La incertidumbre

Cesar Moya Villasante

Vivimos unos tiempos demasiado convulsos y, al mismo tiempo, desconcertantes con lo que la incertidumbre del futuro del mundo está en el aire. Y ni los analistas más conspicuos se deciden a hacer pronósticos. Ni siquiera los bancos que son los líderes en saber de casi todo.

Pero yo como mero observador me atrevo a hacer adivinanzas y hacer una previsión a nivel mundial por lo mucho que escucho y leo sobre el tema. Y perdón por el atrevimiento no siendo especialista de nada. Simplemente un observador. Está demostrado que la guerra de Ucrania no es la guerra de Putin, en exclusiva. Es cierto que es el malo de la película en este caso y, quizá con razón por los daños que está ocasionando de lesa humanidad. Pero hay más personajes en esta guerra que deben estar interesados en la duración del conflicto. Y no deben estar lejos de Washington, porque el poder de USA y su dólar está en entredicho como factor económico patrón. Porque el yen chino tiene un poder indudable y en el futuro quizá la rupia india se vea ya llegar por el poder tecnológico de ese país. Ya Trump, un hombre tosco y neofascista, quiso imponerse a China atacando a través del control de Huawei, empresa líder de software de móviles y fracaso. Huawei sigue y Trump ya no está. Algo dice esto.

A todo esto, existen muchos intereses en hundir a las sociedades democráticas europeas, incluyendo en ese deseo a líderes europeos también y apoyados por marionetas de ambos como Abascal y algunos otros, quizá ahora en Italia que pregonan su ideología ultranacionalista en un mundo que ya no tiene puertas, por más que muchos quieran cerrarlas. Será una tarea imposible, porque se puede comparar con poner puertas al campo.

Huawei sigue y Trump ya no está. Algo dice esto

Y a todo esto, en medio del deterioro, está China. Un país que se hizo a sí mismo para asombro del resto y de ir en bicicleta ahora están a la cabeza económica del mundo disputándosela a USA, con un poder ruso que no hay que obviar, pero con intereses muy dispares de todos ellos. Lo hizo a través de una ideología extraña que podemos llamar “comunismo capitalista”. Y China tiene un interés enorme en que su producción siga vendiéndose al mundo, ya sea liberal o de cualquier ideología. Porque China lo hace con mucha inteligencia. Despacito y en silencio, si esas palabras pueden explicar de manera caricaturesca el proceso que vivimos. Ellos están comprando el mundo, como África, por ejemplo, con un potencial inmenso y mientras, USA y Rusia no saben si son galgos o podencos, aunque sus perspectivas con también similares, pero con distinto formato. Unos pelean por su poder social, económico y militar, pero China pelea por vender, que es la manera indirecta de colarse en el liderato en un mundo de mercado que todo lo copa. Y para ello necesita compradores, y los otros países están estropeando el modelo porque una guerra destruye en unos años los compradores infinitos.

Esta es la historia de lo que pasa. quizá lo que venga sea una imposición lenta de China en la cabeza del mundo económico por su capacidad productora que muchos aprovechan y ese país debe exportar su producto. Hacerlo a países en guerra no es muy optimista y a un mundo en incertidumbre continua tampoco. Yo creo, y vuelvo a pedir perdón por mi ignorancia de viejo, que, si China actúa y se empeña en dominar el mundo, el único problema es demostrar y no convencer, algo imposible, que ellos son los más poderosos en el tema económico. Tienen más inteligencia por ser un pueblo que se ha hecho a sí mismo, esta ordenado por su ala “comunista” y produce todo con un afán capitalista extremo. Esperemos que así sea porque no creo que este país sea partidario de muchas guerras. El problema es la instalación de una geopolítica del poder en el que esos tres países, y la India en el futuro, deberían tratar de equilibrar una situación como la actual que no conduce más que a la destrucción de la humanidad por la locura del poder de aquellos que parece que lo están perdiendo. Es mucho pedir, ¿verdad?

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Cesar Moya Villasante es socio de infoLibre

Vivimos unos tiempos demasiado convulsos y, al mismo tiempo, desconcertantes con lo que la incertidumbre del futuro del mundo está en el aire. Y ni los analistas más conspicuos se deciden a hacer pronósticos. Ni siquiera los bancos que son los líderes en saber de casi todo.

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