¿Quién conoce a José Avello?

José Avello.

La subversión de Beti García - José Avello

Alianza Editorial (2024 - 348 páginas)

Esperad, que quiero ver qué papeles son esos que de tan buena letra están escritos

Miguel de Cervantes — 'Don Quijote de la Mancha'

Esto no es una reseña sobre una novela. Ni nada que se le pueda parecer. Es un manifiesto. Sí, eso es. Un manifiesto. No sé cuántos he firmado en mi vida. Diez o doce mil. O más. Alguna vez llegué a pensar que mi oficio, tan normal o raro como tantos otros, era ése: firmante de manifiestos. No sé si alguna vez sirvieron de algo esas firmas. No creo que muchas. Pero me sentía bien estampando mi nombre al pie del texto donde se explicaban los motivos incontestables de la queja. Y no sólo firmé todos esos manifiestos que les digo, sino que muchos de ellos los leí con mi propia voz al final de las manifestaciones callejeras que los acompañaban. Un honor estampar mi voz al final de la inolvidable manifestación en València cuando la huelga general del 14 de diciembre de 1988. O en la de 2003 contra la guerra de Irak organizada criminalmente por los tres de las Azores. Impresionante ver a tanta gente descontenta con las trapacerías de algunos gobernantes. En muchas más ocasiones leí esos descontentos desde escenarios como los de los Rolling o U2 y también –bastantes más– subido con un megáfono al remolque de un tractor que para mí era sin ninguna duda la tribuna más noble que ustedes puedan imaginar.

Por eso repito lo de la primera línea: esto no es la reseña de una novela titulada La subversión de Beti García, sino un manifiesto a favor de José Avello, su autor y uno de los mejores escritores de la literatura española contemporánea escrita en castellano. Y también, de paso, es una protesta contra la fanfarria de lo que yo llamo literatura Ibex35.

Y es que no saben ustedes cómo se te queda el cuerpo cuando ves cómo triunfan en el ranking de las mejores escrituras del año u otras vanidades libros infumables, unos libros que tendrían que avergonzar, en primer lugar, a quienes los escriben, y al mismo tiempo comprobar una vez más cómo otras escrituras no sólo pasan desapercibidas sino que es como si nunca hubieran existido. No hablo aquí como escritor –según Juan Carlos Onetti sólo se consideran a sí mismos escritores los imbéciles– sino como lector. Porque escribir no es más que el paso siguiente a la lectura. Hay insensatos que presumen de escribir sin haber leído un libro en su vida. Y triunfan. Y hasta salen en la tele. Y hasta se atreven, con absoluta impunidad, a dar consejos a quienes aspiran a publicar sus libros aunque sea pagándoselos de sus bolsillos después de sacar un préstamo bancario a un precio que ni la vieja usurera de Crimen y castigo.

Un repaso a la literatura universal

En 1983, La subversión de Beti García quedó finalista del premio Nadal. Fue publicada enseguida y enseguida desapareció del mapa. Tendrían que pasar dieciséis años para que la editorial Trea la volviera a editar. Tampoco se hundió el mundo y de nuevo la novela y su autor pasaron a engordar la lista excesiva de escrituras y escritores olvidados. O desaparecidos. El neoliberalismo literario no es de ahora, y tanto que no es de ahora. En medio de toda esta travesía del desierto editorial para José Avello llegaría otra fecha cumbre: la publicación en 2001 de su novela Jugadores de billar. Una obra maestra. Hablé de ella en varias ocasiones. Nada menos que la publicó la editorial Alfaguara. Y fue premiada en algunas convocatorias importantes. Y hasta fue finalista en el Nacional de Narrativa. ¿Y qué? A la puta mierda esos reconocimientos. A mí me lo dijo hace mucho tiempo Santos Sanz Villanueva: lee Jugadores de billar, de José Avello.

Le hice caso. Y me colgué de esas páginas –seiscientas por lo menos, y mira que soy poco aficionado a los tochos–, unas páginas que eran de lo mejor que había leído en mi vida. También sería Trea la que reeditó esa novela unos años después. Y tampoco pasó nada. Este podría ser el título de este manifiesto: ¿quién conoce a José Avello? Entre tanta literatura sobre la guerra, sobre la dictadura franquista, sobre los múltiples desastres que provocó el levantamiento fascista contra la República, ¿quién se ha parado a pensar en Jugadores de billar o La subversión de Beti García? ¿Quién? Yo qué sé. Lo que sé es que José Avello se murió en 2015, a los setenta y dos años, y nos dejó dos de las más inmensas novelas de la historia literaria española de los últimos tiempos.

