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Matar al joven mensajero

Esperanza Enroico

La imagen es potente, mayúscula, una no sabe si ver ahí una obra de M. Duchamp, una gamberrada de mal gusto o… simplemente, descuido y abandono en un centro educativo. Yo lo confieso, no me resistiría a sacar la cámara. Quizás sea mi pasado profesional como periodista, que siempre está ahí, me envuelve, me construye y me interpela cada vez que veo, siento, huelo, vivo algo injusto, algo que necesita ser contado.

Y hete aquí que un chaval de 16 años, quizás 17, se encuentra esto y tampoco puede resistirse (¿Estará este chaval —llamémosle Xoán— pensando en estudiar Periodismo?). Se olvida Xoán del Decreto autonómico que impide sacar su móvil en el IES en uno de cuyos retretes se ha topado con el duchampiano monumento. Pasa de las normas de su centro escolar, de las advertencias del profesorado. Comete el terrible “delito” de sacar esta foto. Y sigue; insiste, persiste en su falta. Sube la imagen a la cuenta de Instagram que comparte con sus “Mejores amigos”. 

Qué perversidad, Xoán. Cuánta maldad. Comentar, reírte, denunciar o, peor aún, tomar a guasa… lo que pasa en tu Instituto. Cualquier persona adulta habría pasado por ahí y habría pensado: “Mira, un palito en el retrete, con una bolsa negra encima. A ver si lo ve alguien y lo recoge. Yo a lo mío, que esto… es de lo más normal. Ni siquiera me da para comentarlo en la sala del profesorado”.

Y yo —quizás, lo reitero, con la visión alterada por mi ser periodístico— pienso que, si me hubiese pasado a mí a los 16 ó 17 años lo habría contado a los cuatro vientos. Lo habría hecho de viva voz porque no andábamos con smartphones en los bolsillos. Hoy, sin embargo, se los entregamos casi antes que el pan, vemos que canalizan sus relaciones a través de ellos en una simbiosis extraña para muchos de nosotros, y luego parece ser que nos creemos con el derecho a estrangular esa relación y, peor aún, a espiarla cuando nos viene en gana. 

Menos mal que la comunidad docente anda bien atinada. La Dirección, Xoán, te llama a su despacho, te muestra pantallazos de la conversación desatada en vuestro chat por tu irreverente fotografía, le pone un nombre: te dice textualmente que has cometido “un delito” y te sanciona con la expulsión durante un día.

La comunidad educativa está ahí para acompañarte y formarte como un sujeto de pleno derecho, como una persona que piense y pondere, sin confundir la aplicación de una norma con la rigidez de la mano censora que impide que entre el aire fresco

Ay, Xoán. ¿Te llegaste a pensar que con 16 años eras un sujeto con derechos? ¿Que vuestra conversación era solo para los que formáis parte del chat? ¿Que no habría adultos, personas “con cabeza” que sabrían ponderar lo correcto? ¿No ves Xoán que es mucho más grave saltarse la Orden autonómica que os impide utilizar vuestros teléfonos móviles en los centros educativos que espiar un chat entre amigos y violar vuestro derecho a la privacidad y la libertad de expresión?

¡Que te saltaste una norma, Xoán! Que la comunidad educativa está ahí para acompañarte y formarte como un sujeto de pleno derecho, como una persona que piense y pondere, de manera que las personas adultas —y muy especialmente las docentes—, siempre reflexionarán antes de confundir la aplicación de una norma con la rigidez de la mano censora que impide que entre el aire fresco.

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Esperanza Enroico es socia de infoLibre.

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