De Eleanor Roosevelt a ¿Doug Emhoff? Cómo puede cambiar el cargo de primera dama si gana Harris
En una de las canciones más conocidas, el dúo estadounidense Simon and Garfunkel alababa las virtudes de una tal Mrs Robinson. “Y esto es para usted, Mrs. Robinson, Jesús te ama más de lo que sabrás. Oh, oh, oh. Dios la bendiga, por favor, Mrs Robinson. El cielo tiene un lugar para aquellos que oran”, decía de forma machacona un estribillo que se repetía interminablemente y que quedó grabado a fuego en las mentes de los jóvenes de los 60 y los 70. Un éxito que, además, se disparó cuando la canción fue usada por Mike Nichols como banda sonora de su oscarizada película El graduado, protagonizada por Dustin Hoffman.
Pero ¿y si esa misteriosa Mrs Robinson de la que habla la canción no se llamara realmente así? Y es que la inmortal melodía compuesta por Simon and Garfunkel no estaba inicialmente dedicada a ninguna Mrs Robinson, sino a Mrs Roosevelt, y no a una Roosevelt cualquiera, sino a la primera dama y esposa del presidente de los Estados Unidos Franklin Delano Roosevelt, Eleanor Roosevelt. Cuentan las crónicas que, cuando el director de El graduado le fue a pedir a Simon canciones originales para su película, el compositor sólo le pudo ofrecer Mrs Roosevelt. Como excusa, el compositor le dijo que no había tenido tiempo de escribir por las giras en las que estaba inmerso el grupo, a lo que Nichols respondió: “Ahora la canción es sobre Mrs. Robinson, no sobre Mrs. Roosevelt”, aludiendo al nombre de la protagonista de su cinta.
Pese al cambio, no es extraño que Simon fuera prolijo en elogiar a Roosevelt en el tema original, ya que fue una mujer tremendamente importante para la historia de Estados Unidos y del mundo entero. Su figura es una de las que más ha brillado como primera dama, modulando a su gusto y redefiniendo el papel que debían tener las esposas de los presidentes, las cuales hasta entonces habían tenido, salvo en contadas excepciones, un papel muy secundario. En cambio, Roosevelt se volcó con su puesto, viajando, apoyando causas humanitarias e incluso teniendo una gran influencia en política. Llegó a sustituir en mítines y ruedas de prensa a su marido cuando éste enfermó de la polio y a cuestionar algunas de las decisiones de su Administración desde una perspectiva más progresista.
Sin embargo, si en algo destacó especialmente Eleanor Roosevelt fue por su papel en defensa de los derechos humanos en el contexto de la creación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. De hecho, tras la muerte de su esposo en 1945, su sucesor, Harry Truman, la nombró delegada ante la Asamblea General de las Naciones Unidas y desde allí, Roosevelt impulsó decisivamente la Declaración Universal de los Derechos Humanos y favoreció enormemente el desarrollo de los derechos de las mujeres.
Desde ese momento, aunque en menor medida que Roosevelt y siempre respetando el papel meramente ceremonial del cargo, las primeras damas de Estados Unidos han elegido apoyar e involucrarse en un tema concreto, en la mayoría de ocasiones relacionado con un problema social. Por ejemplo, Nancy Reagan, esposa de Ronald Reagan, se volcó con la lucha contra las drogas, patrocinando la campaña “Just say no”; Rosalynn Carter, otra de las primeras damas más queridas, fue una de las primeras que puso el foco en la salud mental durante la Administración de Jimmy Carter; y más recientemente, Laura Bush y Melania Trump pusieron el foco en la promoción de la lectura infantil y en el ciberacoso respectivamente. Además, todas las primeras damas suelen desarrollar el rol de anfitrión dentro de la Casa Blanca.
Entre lo mediático y lo político
Si bien todas ellas imprimieron su propio sello al cargo, algunas de ellas han marcado enormemente la historia del cargo. Quizás una de las que más trascendencia ha tenido es Jacqueline "Jackie" Kennedy, esposa del malogrado John Fitzgerald Kennedy. Pese a que ambos tuvieran una relación matrimonial enormemente tumultuosa, su gran manejo de la comunicación y de los medios la convirtieron en una de las parejas más mediáticas, glamurosas y famosas del momento. Durante los tres años que Kennedy vivió en la Casa Blanca, Jacqueline dejó su sello personal redecorándola por completo, recuperando muchos sus antiguos muebles perdidos y convirtiéndola en un icono de los nuevos tiempos que predicaba la Administración de su marido.
En el aspecto mediático, cuidó mucho sus apariciones, tanto que se convirtió en la primera primera dama en contratar a una secretaria de prensa. Todo ello dio resultado: Jacqueline se convirtió en un verdadero icono mediático en los 60 y su figura se popularizó como un referente en la moda, creando tendencia con su ropa. En este sentido, quedó inmortalizada en la memoria de los estadounidenses con su vestido manchado de la sangre de su esposo tras el asesinato de este en Dallas. Después de abandonar la Casa Blanca, Jacqueline continuaría copando los titulares de la prensa del corazón por su relación con el magnate Aristóteles Onassis.
