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La lucha por el control de las acciones de Prisa en 'Le Monde' alarma a la redacción del diario francés

Javier Monzón, actual presidente del Grupo Prisa.

Laurent Mauduit (Mediapart)

Hace varios meses que se venía gestando una nueva crisis, que ahora es pública: este miércoles 17 de julio, la Sociedad de Redactores de Le Monde y la dirección del periódico francés mostraban su preocupación e, incluso, su indignación, por el anuncio de la entrada en el capital del Grupo Le Monde de un nuevo accionista, el checo Daniel Kretinsky, que también ha tomado el control, en los últimos meses, de las revistas del grupo Lagardère y de la revista Marianne.

El detonante ha sido una información reciente publicada por Mediapart (socio editorial de infoLibre). En un artículo publicado el pasado día 15, Mediapart desvelaba que el banquero Matthieu Pigasse, de Lazard, y su socio checo Daniel Kretinsky habían decidido en secreto romper el equilibrio actual en el capital del Grupo Le Monde. Tras adquirir hace unos meses el 49% de las acciones de la sociedad Le Nouveau Monde (LNM), a través de la cual el banquero de inversiones de Lazard Matthieu Pigasse pasaba a tener idéntico control del grupo que Xavier Niel (por medio de la sociedad Le Monde libre, LML), el inversor checo puede estar a punto de tomar el control, junto con el propio Matthieu Pigasse, de las acciones que posee el Grupo Prisa (editor de El País) en el grupo LML y que, por lo tanto, controla Le Monde y L'Obs.

En nuestra información del 17 de julio aclarábamos que los dos socios Matthieu Pigasse y Daniel Kretinsky pasarían a controlar, según nuestras fuentes, casi el 46% de LML. Todo apunta a que el consejo de Prisa aprobó la oferta Pigasse-Kretinsky a finales de junio. Prisa, titular de las acciones de LML sin derechos específicos, hacía varios meses que tiene intenciones de vender. Si estas informaciones se confirman, estaríamos ante el índicio de una nueva degradación en las relaciones entre Matthieu Pigasse y Xavier Niel. El segundo le había propuesto inicialmente al primero comprar sus acciones en Le Monde, pero en lugar de aceptar, Matthieu Pigasse alcanzó  un acuerdo con el inversor checo. Incluso puede haber una parte secreta en este acuerdo, según el cual Daniel Kretinsky puede llegar a adquirir el 100% de las acciones de Matthieu Pigasse en LNM.

En resumen, decíamos que el empresario checo entraba en el capital del Grupo Le Monde y pasa a convertirse en rival de Xavier Niel.

Tras la publicación de esta información, las reacciones en el grupo Le Monde han sido de una contundencia inusual. La Sociedad de Redactores de Le Monde (SRM) manifestaba con mayor firmeza su indignación, en un comunicado aprobado el 17 de julio, que se puede leer en el periódico: “El holding Le Nouveau Monde (LNM), propiedad de Matthieu Pigasse y de su socio Daniel Kretinsky, ha confirmado la información publicada sobre sus negociaciones con el grupo Prisa para la compra de las acciones de Prisa en Le Monde libre (la empresa accionista mayoritaria del Grupo Le Monde). Esta noticia es todavía más preocupante por cuanto es la continuación a las condiciones opacas en las que se produjo la brutal entrada de Daniel Kretinsky en el LNM, conocida en octubre de 2018. Suscita una gran preocupación en el equipo de redacción de Le Monde. En un comunicado de prensa, LNM asegura que actúa 'exclusivamente en interés del Grupo Le Monde'. Sin embargo, esta acción, llevada a cabo sin consultar, sólo puede ser interpretado por la Sociedad de Redactores de Le Monde (SRM) como un acto hostil. Esto último es contrario al espíritu del acuerdo que nuestros accionistas, incluido Matthieu Pigasse, firmaron en 2010 con el Pôle d'indépendance, que representa a personal, lectores y accionistas minoritarios”.

Y el texto añade: “Aunque es sobre todo simbólica y no cambia el control del Grupo Le Monde, la operación de compra de las acciones de Prisa también está en total contradicción con las intenciones públicamente declaradas de Daniel Kretinsky de no ‘imponerse’. ¿Este último se presenta como ‘un hombre de compromiso y consenso’? El paso dado el lunes muestra lo contrario. En octubre de 2018, a raíz de la reacción que suscitó la entrada en el Grupo Le Monde de Daniel Kretinsky, los dos accionistas que tienen el control, Xavier Niel y Matthieu Pigasse, confirmaron por escrito su acuerdo de otorgar al Pôle d'indépendance el derecho de aprobación. De este modo, habría sido posible pronunciarse sobre la llegada de un nuevo accionista mayoritario. Después de meses de negociaciones, la Sociedad de Redactores de Le Monde ya no puede estar satisfecha con las declaraciones de intenciones de Matthieu Pigasse. Ahora le pide que actúe, sin demora, para llevar a la práctica el compromiso contraído en otoño”.

