¡Ni mu!... solo estamos limpiando
Escuchando la radio mientras desayunaba, me enteré de que Israel había convocado a la embajadora española para afearle la actitud de Pedro Sánchez en el Congreso haciendo suya la palabra que empleó Rufián: genocidio. Si fuese ingenuo me pondría a explicar que un genocidio es cuando las víctimas descuartizadas por una bomba yacen ahí donde les alcanzó, cuando a los niños solo les queda la piel sobre los huesos, cuando el bullicio estalla en los puntos en donde se distribuye comida o cuando Israel se propone vaciar Gaza de sus habitantes, pero como no soy ingenuo y el Estado israelita lo es aún menos, no lo haré.
Desde la ruptura unilateral de la tregua por parte del Estado israelí ya son dos mil muertos; los afortunados que aún viven están condenados a la hambruna que el gobierno israelí se encarga de organizar impidiendo la llegada a Gaza de todo producto de primera necesidad. La guerra de Netanyahu no es una guerra contra Hamas, es una guerra de purificación étnica con el único objetivo de zanjar toda posibilidad de que un día exista un Estado palestino bien sea en Gaza o en Cisjordania.
Que los principales dirigentes europeos derramen lágrimas de cocodrilo y se planteen el reconocimiento de un Estado palestino es pura hipocresía. Al parecer, incluso Trump estaría irritado por su espantapájaros Netanyahu. No obstante, digan lo que digan los dirigentes imperialistas, está claro que estos apoyan a Israel, apelando al derecho del pueblo judío de poseer también su Estado.
La guerra de Netanyahu no es una guerra contra Hamas, es una guerra de purificación étnica con el único objetivo de zanjar toda posibilidad de que un día exista un Estado palestino
La política de Netanyahu no solo es criminal para los palestinos, sino también para la propia población israelí. No es extraño ver manifestaciones por parte de la población israelí para denunciar lo que está pasando y tampoco que algunos reservistas se nieguen a incorporarse a filas. En realidad, son rehenes de esa política maximalista guerrera obligándoles a vivir atrincherados.
La paz no se edifica ni llenando los cementerios ni condenando a centenares de miles de personas al éxodo masivo, al contrario, eso se consigue poniendo término a la opresión y desmantelando las colonias.
Las organizaciones sionistas de extrema derecha, como las organizaciones reaccionarias islamistas, intentan acreditar la idea de que la coexistencia pacífica entre el pueblo israelí y el pueblo palestino es imposible. Nada más falso.
Los Estados imperialistas han erguido fronteras artificiales en el conjunto de Oriente Medio dividiendo los pueblos y enfrentando a unos con otros: israelíes contra palestinos, árabes contra kurdos, mayoría sunita o chiita contra minorías cristiana, drusa o alauita. Solo una federación de dichos pueblos, en la que todos serían reconocidos y gozarían de los mismos derechos, pondría fin al estado de guerra permanente.
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Mario Diego Rodríguez es socio de infoLibre.