David Lynch en cinco películas (y una serie) que cambiaron el cine

"Hay un gran agujero en el mundo ahora que ya no está con nosotros". Así anunciaba en la tarde de este jueves la familia de David Lynch el fallecimiento del genial director. Ya sabíamos que estaba enfermo, pues el pasado agosto salió al paso de los rumores sobre su retirada asegurando que, a pesar de estar aquejado por un enfisema pulmonar, nunca se iba a jubilar. Apenas cinco meses después, se nos va con 78 uno de los cineastas fundamentales del siglo XX.
"Señoras y señores. Sí, tengo un enfisema debido a mis muchos años de fumador. Tengo que decir que disfrutaba mucho fumando y que me encanta el tabaco, su olor, prender fuego a los cigarrillos, fumarlos... pero este placer tiene un precio, y en mi caso es el enfisema. Hace más de dos años que dejé de fumar. Hace poco me hice muchas pruebas y la buena noticia es que estoy en excelente forma, salvo por el enfisema. Estoy lleno de felicidad y nunca me jubilaré. Quiero que todos sepan que aprecio mucho su preocupación. Con cariño, David", escribía entonces, en pleno verano. Pero el invierno llegó para dejarnos congelados. Creador de un universo personalísimo, David Lynch deja para la posteridad, eso sí, una producción fílmica impactante con una serie de títulos imprescindibles del séptimo arte.
Cabeza borradora (1977)
Un clásico de cine experimental que nos cuenta la historia de Henry Spencer, un hombre que vive en un mundo industrial, claustrofóbico y oscuro, al que su expareja le comunica que ha dado a luz a una criatura deformada. El protagonista se queda finalmente solo, ante la desesperación de ella, en la dificultosa tarea de los cuidados en un entorno grotesco, sórdido y decadente, entre lo real y lo onírico. Cine de terror de la mejor escuela para esta ópera prima tan poco convencional.
El hombre elefante (1980)
Lynch fue cuatro veces nominado a los Oscar de Hollywood como mejor director, la primera de ellas por su segundo largometraje, este El hombre elefante. Otra historia, basada en este caso en hechos reales, con un protagonista gravemente deformado, Joseph Merrick, que vivió en Londres en el siglo XIX. Rodada también en blanco y negro por aquello de resultar todavía más inquietante, fue un éxito de crítica y público con hasta ocho nominaciones a los Oscar.
Terciopelo azul (1986)
Segunda nominación al Oscar con este film de terror psicológico con elementos de cine negro, sin duda la marca de la casa. De alguna manera se trata de una vuelta los orígenes, marcados por el surrealismo onírico que le terminaron convirtiendo en un cineasta de culto. Protagonizada por Dennis Hopper, Kyle MacLachlan, Isabella Rossellini y Laura Dern, asentó las bases de la galaxia cinematográfica de Lynch.
Corazón salvaje (1990)
Una road movie de toda la vida pero, claro, distinta. Nicolas Cage y Laura Dern son dos forajidos que escapan de todo, Elvis Presley mediante, para sellar su amor también contra todos. Conceptos sobrenaturales y de violencia extrema en una historia de amor, rocanrol, gafas de sol, descapotables y cazadoras de serpiente. Fue Palma de Oro en el Festival de Cannes.
Twin Peaks (1990-1991)
De 'Viva Zapata' a 'Emilia Pérez' o 'Queer', cuando los clichés (y el colonialismo) distorsionan una película
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Mucho antes de que las series de televisión ocuparan un lugar central en nuestras vidas, David Lynch se convirtió en el rey de la pequeña pantalla al crear un título tan esencial como Twin Peaks (solo dirigió episodios sueltos de sus dos temporadas, pero suya es la obra junto a Mark Frost). Se trata de una serie innovadora en su estilo narrativo que rompió con la estructura convencional de episodios autoconclusivos, y nos metió el miedo en el cuerpo con una pregunta que se convirtió en generacional: ¿Quien mató a Laura Palmer?
Mullholand Drive (2001)
Con el cambio de siglo, Lycn recupera la etapa inquietante que le define como cineasta en Mullholand Drive, cinta por la que recibió su tercera y última nominación al Oscar a la mejor dirección (tampoco ganó, y tuvo que esperar hasta 2019 para recibir el Honorífico a toda su carrera). El mejor cine negro, aderezado por la mano del director para desconcertar al espectador. ¿Acaso no va de eso todo esto?