Poliédrica mar
Laberinto mar | Noemí Sabugal
Alfaguara (2024)
Cuando asistí a la presentación de este libro, una mañana de sábado en Granada, el presentador hizo una propuesta al público: que planteasen temas que considerasen relacionados con el mar, para que la autora verificara si habían sido tratados en el libro. No hubo ningún "o no". Todo estaba en esta extensa recopilación de cuestiones marinas que Noemí Sabugal ha construido a través de sus viajes y estancias por la costa española.
Además de las islas que forman parte de nuestro país, avisa Noemí Sabugal del carácter pen-insular del resto de España. Hasta las ciudades africanas son marítimas. Esta casi insularidad —"si hubiera una línea de puntos por los Pirineos y cortáramos"— da a España y Portugal ese carácter de isla, de culturas varias pero singulares, sin más conexión con el resto de Europa, América y el mundo que la que nos ofrece el mar. Aun los pueblos mesetarios tienen una íntima relación con el mismo, aunque sea la negación y el anhelo, porque no hay apenas lugar para escapar, durante tanto tiempo, que no fuese tomando un barco: bien lo supieron los migrantes y los exiliados. Por el mar llegaron, y llegan, los pueblos y culturas que enriquecieron esta enorme casi-isla y por el mar de desangraron los pueblos, se marcharon y se extendieron por el mundo los peninsulares.
No fue vana la propuesta que aquella mañana hizo el presentador, cada tema que se proponía había sido tratado en Laberinto Mar, tenía su lugar, su mención. Noemí Sabugal, además, trata este libro como un compendio que navega entre la antropología, el libro de viajes, la historia y la sociología para derivar en lo que a todos nos importa: la gestión política del mar. El concepto de "ensayo", muchas veces, se nos aparece como un libro espeso, denso, erudito, fundadamente académico. Aquí, el libro divulga, y como la línea que abrieron Irene Vallejo y Sergio del Molino, no solo enseña, instruye, conciencia, sino que entretiene. No se detiene pues en profusión de notas (solo las precisas, las del reconocimiento y apoyo), en monumentales bibliografías.
Nada le es ajeno al mar. Hay en Laberinto mar un tono a veces que se entona en elegía, al mar que ya no existe, o el que no va a ser en poco tiempo: ya no solo en el mar heroico de las "viudas de vivos" de Rosalía de Castro (e fillos que no ten país), de las mariscadoras, los exploradores, los pescadores de altura y los corsarios; sino también el mar en calma de la poesía, de la natación en aguas abiertas y el baño salutífero; y el mar salvaje del naufragio, de los galeotes y los pecios.
'Comadrejidad'
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Laberinto mar nos muestra la barrera, la frontera y el camino, lo que llega y lo que se va traído por las olas. El libro, que está llamado a ser una referencia bibliográfica (como lo fue el anterior libro de la autora, Hijos del carbón se estructura en cinco grandes partes que nos guían en ese viaje continuo por lugares reconocibles, pueblos costeros españoles, golfos, cabos, playas, paseos marítimos, barrios de pescadores, astilleros, cruceros en puerto, ciudades de vacaciones). En la primera, el mar nos enseña el camino de ida y vuelta, la marcha de los náufragos y emigrantes, la llegada de los piratas, los esclavos, y los cayucos (que en el siglo XXI tanto se parecen a la esclavitud y la piratería). en la segunda, el mar se muestra como fuente de riqueza y de manjares; también de pescadores-recolectores y cultivo, que a veces sufren el desinterés en el remplazo generacional los primeros y el progreso de una innovación que se nutre de tradiciones, el segundo. en la tercera parte conocemos los oficios atribuidos al mar, desde los puertos siderúrgicos y los astilleros, las reconversiones fracasadas, hasta la turistificación y el sobrecementado de las costas. En la cuarta de tratan las leyendas, los dragones marcados en el mapa, las Atlántidas y los tesoros. Para la quinta queda la barbarie humana, la contaminación, el cambio climático y la basura.
La actualidad hace que Laberinto mar sea un texto imprescindible, una reflexión serena sobre la inmigración y el mar como espacio mortífero. Así como la importancia que la propia inmigración tiene en el duro oficio del mar. Al fin y al cabo, son (casi siempre) las manos inmigrantes las que llevan la merluza a las pescaderías.
* Alfonso Salazar es escritor.