"Es un material didáctico perfecto": el cómic se empeña en que no perdamos la memoria histórica

Detalle de la portada de 'El abismo del olvido', de Paco Roca.

Entras en una librería cualquiera a curiosear y, sin darte cuenta, acabas en una zona en la que te ves rodeado por cómics sobre la Guerra Civil, Federico García Lorca, nazis, fascistas, la Segunda Guerra Mundial, la resistencia francesa, la posguerra franquista o la historia de Palestina. Grandes temas todos ellos que llaman tu atención con potencia porque pesan y tienen un pasado que reverbera. Todo un universo ilustrado, profundamente documentado y con una misión superior que rápidamente comprendes: convertirse en una herramienta para no perder la memoria histórica. Ojear tan solo uno de ellos al azar abre la caja de pandora y ya no puedes parar, no sabes cuál escoger para ti, cuáles regalar. Ha vuelto a pasar, de nuevo te has gastado más de lo que querías, pero te da igual porque ahora el problema principal es que tampoco sabes por cuál empezar.

Sirva esta situación cotidiana basada en hechos reales (o no) pero que mezcla ficción y realidad (o realidad con ficción) como introducción del tema a tratar: el peso de la memoria histórica en la producción de cómics. Fue en los primeros 2000, con el cambio de siglo, cuando hubo un importante apogeo de la novela gráfica como concepto que en su momento se usaba específicamente para etiquetar a esos cómics que trataban, por así decirlo, temas serios, potentes y totalmente adultos. "Se produjo ese auge de la novela gráfica, que a estas alturas no vamos a diferenciar del cómic y se amplió mucho la oferta y la temática. De repente había cómics históricos, autobiográficos, más sociales... esto lleva ya un recorrido muy importante y por eso ahora lo hemos normalizado totalmente en toda su variedad", resume a infoLibre Héloïse Guerrier, autora y editora de la editorial Astiberri.

"Hasta hace unos veinte años, había determinados temas que era difícil contar por la industria en sí y el formato impuesto por la ella, que solía ser muy férreo, como el típico álbum francés de poquitas páginas, 62 como mucho. Era un formato que te llevaba a historias de personajes, de aventuras, que siempre habían funcionado", explica a infoLibre el historietista Paco Roca. Gracias sobre todo a lo que llamamos novela gráfica y su libertad de formato se empezaron a tratar temáticas impensables hace no tanto: "De repente puedes tener 100, 200, 300 páginas, puedes usar el tipo de dibujo que quieras, y eso ha fomentado que puedas tratar cualquier tema porque existen formatos que te lo permiten. Así, puedes desarrollar con todos los matices historias complejas como la Guerra Civil, que quizás en otra época, de haberlo hecho, como hizo Vittorio Giardino con No pasarán (1999) y toda esa saga, se hizo desde la aventura o desde el 'continuará'. Pero ahora tenemos la oportunidad de enfocarlo desde otros ángulos y por eso ha habido esta eclosión de temas que no eran habituales en el mundo del cómic".

Antes ni por asomo había cómics en medios o librerías generalistas

Cristina Durán

"Ha cambiado mucho la situación de hace quince o veinte años a ahora", tercia la ilustradora Cristina Durán, para empezar porque los medios de comunicación lo "tratan de otra manera". "Antes ni por asomo había cómics en medios o librerías generalistas. Ahora sí, e incluso las grandes editoriales tienen su sección de novela gráfica. Se está empezando a entender que en el cómic se puede contar cualquier tipo de historia y el público mismo también lo está empezando a entender", plantea a infoLibre. A esta transformación creativa y social contribuyó también la creación en 2007 del Premio Nacional del Cómic, que fue a parar en 2008 a Paco Roca por Arrugas, un título sobre el Alzheimer y la demencia senil, y en 2019 a Cristina Durán (junto a su pareja Miguel Ángel Giner y Laura Ballester) por El día 3, una obra que saca del silencio a las víctimas del accidente del Metro de Valencia.

Desde hace unos años el cómic ha salido del gueto. Antes era una cosa muy cerrada para frikis y en un momento dado salta al lector general

Miguel Ángel Giner

De un tiempo a esta parte también están los cómics presentes en las ferias del libro más importantes, en las que todavía quedan, solo faltaba, visitantes despistados. "Cada vez más gente nos pide algún listado de cómics de adultos, pero aún nos pasa estar en una feria y que venga alguien a comprar un cómic para su hija o su hijo de seis años, y le tenemos que decir que mejor que no, que le vas a crear un trauma", bromea Durán, mientras Miguel Ángel Giner apostilla a infoLibre: "Solemos decir que, desde hace unos años, el cómic ha salido del gueto. Antes era una cosa muy cerrada para frikis y en un momento dado salta al lector general. Además, el hecho de que se diga que es cosa de niños tiene una percepción histórica, pues a mitad del siglo pasado hubo una gran censura en Estados Unidos con el código Hays y la caza de brujas de Hollywood, que infantilizó los cómics. Aún hoy arrastramos las consecuencias en Europa y todo el mundo, porque el cómic en aquella época estaba desarrollándose de forma muy potente para adultos, pero le cortaron las alas".