Pero recientemente también ha habido otras primeras damas con mucho peso político. Un ejemplo es Hillary Clinton, que tomó un papel activo durante el mandato de Bill Clinton en la reforma del sistema sanitario y abrió la puerta como la primera primera dama en postularse a un cargo político, al presentarse a senadora por el Estado de Nueva York con su marido aún en el poder. También Michelle Obama, cuya gran popularidad y carisma la han convertido en una eterna posibilidad en las quinielas para postularse a la presidencia de Estados Unidos por el Partido Demócrata, extremo que ella siempre ha rechazado.
Un ¿primer caballero?
Más o menos mediáticas, con más o menos peso político o con mayor o menor afinidad con el presidente, todas las primeras damas coinciden en algo: en los casi 250 años de historia de los Estados Unidos, todas han sido mujeres. Algo que puede cambiar si Kamala Harris gana las elecciones a Donald Trump el próximo 5 de noviembre, convirtiéndose así en la primera mujer en acceder a la presidencia del Gobierno y a su marido Doug Emhoff en el primer “primer caballero” de la historia del país, un título que, pese a que no exista como tal en la actualidad, será el que presumiblemente tenga.
La historia de amor entre Harris y Emhoff comenzó de la forma más fortuita posible, en una cita a ciegas hace 11 años. "Fue amor a primera vista", insisten muchas veces sus protagonistas, y es que sólo un año después ya eran marido y mujer. En ese momento él era uno de los abogados más prestigiosos de toda California, experto en el mundo del espectáculo, y ella aún ocupaba el cargo de fiscal general en ese Estado. Cuando Harris logró ser elegida senadora, él no dudó en dejar su carrera de éxito y acompañarla a Washington, donde pasó a dar clases de Derecho en la Universidad de Georgetown.
Y es que, si por algo se ha caracterizado Emhoff en estos años como segundo caballero es por su inquebrantable apoyo a Harris. Él mismo ha explicado que rechaza la masculinidad tradicional y que quiere construir un nuevo modelo centrado en ayudar a su esposa y en asumir un papel secundario, algo que, admite, muchos hombres quizás no estarían dispuestos a hacer con naturalidad. Ese carácter le ha hecho enormemente popular entre personas jóvenes progresistas y en redes sociales, donde muchas personas, sobre todo tras su intervención en la Convención Nacional Demócrata, le ponían como ejemplo de marido perfecto. Incluso se comenzaron a comercializar tazas con su cara.
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Su apariencia de hombre de familia, sumada a la complicidad con Harris, han convertido a Emhoff en un símbolo de nueva masculinidad más próxima al feminismo y en toda una antítesis de Donald Trump, algo que la campaña de su esposa ha explotado en repetidas ocasiones. Por ejemplo, el abogado ha recorrido el país defendiendo los derechos reproductivos de las mujeres y cargando contra la supresión de la protección federal del derecho al aborto por parte del Tribunal Supremo. “Ayudar a las mujeres para que puedan desempeñar roles importantes es algo muy masculino. Eso no les quita oportunidades a los hombres”, dijo en una entrevista en 2022 reforzando esa imagen de hombre feminista.
Algo más controvertida es su herencia judía en un momento en el que los sectores más progresistas del Partido Demócrata, especialmente los más jóvenes, están criticando la política con respecto a Israel de la Administración Biden. Sin embargo, últimamente, el hecho de que Emhoff sea judío está sirviendo para contrarestar los ataques que llegan desde la campaña de Trump, que acusan a Harris de ser “antisemita”. El marido de la actual vicepresidenta ha reivindicado muchas veces sus creencias religiosas y, con respecto a Palestina, ha decidido mantenerse más bien al margen, aludiendo a que es una cuestión política de la que debe opinar su esposa.
Precisamente por ese papel secundario con respecto a Harris y pese a ser el primer primer caballero de la historia, no está previsto que Emhoff cambie demasiado la esencia del cargo. Seguirá teniendo un papel meramente simbólico y, como sus predecesoras, elegirá una causa social a la que apoyar. En su caso, todo apunta a que continuará con su lucha contra el antisemitismo, tal y como él mismo ha confirmado en repetidas ocasiones. Quizás donde mayores dudas surgen es en su rol como anfitrión de la Casa Blanca, aunque es un papel que se ha ido percibiendo como menor en los deberes de las últimas primeras damas (ni Jill Biden ni Melania Trump han participado prácticamente en ello). Tampoco parece que dejará su trabajo como profesor, siguiendo la línea marcada por la esposa del actual presidente. Sea como sea, lo que parece claro es que Emhoff asumirá, de llegar a ser primer caballero, una posición secundaria con respecto a Harris y que no tendrá la importancia política que tuvieron algunas de sus predecesoras. Eso sí, como primer hombre en un cargo moldeado durante siglos por mujeres, sin duda marcará el tono para los siguientes porque, como él mismo afirma, "quiero ser el primero pero ni mucho menos el último".