El cine español es tan bueno que empata en los Goya: 'El 47' y 'La infiltrada' comparten gloria 'ex aequo'

El actor Eduard Fernández acompañado por su hija, Greta, tras recibir el Goya a ´Mejor actor protagonista´ por su trabajo en ´Marco´ en la 39 edición de los Premios Goya.

Dos películas como dos soles. La infiltrada sobre ETA. El 47, sobre la lucha vecinal (en catalán). No ha habido manera, y es algo inédito, de desempatar y así está bien. Dos historias que son vidas. Tantas y tantas vidas. En defensa propia todas. En legítima defensa, sin duda. Premio 'ex aequeo' para ambas cintas a Mejor Película, algo que jamás ha ocurrido pero, por qué no, apropiado en un año en el que está claro que el público ha acompañado. Y es justo, así está bien. Qué bien. Porque son dos películas, que sí, como dos soles allá en todo lo alto, tan naranjas. Viva el idilio con la taquilla, refrendado en los Goya porque sí sin posible desempate.

Esta ha sido la primera vez en la historia de estos premios en que el galardón más importante, el de Mejor Película, se reparte entre dos títulos. Imaginen la cara de quien esto escribe. De madrugada. Vaya ictus, por la cara. Pero merece. Un poquito, por seguir la broma. El 47, una historia de héroes anónimos de la clase obrera, basada en hechos reales y dirigida por Marcel Barrena, se ha llevado también los Goya a mejor actor y actriz de reparto, para Salva Reina y Clara Segura, dirección de producción y efectos especiales. La infiltrada, el filme basado en la historia real de una policía que engañó a ETA, se lleva también el de mejor actriz para Carolina Yuste. Quien no haya visto estos peliculones, tiene un problema a subsanar con urgencia. Botón rojo en el pecho.

El palmarés ha estado muy repartido. Segundo premio de Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez, se ha llevado mejor dirección, sonido y montaje. El mismo número de premios ha ido para La habitación de al lado de Pedro Almodóvar, que ha ganado mejor guion adaptado, música y fotografía. Para La virgen roja de Paula Ortiz han sido los de vestuario y dirección artística y también se ha llevado dos, canción original y mejor documental, La guitarra flamenca de Yerai Cortés de Antón Álvarez (C. Tangana). El Goya a mejor actor protagonista ha sido para Eduard Fernández por 'Marco', película que también se lleva el premio al mejor maquillaje y peluquería, y el de mejor guion original ha ido a parar a Casa en llamas, dirigida por Dani de la Orden. El 47 gira en torno a Manuel Vidal, un conductor de autobuses y sindicalista que en la Barcelona de los años 70 luchó por llevar el transporte público al barrio de Torre Baró.

Volvamos al principio una vez enumerados los galardones con los que brindarán ellos y bien ganado lo tienen. Aquí, en el mundo real que no se ve en cinemascope, ha pasado de todo. No tanto como ese giro de guion final, infartante por inexplicable. Mañana se lo cuento a mi madre y no me cree. Esto sí. 'Free Palestina', ha exclamado Miguel Ríos al final de Bienvenidos. Así ha empezado la 39 edición de los Premios Goya, con Granada engalanada, y Leonor Watling y Maribel Verdú como maestras de ceremonias recordando las víctimas de la dana: "Nos unimos a vuestro dolor, queremos estar con vosotros". Tampoco ha bajado el pistón Aitana Sánchez Gijón, Goya de Honor: "Como dijo Marisa Paredes -lógicamente reivindicada en varias ocasiones- 'no hay que tener miedo a la cultura, hay que tener miedo a la indiferencia, la mentira, el fanatismo, la violencia y la ignorancia'. Y hay que que tener miedo a los nuevos imperialismos y a las limpiezas étnicas". 

"América es un sitio oscuro", dijo (y poco más aparte de invocar a dios seguramente en vano), Richard Gere al recibir el Goya Internacional a toda su trayectoria en una una ceremonia por lo general anodina, que te la hace Chat GPT. Sin ofender a los guionistas, un descarrilamiento no habría venido nada mal. Un zarandeo loco de autobús subiendo por decreto a Torre Baró con todos los pasajeros gritando y tratando de agarrarse donde sea. Eso no habría venido nada mal. 