Títulos hay muchos, pero podemos intentar destacar algunos, comenzando por la serie Paracuellos, totalmente pionera pues Carlos Giménez la empezó en 1977 y llegó hasta 2003. Otra: El arte de volar y su secuela El ala rota (ambas de Antonio Altarriba y Kim, editadas en 2009 y 2016, respectivamente). Y más: Jamás tendré 20 años (Jaime Martín, 2016), Dr. Uriel (de Sento, una trilogía empezada en 2013 y continuada en 2015 y 2016), Estamos todas bien (Ana Penyas, 2017), Guerra Civil española (de Paul Preston, con ilustraciones de Juan Pablo García, 2016), Las serpientes ciegas (de Felipe Hernández Cava y Bartolomé Seguí, 2008), Los surcos del azar y El abismo del olvido (ambas de Paco Roca (2018 y 2023) o María La Jabalina (Cristina Durán y Miguel Ángel Giner, 2024).

Esta última obra, en particular, empezó siendo un documental, pero la Concejalía de Memoria Histórica y Democrática del Ayuntamiento de Sagunto se quedó sin presupuesto, por lo que, buscando alternativas, decidieron probar con el cómic. Así les llegó el encargo a Cristina y Miguel Ángel, que hicieron suya la historia al quedar fascinados por su potencia. "En un principio el proyecto era de unas cien páginas, pero nos fuimos a 160 porque nos enamoró totalmente", explica Durán. Porque María La Jabalina fue, recordemos, la última mujer asesinada por el franquismo en la Comunitat Valenciana, en 1942, con tan solo 25 años (fusilada en El Terrer, en el tristemente conocido muro de Paterna).

"En los colegios están trabajando un montón María La Jabalina", apunta Durán, mientras Roca habla igual de El abismo del olvido, pues "hay institutos a los que les ha parecido un material didáctico perfecto para enseñar determinadas cosas". Y continúa de nuevo Durán: "Mi generación ha sabido lo que era la Guerra Civil ya de adultos, nunca nos hablaban de ella a pesar de que nuestros abuelos habían estado ahí. Por eso es importantísimo que todos estos temas y la memoria se traten en los colegios y en los institutos, porque tienen que saber lo que ha pasado y lo que puede volver a pasar si la cosa se tuerce. Además, los cómics nos sirven también para aprender un montón a nosotros mismos. La Guerra Civil era un tema que tenía pendiente y cuanto más a fondo te metes más quieres saber. Me parece muy interesante meterte en temas que nos han ocultado y de los que es necesario conocer".

Y es que los cómics, según destaca Guerrier, efectivamente puede entrar en "escuelas y bibliotecas" porque es un tipo de publicación que, gracias a la imagen, se convierte en un "vehículo muy potente y más atractivo para más gente". "Entra más por los ojos que una publicación más tradicional solo con texto", apunta, aclarando en este punto que más atractivo "para nada quiere decir menos serio" porque, de hecho, todas estas obras llevan muchas "horas de documentación detrás" y requieren, además, un formidable trabajo de "síntesis". "Cuando ves el guion de esas obras o la documentación que conlleva, compruebas que es muchísimo más de lo que luego queda publicado, porque hay mucho trabajo previo. Hay un trabajo de fondo que da cuerpo y veracidad a la obra", explica.

Muestra de la gran calidad que reina en el mundo del cómic es concretamente el caso de Roca, quien ya ha visto cómo su novela gráfica La casa llegaba este año al cine de la mano del cineasta Álex Montoya, quien se encargará de repetir proceso llevando a la gran pantalla El abismo del olvido. "De un tiempo a esta parte, con el auge del audiovisual y las plataformas, se mira muchísimo hacia este mundo del cómic para buscar ideas. Es un medio visual, además, lo cual no quiere decir que un cómic sea un story board, pero sí que es una forma a primera vista de hacerte una idea de cómo podría quedar esa película o esa serie. Eso facilita mucho a la hora de interesar a productores y directores o de conseguir financiación para desarrollar una película", señala el historietista.

El cómic es más libre, por ahora, hasta que se den cuenta de la potencia que tiene y empiecen a fijarse. Puedes contarlo todo y, como la gente que se puede ofender no lee mucho, tampoco les llega

Cristina Durán

Muy importante también es la libertad creativa, pues los autores no tienen "nada" que les "coarte", en palabras de Roca, quien pone en valor también la libertad económica derivada del hecho mismo de que hacer una película sea mucho más caro. "Pero en un cómic puedes hacer ciencia ficción, batallas épicas o lo que quieras, no tiene en principio ningún límite más allá del esfuerzo del autor, y eso hace que sea un terreno visual muy fértil", plantea, antes de que Durán tercie con ironía: "El cómic está teniendo mucho éxito porque los que estamos tratando temas sociales y cañeros lo estamos haciendo con mucha libertad. La producción de un cómic es mucho más económica, porque es guionista y dibujante, o incluso un solo autor o autora, y luego la editorial y la distribución. Eso da más libertad, entre comillas, porque no tienes un productor encima que te está cortando las alas. Puedes contarlo todo y, como la gente que se puede ofender no lee mucho, tampoco les llega. El cómic es más libre, por ahora, hasta que se den cuenta de la potencia que tiene y empiecen a fijarse".

