Portada de mañana
Ver
De la rendición de cuentas judicial al periodismo libre de bulos: la larga lista de reformas pendientes

'La rebelión de las masas'

Thierry Precioso

He terminado de leer La rebelión de las masas de José Ortega y Gasset. Este libro se publicó por primera vez en 1930. El ejemplar que recibí consta de 336 páginas y fue editado por primera vez por Espasa en 1999.

En el “Prólogo para franceses” que terminó de escribir durante el mes de mayo de 1937 en los Países Bajos, el filosofo afirma que no puede dirigirse a la humanidad, que todo auténtico decir es algo que alguien dice a alguien y que en caso de cambiar el emisor y el receptor, también cambia el sentido de las palabras por lo que todo vocablo es ocasional.

Ortega considera que la coincidencia del continente europeo como sociedad es un hecho de muy vieja cotidianidad pero que esta unidad no es una “cosa” sino un equilibrio entre diferentes Estados nacionales y que en caso de perderse esta pluralidad Europa se desvanecería. Al haber observado cierta admiración bobalicona de los europeos respecto a todo lo que proviene de los Estados Unidos, alerta del peligro de que Europa renuncie a su cultura y su futuro. Termina el prólogo definiendo La rebelión de las masas como un ensayo de serenidad en medio de la tormenta.

En el “Epílogo para ingleses” que terminó de redactar durante el mes de abril de 1938 en París, el filósofo observa que veinte años atrás Inglaterra se había embarcado en un peculiar pacifismo que ha fracasado. Ve que el único nexo de unión entre los diferentes pacifismos es de considerar que la guerra es un mal que debe eliminarse. Pero en cuanto al paso siguiente inmediato, los pacifistas discrepan preguntándose si es en absoluto posible la desaparición de las guerras. Observa que la política de desarme de un Estado no significa la paz e incluso puede ser la causa del principio de un conflicto armado. Recuerda que la guerra no es un instinto sino un invento que representa un enorme esfuerzo para resolver ciertos conflictos. De la misma manera que la guerra es algo que se hace, también la paz es una cosa que hay que fabricar poniendo a la faena todas las potencias humanas. Para ello la primera tarea es encontrar una técnica jurídica que empiece por descubrir principios de equidad referentes a los cambios del reparto de poder sobre la tierra. Propone y anuncia el advenimiento de una forma más avanzada de convivencia europea basada en la organización jurídica y política de su unidad.

Pero advierte que se ve que a más corto plazo, unos pueblos ya han tomado la mala costumbre de creerse habilitados para juzgar y denostar a otros pueblos porque son “diferentes”. Ve como muy grave que unas naciones sintiéndose poderosas se permiten de vilipendiar el estilo e incluso la naturaleza profunda de otro pueblo porque es bélicamente o económicamente débil. Y teme que una propensión demasiado egoísta de las opiniones públicas estadounidense y británica impida a sus gobiernos tomar las decisiones más pertinentes.

Este temor del filosofo acerca del posible carácter retrogrado de algunas opiniones públicas fue corroborado por los hechos. Durante bastante tiempo la política expansiva de Hitler gozó de bastante apoyo entre la opinión pública estadounidense y fue solamente después de sufrir el ataque a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941 cuando el gobierno de los Estados Unidos sintió que ya tenía suficiente apoyo popular para entrar en el conflicto.

Aunque habían transcurrido pocos meses desde la redacción del Prólogo para franceses, se nota que al escribir el Epílogo para ingleses Ortega se encontraba algo más preocupado. Le disgustaba observar cómo las opiniones públicas de algunos países dominantes desdeñaban al pueblo español por depauperado e inculto. Por mi parte, tengo la impresión de que el filósofo intentaba influir a los equipos dirigentes Estados Unidos y de Inglaterra para que consideraren en un futuro no demasiado lejano, una acción a favor del restablecimiento de la democracia en España.

Entre el Prólogo para franceses y el Epílogo para ingleses está el tramo principal de La rebelión de las masas que se compone de dos partes. Observa cómo ciudades, casas, trenes, hoteles, paseos, salas de espera de los médicos, playas se están llenando de multitudes. Lo que antes no solía ser problema empieza a serlo casi de continuo: encontrar sitio. La muchedumbre de pronto se ha instalado en los lugares preferentes de la sociedad. Es el advenimiento de las masas al pleno poderío social, considera que es el hecho más importante en la vida publica europea a principios del siglo XX.