Porque no faltaron, claro que no, reivindicaciones a la situación innegociable de Palestina, otras a la crisis de la vivienda, el cambio climático, reflexiones sobre la inmigración, críticas a la ultraderecha. Fue emocionante en algunos pasajes pero, de tanta normalidad, se siente uno como haciendo fuego con dos palos tratando de contar algo no numérico. Pero hubo voces, claro que sí. El actor Salva Reina y la actriz Clara Segura, premiados con un Goya a Mejor Actor y Mejor Actriz de reparto por El 47, respectivamente, reclamaron una vivienda digna porque, por supuesto, eso va de serie en su película. Ese es su alma.

"Por todos los Torre Baró que hay", ha proclamado Reina, absolutamente entregado, emocionadísimo que da gloria verle, para luego reclamar que nadie "se quede sin hogar". Segura, por su parte, ha asegurado que El 47 es "de los vecinos y vecinas de Torre Baró", algo claramente extensible a todos los barrios dignos de llamase como tales. Que son todos. Principalmente los que siguen luchando en 2025, que ahí ya no son tantos. Pero siguen, perviven, persisten, no cesan jamás en su lucha. Solo hay que mirar un poquito hacia los lados.

La que ha ido directa al epicentro ha sido Eva Valiño, por cierto, ganadora del Goya a Mejor Sonido por Segundo Premio. Sin duda ha aprovechado su momento recordando a su hermana Vanesa Valiño, activista y política catalana, una de las fundadoras de Barcelona En Comù y dirigió el DESC, dedicado a la promoción de políticas públicas en ámbitos como la vivienda: "Trabajó toda su vida para que el acceso a la vivienda no fuera un privilegio de unos pocos. Los lugares están vivos y ningún país ni ninguna selva debe convertirse en un centro comercial o un resort' de lujo".

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Reiteradamente invocada durante toda la gala, tuvo Marisa Paredes, solo faltaba, su momento a través las sentidas palabras de su hija, María Isasi, y la atenta mirada del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sentado en el epicentro de la platea, asintiendo, aplaudiendo. Emocionantes sus palabras: "Hemos recibidos muchos mensajes de amor, respeto y admiración. Abrazos de tantas palabras hermosas. Ella se sabía querida, adorada, nunca se imaginó cuanto. Me enseño a respirar, caminar y pensar por mi misma. A volar con el corazón el un puño, ser generosa y agradecida. Saber refugiarme en la poesía, la música y el arte. Y que siempre se puede más y mejor. Y a batallar por lo justo para todos y todas. A hablar por los que no pueden hablar y luchar a pesar del miedo, aunque ella nunca parecía tenerlo". Nada menos que eso dijo, como es normal al borde de las lágrimas, su hija, que siente una ausencia que es un hueco profundo. Profundo. Cada vez más. 

No pudo estar Pedro Almodóvar, jo, vaya. Siempre es ganar el tiempo a la muerte escucharle y mira que va de eso su peli. De decidir y no escuchar tonterías si no nos da la gana. El Goya a Mejor Guion Adaptado por La habitación de al lado, eso sí, lo recogió su hermano Agustín, su voz, su alma misma, con un alegato y una aviso terrible que venimos escuchando tanto tiempo que corremos el peligro de pensar que no será hoy, sino mañana. Pero puede que sea ayer. "Antes o después y me temo que va a ser antes esto se va al garete", leyó Agustín, recordando el papel de John Turturro en La habitación de al al lado, muy crítico con el neoliberalismo y el capitalismo: "Esta advertencia de Turturro se ha hecho realidad. Vivimos tiempos apocalípticos", ha advertido, para luego reiterar el mensaje de su cinta: "El ser humano es dueño de su vida y de su muerte".

"Cuidado, que vienen a caballo", alertó Eduard Fernández, Premio infoLibre a la Cultura 2024. Cómo no, si todo en él es cine. Y siempre se pone en pie, no duda en ello, da igual el escenario, aún llevándose el Goya a Mejor Actor por Marco, un tipo que engaño a todo el personal haciéndole creer que había estado en los campos de concentración nazis. Un hombre "manipulador, estimable a veces, de humanidad difícil de entender", aseveró desde el escenario, premio en mano. Tal es el tamaño de un actor que comprende al interfecto: "No podemos olvidar el peligro del fascismo, el peligro de un saludo ambiguo, de los campos de concentración, los Guantamos, los Gaza. Cuidado que vienen a caballo". Ahí fue, justo después, cuando se desató el desconcierto que se ha domado como buenamente se ha podido, como todo en la vida. Los Goya más locos de nuestra vida. No suena mal eso.

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