Somos activistas y militantes con nuestro trabajo. A lo que no podemos llegar a pie de calle intentamos llegar con las historias que contamos

Miguel Ángel Giner

A esa libertad creativa se debe que los autores de cómics tienen un compromiso importante con el mundo que les rodea. Cómic de autor, podríamos decir, como de hecho también decimos del cine, la literatura o la canción, para designar obras que más allá de la comercialidad buscan algún tipo de transformación. "Nosotros tenemos claro que somos activistas y militantes con nuestro trabajo. A lo que no podemos llegar a pie de calle intentamos llegar con las historias que contamos y nuestro posicionamiento político, entendiéndolo como forma de interactuar con tu sociedad, no de pertenecer a un partido. Nuestra forma de ser activistas es a través de nuestro trabajo, pero no solo con los cómics, porque cuando hacemos ilustración por ejemplo también ponemos la diversidad en primer plano, las diferentes etnias... trabajamos todo el rato por los valores de los derechos humanos", resalta Giner, a lo que Durán apostilla: "Todo repercute. aunque estés contando una historia lúdica o de aventuras, tiene un trasfondo político".

Todavía no pasa porque, como bien apuntaba Durán, la gente que se podría ofender con este tipo de temas en realidad no lee demasiado pero, ¿llegará el momento en el que empiecen a quejarse de que hay demasiados cómics sobre la Guerra Civil como ocurre como chascarrillo con el cine? Con humor se lo toma Roca, para quien este tipo de comentarios, que "salen desde un determinado sector político, siempre van a estar ahí". Pero puntualiza muy en serio: "Ha habido infinidad de artículos e investigaciones que desmienten todo esto. Películas sobre la Guerra Civil son muchas menos que westerns u otros géneros. En el cómic ocurre igual. Si comparamos los cómics que hablan de memoria con los que hablan de cualquier otro tema, son minoritarios. Que también eso es una rareza, porque es una época muy fuerte y todos los dramas acaban dando muchas historias, y no podemos olvidar que en España hemos tenido una Guerra Civil y una dictadura".

¿Es el enemigo? No, es Gila recordándonos que el 'no a la guerra' está más vigente que nunca

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Y aún continúa el autor: "Ese es nuestro pasado reciente y en cuanto echamos la vista para atrás encontramos que nuestros padres o abuelos han vivido una guerra o una dictadura de posguerra, con lo cual es normal que exista esta temática. España no es una rareza en este aspecto, al contrario, hay pocas obras para el drama tan grande que hemos vivido. Cuando miras la literatura o el cine de otros países con un pasado similar te das cuenta de que ocurre lo mismo. Por ejemplo, en Francia hay un montón de cómics que tratan sobre los colaboracionistas en la Segunda Guerra Mundial o la Guerra de Argelia... y esto es algo que pasa también en Alemania, en Portugal, en Chile o en Argentina". 

En cualquier país hay cuentas pendientes con el pasado. En ningún caso el olvido o el silencio curan las heridas, y por eso estos cómics tienen mucho éxito

Heloise Guerrier

"Es que el pasado forma parte de lo que somos y nos permite entender lo que somos. En cualquier país hay cuentas pendientes con el pasado", agrega Guerrier, para quien "en ningún caso el olvido o el silencio curan las heridas, y por eso estos cómics también tienen mucho éxito, porque al final te permiten dar una perspectiva al presente". Un presente que están padeciendo ahora mismo Durán y Giner como afectados por la dana de Valencia, y del que sin duda harán un cómic ya que "cumple todos los requisitos" para considerarse también memoria histórica: "Es decir, pasa algo y unos partidos políticos, que son los villanos, quieren taparlo para que no se conozca la verdad y nos tocará volver a luchar para que el relato no sea el que marcan los que dominan los grandes medios de comunicación. Seguro que tendremos un cómic de la dana, ya escribí el diario de a bordo y he empezado con el guion. Me apetecía sacar la rabia por algún sitio, es una manera de desahogarte".

Y termina Durán: "Lo triste después de hacer El día 3 es que no pensábamos que íbamos a vivir en primera persona muchas de las infamias que vivieron los miembros de la Asociación de Víctimas del Metro de Valencia. Con las dos manifestaciones que ha habido por la dana hemos acabado en la plaza de la Virgen, que decía yo 'pues mira, por lo menos esta doble página ya la tengo dibujada y solo me falta cambiar las pancartas'. Es increíble la manera que ha tenido la Generalitat de tratarnos ahora, con el mismo ninguneo, maltrato y ofensa permanente hacia la Asociación de Víctimas del Metro de Valencia". Puede que nadie encuentre financiación para contar esta historia adecuadamente, pero más pronto que tarde llegará el cómic a su manera al rescate. Algo necesario y, sin duda, acuciante.

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