Ilustrando el comunicado, la redacción publicaba la siguiente infografía que resume quién controla el accionariado en el grupo:

Pigasse sueña con un tremendo 'vuelco' financiero

En resumen, los periodistas de Le Monde recuerdan que el banquero Matthieu Pigasse se había comprometido a firmar un documento que otorgaba al “polo de independencia” del periódico (integrado por la Sociedad de Redactores, la de personal, la de lectores y a los accionistas históricos) el poder de dar su aprobación a la entrada de cualquier accionista nuevo. Un poder de aprobación que, por lo tanto, tendría el mismo valor que un poder de... veto. Para dicho “polo de la independencia”, el objetivo era obtener la garantía de que el inversor checo, considerado cercano a Putin, no tendría capacidad de forzar, de una forma u otra, el capital de Le Monde.

Xavier Niel y Matthieu Pigasse se comprometieron por escrito a trabajar en la aplicación de este poder de aprobación. Actualmente el proceso de negociación sigue abierto y, por lo tanto, ninguno de ellos lo ha suscrito.  De ahí la reacción de la SRM, que ha interpretado la adquisición de las acciones del grupo español por parte de Daniel Kretinsky y Matthieu Pigasse como “un acto hostil”.

En otro texto interno, dirigido a toda la redacción de Le Monde, el redactor jefe del periódico, Jérôme Fenoglio, y el redactor jefe, Luc Bronner, que suelen ser muy cautelosos, expresaron su solidaridad en términos muy similares: “Queremos compartir con vosotros nuestra gran preocupación por los movimientos en nuestro accionariado. Como se describe en el artículo publicado hoy, Matthieu Pigasse y Daniel Kretinsky entraron en negociaciones exclusivas con Prisa para adquirir el 20% de LML. Esta transacción, de completarse, no tendría ningún efecto jurídico inmediato ni impacto en nuestra independencia editorial. Pero no por ellos no parece menos preocupante por cuanto evidencia el deseo del señor Kretinsky de aumentar su presión sobre nosotros en un momento en que se están manteniendo negociaciones paralelas con el polo de independencia. Tras la llegada, hace un año, al capital de la compañía de Matthieu Pigasse, Le nouveau monde (LNM), marcada por una opacidad total, Daniel Kretinsky había multiplicado los discursos tranquilizadores; decía estar preocupado únicamente por consolidar nuestra independencia. Un año después, hay que decir que sus acciones reflejan exactamente lo contrario: reducen constantemente la confianza que podríamos depositar en él”.

Y el texto continúa de la siguiente manera: “Si sólo tiene un significado simbólico, el paso dado con Prisa sólo puede ser interpretado por nuestras redacciones como una política de hechos consumados, cuyas justificaciones ocultan muy mal una forma de intimidación. Consideramos que es un paso hostil a los equilibrios, intereses e independencia editorial del grupo. La opacidad de esta maniobra llevada a cabo entre bastidores, sin el conocimiento de todos los demás accionistas, incluidos nuestros representantes del polo de independencia, sólo puede perjudicar la credibilidad de las declaraciones iniciales del señor Kretinsky. Para empezar a construir esta confianza, sigue siendo posible que el señor Kretinsky dé un paso importante: firmar rápidamente el acuerdo que se está negociando con el polo de independencia, que apoyamos. Este compromiso indudable y transparente es esencial para tener la seguridad de que el señor Kretinsky actuará como lo han hecho nuestros accionistas desde hace nueve años, en interés del grupo y con el más estricto respeto a la independencia editorial de nuestro equipo editorial. Por el momento, pueden estar seguros de que estamos muy atentos, junto con el polo de independencia, para garantizar que se respeten nuestros derechos y libertades”.

Los términos utilizados son muy duros, ya que los dos principales responsables del periódico hablan de una “forma de intimidación” y denuncian “la opacidad de esta maniobra realizada entre bastidores”.

