente otra producción cinematográfica, In the loop, de 2009, muy heredera de esta serie.

En ella se centran en el origen de la Guerra de Irak, hurgando en la mentira original sobre la existencia de armas de destrucción masiva en el país. Precisamente Alastair Campbell, el asesor de confianza de Blair, fue públicamente acusado, aunque exonerado, de ser el “fabricante” del informe que señalaba sin pruebas, como luego se vio, la existencia de esas armas que justificaron la invasión.

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In the loop también puede verse en Filmin y en Movistar+In the loop, y reúne actores de Veep y de The thick of it, con el trasunto de Campbell interpretado otra vez por Peter Capaldi. Cuenta además con la siempre imponente presencia de James Gandolfini.

Y el equipo de guionistas de The thick of it aún incluía otro miembro de prometedora carrera, Jesse Armstrong, al que debemos la creación de otra de las mejores series que se siguen produciendo en la actualidad, la también feroz sátira Succession, cuya tercera temporada se estrenará en HBO el próximo 18 de octubre.

Tirando del hilo de la serie creada por Iannucci podría verse también la película BrexitBrexit, en la que los asesores británicos muestran toda su potencia, ahora apoyados por la ingeniería asociada a las redes sociales que les permite manipular a los electores sin el escrutinio del conocimiento público general. Deudora del mundo Iannucci es la propuesta española inspirada en The thick of it y Veep, Vota Juan, en su segunda temporada llamada Vamos Juan Vamos Juany en la tercera Venga Juan.Venga Juan Ésta última se estrenará próximamente en HBO Max. En esta versión los protagonistas, Javier Cámara y María Pujalte, dan solvencia a la propuesta de Juan Cavestany y Diego San José, con Borja Cobeaga, situada en un ministerio de agricultura imaginario.

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