El filósofo llama masa a un modo de ser hombre, no tanto porque sea multitudinario, cuanto porque es inerte. Cree que el hombre-masa es el nuevo tipo de hombre que ha empezado a predominar en el mundo. Lo define como todo aquel que no se valora a sí mismo – en bien o en mal – por razones especiales sino que siente “como todo el mundo” y se encuentra confortable con esta percepción. Más allá en el texto vuelve a caracterizar a este hombre-masa de manera aun más abrupta: hombre-masa es aquel que sintiéndose vulgar, proclama el derecho a la vulgaridad y se niega a reconocer instancias superiores a él.

Recuerda que del siglo V a 1800, Europa no consiguió tener una población mayor a 180 millones pero que 1800 y 1914 asciende a más de 460 millones, lo que representa un brinco único en la historia humana. La técnica – junto con la democracia liberal – ha engendrado al hombre-masa en el sentido cuantitativo de la expresión pero también lo ha hecho en el sentido cualitativo y peyorativo del termino.

Es realmente admirable cómo Ortega y Gasset supo transcribir en este libro lo que iba a ocurrir en las décadas siguientes. Por ejemplo, fenómenos como la beatlemanía en los 70 o los atascos peatonales actuales con tanta gente queriendo acceder a la cima del Mont Blanc o Monte Bianco se entienden perfectamente bajo el prisma de este libro.

Es verdad que a menudo las palabras del filósofo resultan algo chirriantes porque pone en evidencia nuestra facilidad para caer en comportamientos tan gregarios... Compara la situación del hombre con la de un naufrago pero en algún pasaje reconoce que si bien la rebelión de las masas puede ser una catástrofe en el destino humano, también puede ser transito a una nueva y sin par organización de la humanidad. Encuentro que este ensayo es sumamente útil porque nos expone de manera nítida un enorme obstáculo para que podamos sortearlo y luego intentar dar con el sendero adecuado...

Después del Prólogo para ingleses, La rebelión de las masas termina con un Apéndice titulado "Dinámica del tiempo". Está compuesto por cinco artículos publicados en el periódico El Sol en 1927.

En estos artículos, recuerda que durante la historia han acaecido muchas épocas especialmente crematísticas pero el dinero, no siendo más que un medio para comprar cosas, encontraba un límite automático debido a cierta escasez de objetos para vender. En cambio con los fabulosos progresos de la técnica y de la industrialización que empezó a implementarse en los albores del siglo XIX se han multiplicado de manera extraordinaria un cúmulo de objetos mercables, de tantas clases y calidades que el dinero puede desarrollar fantásticamente su esencia, el comprar. Por eso a juicio de Ortega, el dinero nunca había tenido tanta importancia en la sociedad como en la época que le tocaba vivir.

También expresa cómo se estaba imponiendo el modelo masculino joven. Al ver fotografías de Hitler, Stalin o Mussolini arengando a multitudes, creo entender a lo que se refería con este modelo. Lamenta la mengua del poder femenino en el imaginario de la sociedad y recuerda con melancolía como en el siglo XII, empezando en Provenza y Borgoña la feminidad lograba imponer la “cortezia” muy distinta a los valores del guerrero y del sacerdote imperantes hasta este momento. Ve en este asombroso cambio la fuerza indomable del “sentir del tiempo” y recuerda que la historia es pendular. Me parece que es bastante claro que el filosofo madrileño anhelaba un futuro femenino.

Para no verme condicionado he leído, de Julián Marías, la Introducción escrita en Indiana University en 1975 y su Postdata redactada en Madrid en 1993. Cree que no se ha entendido del todo bien este libro porque su fama ha propiciado que se tome aislado, separado del conjunto de la obra de Ortega. No dudo de que para los que están familiarizados con la practica filosófica, sea necesario conocer el conjunto de la obra de Ortega y Gasset, pero también estoy seguro de que para los que no leemos nunca o casi nunca ensayos filosóficos, la lectura de La rebelión de las masas es imprescindible.

____________

Thierry Precioso es socio de infoLibre y autor de El desorden de los toldos (2017)

He terminado de leer La rebelión de las masas de José Ortega y Gasset. Este libro se publicó por primera vez en 1930. El ejemplar que recibí consta de 336 páginas y fue editado por primera vez por Espasa en 1999.

Más sobre este tema
>