Si Jugadores de billar era algo inusualmente grande en el panorama literario de los comienzos del siglo XXI, puedo decir lo mismo de cuando en la última veintena del XX había hecho su aparición La subversión de Beti García. Yo la pensaba inexistente. No conocía la edición de Trea. La acabo de leer ahora en la reciente publicación de Alianza Editorial. No hay en esta novela inabarcable sólo la historia de varias generaciones de una familia, ni una de las crónicas más extraordinarias sobre la Revolución de Asturias en 1934, ni el acercamiento a la tragedia de la guerra iniciada con el golpe fascista de 1936, ni las consecuencias de esa trifulca en la forma de una de las dictaduras más feroces que ha dado la historia de la infamia contemporánea… Hay en La subversión de Beti García todo eso que les digo. Pero va más allá la aspiración de escritura total a cuyo autor el maestro uruguayo hubiera adjudicado sin ninguna duda la para él tan reducida credencial de escritor. Así a secas: escritor.

Lo que hace José Avello en La subversión de Beti García es un auténtico repaso a la literatura universal. La escritura del horror que nos dejó Edgar Allan Poe con su casa Usher. El retrato victoriano de Jane Eyre y sus oscuros rincones donde se recluye una irrenunciable rebeldía disfrazada de locura. La ironía de la caballería andante, el tiempo comunal de las cerezas o la fantasmagoría de un realismo mágico que nubla las noches en vela de un sanatorio que no es el tan a ratos insufriblemente aburrido de La montaña mágica

Tebeos y literatura popular

Y lo que a mí me parece uno de los logros más irresistiblemente hermosos de esta novela que les estoy contando a mi manera. O sea, a la manera de alguien que se considera no un escritor sino, como también le decía Onetti a Ramón Chao, alguien que escribe. Y, en este caso, alguien que escribe manifiestos. Me refiero a la presencia de El guerrero del antifaz en diversos momentos de esta historia alucinante. Hay que tener una edad para saber quién fue ese luchador cristiano contra los moros de Ali Kan. La paternidad emboscada en un trucaje de identidades familiares. La condesa de Roca es raptada por Ali Kan. Poco después tiene un hijo. Pero no es del moro, sino de su marido cristiano. Se lo confiesa al hijo cuando éste tiene veinte años y esa confesión provoca que Ali Kan la asesine y la huida al frente cristiano de quien pasará a convertirse a partir de entonces en el guerrero del antifaz.

Nunca los tebeos –y yo vengo de ahí, de los tebeos y de las novelas populares de Marcial Lafuente Estefanía, George H. White, Alf Regaldie, Edward Goodman, Donald Curtis, Peter Debry, Silver Kane…– alcanzaron la nobleza que José Avello les confiere en una novela que debería estar en lo más alto de la mejor narrativa española de los siglos XX y XXI. Por cierto: un paréntesis. Ya va siendo hora de que se abra un debate serio sobre el papel que los tebeos y las novelas populares de los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo jugaron en la sociedad de aquel tiempo. Ya está bien de los tópicos que, desde sesudos estudios sobre su implicación en la educación sentimental e ideológica de la infancia en los años del nacionalcatolicismo, se han vertido sin que nadie los haya contestado con argumentos al menos tan rigurosos como aquellos. Igual estaría bien que en las numerosísimas Ferias del Libro y Clubs de Lectura que proliferan por todas partes y en las Bibliotecas, al menos las públicas, hubiera un hueco para ese debate, un debate que considero más que interesante desde el punto de vista político, ideológico y desde luego literario, y si mucho me apuran por qué no de clase. Es una sugerencia, claro. Sólo una sugerencia.

Para que conste en acta

Abrir en canal los libros y la vida

Abrir en canal los libros y la vida

Como cierre de este manifiesto, reseñar el final de La subversión de Beti García. No sé si hay otro mejor en todo lo que llevo leído en mi vida. Casi setenta páginas que he vuelto a leer en esta ocasión la tira de veces. Incansablemente. Cada vez más rabiosamente conmovido. Cada vez más seguro de que estoy –ojalá pueda decir “estamos”– ante una novela imprescindible para quienes de verdad aman la buena escritura y no la que nos vende todos los días y a todas horas le ombliguista sección literaria del Ibex 35. Ya no encontrarán ustedes la versión de 1984 en la editorial Destino. Búsquenla de todas formas en librerías donde se esconden joyas antiguas. No sé si sigue en Alfaguara Jugadores de billar, seguramente sí. Sé que con La subversión de Beti García las pueden encontrar las dos en Trea. La novedad más novedosa es la edición que de esta última acaba de publicar Alianza Editorial.

Y para que conste en acta firmo este manifiesto, a favor de José Avello y de su literatura absolutamente imprescindible, en el mes de enero del año 2025. Como es costumbre en estos trances, se admiten firmas al pie de este escrito…

* Alfons Cervera es escritor. Su último libro es 'El boxeador', editado por Piel de Zapa.

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