'God save the Emperor'

Marcelo Noboa Fiallo

Cuando el ultratrastornado Javier Milei ganó las elecciones argentinas con una motosierra en la mano para demostrar lo que haría con los servicios públicos, la economía y los derechos humanos, vociferando sin ningún tipo de contención en cada uno de los mítines a lo largo y ancho del país y, sobre todo, sin engañar a nadie; aquellos mítines le avalaron para su discurso de toma de posesión como Presidente de Argentina. No dejó títere con cabeza y así continúa. Le votaron 14,3 millones de argentinos y mantiene intacta la adhesión popular.

En la toma de posesión de Donald Trump, se ha repetido la escena. No ha engañado a nadie durante la campaña electoral y le han votado más de 77 millones de estadounidenses que avalan su discurso y sus propuestas. La diferencia con las elecciones de 2017 es inmensa porque esta vez vuelve al “trono” de la Casa Blanca con más votos populares, más apoyos mediáticos, con Silicon Valley rendido a sus pies, con el Tribunal Supremo a sus órdenes, con el Congreso y el Senado en manos republicanas… Por ello, su discurso, tras jurar sobre la Constitución (perdón, sobre la biblia… en qué estaría yo pensando) dejó a todos aquellos que esperaban un cierto respeto institucional azorados… aturdidos. No gritó (no hacía falta), pero dejar claro lo que iba hacer requería una cierta “solemnidad”. La “solemnidad” del Emperador vengativo, que ha llegado para arrasar con todo lo que huela a derechos civiles, LGTBIQ+, aborto, transexualidad, cambio climático, derecho internacional… Que para eso le han votado 77 millones de compatriotas.

Sabedor de que no sólo le aplaudirían los suyos, en su país, sino también en Europa, América Latina, Rusia, India… porque es el nuevo Emperador que cuenta con los multimillonarios que formarán parte de su gobierno (los que no entran en el gobierno ya le han jurado fidelidad). Va a por todas. No era una bravuconada lo del Canal de Panamá, no era un chascarrillo lo de cambiar el nombre del Golfo de México por el de Golfo de América; no era una baladronada la expulsión de inmigrantes… ¿Y lo de Groenlandia? Probablemente se le olvidó mencionarlo. Todo empezará mañana mismo.

La “solemnidad” del Emperador vengativo, que ha llegado para arrasar con todo lo que huela a derechos civiles, LGTBIQ+, aborto, transexualidad, cambio climático, derecho internacional… Que para eso le han votado 77 millones de compatriotas

Sin ninguna duda, dirán algunos, que es lo que siempre han hecho los gobernantes de Tío Sam. Es verdad, pero el nuevo Emperador actuará como tal, sin subterfugios ni medias verdades (como lo hicieron Nixon o Kissinger en Chile). De frente y si es posible manteniendo el show de la política espectáculo con la firma de más de 100 decretos ante 15.000 fans el mismo día de la jura como 47º presidente y primer Emperador del occidente democrático. 

Empezará pronto también su “compinche”, Elon Musk, con la motosierra a dejar en los huesos al escaso sector público USA, para seguir engordando las arcas milmillonarias (las suyas y las de los aspirantes al club selecto).

“Aquellos que desean detener nuestra causa intentaron quitarme la libertad y la vida. La bala de un asesino me atravesó la oreja. Dios me salvó para hacer a América grande de nuevo” ¿Habrá alguien entre los 77 millones de votantes del nuevo Emperador que no esté de acuerdo con tan mesiánica frase? Probablemente lo habrá, pero no tendrá ningún inconveniente en gritar la nueva consiga que instaura un nuevo tiempo en USA, una nueva era: ¡God save the Emperor! Porque “Dios no permita que viva como un Emperador sin Imperio” (Constantino XI).

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Marcelo Noboa Fiallo es socio de infoLibre.

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