Esta declaración de intenciones, muy firme, subraya el error de los dos socios Daniel Kretinsky y Matthieu Pigasse. En el caso del inversor checo, en realidad cometió el error de creer que la entrada en el capital de Le Monde, de forma subrepticia, no despertaría el recelo de los periodistas. Lo que obviamente no pasó. Tampoco entendió que la designación de Denis Olivennes como responsable de su centro de prensa en Francia sería una muy mala señal, porque los periodistas de Le Monde verían en él sin duda el hombre que hundió a L'Obs, antes de jurar lealtad a Nicolas Sarkozy, convirtiéndose entonces en uno de los portavoces del grupo Lagardère, por no hablar de su odio a internet, que considera “cloacas de la democracia”. Lo que no es realmente una garantía para un periódico comprometido con su independencia..

En el caso de Matthieu Pigasse, el error es aún mayor. Porque desde 2010, cuando se hizo con el control del 70% de Le Monde, junto a Xavier Niel y Pierre Bergé, ya fallecido, siempre había asegurado que su inversión nunca sería especulativa. Sin embargo, es evidente que Matthieu Pigasse está tratando de engañar a la redacción de Le Monde. Lejos de haber vendido el 49% de sus acciones, habría firmado un acuerdo secreto con su aliado checo para finalmente venderle el 100% de sus acciones por un precio total de 101 millones de euros. Esto le permitiría obtener una plusvalía de aproximadamente 44 millones de euros. Lo que para una inversión que se supone que no es especulativa es toda una proeza.

Además, en su acuerdo con el checo, el banquero de inversiones habría acordado un precio adicional de ocho millones de euros, en caso de que lograse convencer a Xavier Niel de fusionar el grupo Le Monde-L'Obs con la división de revistas adquirida a Lagardère. En una manibra que deja atónitos a los que se implicaron en el proyecto: ¿qué sentido tiene una fusión de Télé 7 jours y Télérama, por ejemplo? En otras palabras, Matthieu Pigasse quiere enriquecerse a costa de Le MondeLe Monde, mientras que el pacto implícito entre los tres socios, en la toma de control de Le Monde en 2010, pasaba por, al contrario, no enriquecerse nunca.

Es comprensible que Matthieu Pigasse no se apresurara a firmar el "derecho de aprobación" reivindicado por el polo de independencia; para él sería la pérdida de este formidable paquete que codicia.

El problema es todavía más acuciante porque atraviesa por graves dificultades financieras. Los títulos de prensa que controla a título personal no están en su mejor momento. Mediapart acaba de desvelar que Élisabeth Laborde, directora general de la revista Les Inrockuptibles y secretaria general de Les Nouvelles Éditions indépendantes (LNEI), que incluye la división de medios de comunicación de Matthieu Pigasse (Les Inrocks, Nova, el festival Rock en Seine, etc.) y que también es su vehículo de inversión en el grupo Le Monde, está convocada a una entrevista el próximo martes en la que le comunicarán su despido. Así lo anunció ella misma este miércoles 17 de julio a mediodía en el comité de Inrocks.

Matthieu Pigasse así se lo pidió a Emmanuel Hoog, el nuevo dirigente de LNEI. Habrá más medidas. Según informaciones confidenciales a las que hemos tenido acceso, las dificultades financieras de Matthieu Pigasse son de tal envergadura que puede estar contemplando llevar a cabo una verdadera purga en la revista Inrocks, donde la redacción podría verse reducida a sólo siete u ocho periodistas, frente al medio centenar con que cuenta en estos momentos. La publicación pasará además a ser trimestral.

Todo indica, por tanto, que el enfrentamiento entre Daniel Kretinsky y Xavier Niel en torno a Le Monde corre el riesgo de ir a más. Libération daba otra pista el 15 de julio: “El primer golpe de calor entre los dos multimillonarios del Grupo Le Monde, el francés Xavier Niel y el checo Daniel Kretinsky, llega a un terreno inesperado: L’Obs. Según nuestras informaciones, los magnates enemigos se han estado peleando en los últimos días por un adelanto en la cuenta corriente por importe de 2,5 millones de euros, cuya parte Kretinsky y su socio Matthieu Pigasse no tenían prisa por pagar. Un asunto insignificante, habida cuenta de las respectivas fortunas que poseen las partes, pero una importante cuestión de poder en la guerra de posiciones que se libra desde hace meses en Le Monde. Pigasse finalmente decidió pagar la mitad de los 2,5 millones el viernes. Pero la "crisis", según una de las palabras utilizadas por uno de los actores en el caso a Libération, es tal que el presidente del consejo de vigilancia de L’Obs, Christian Blanckaert, no está contento con la situación y ha anunciado su intención de dimitir”, informó el diario.

Incluso antes de que supiéramos del plan de Prisa de vender sus acciones en Le Monde, Libération añadió: “¿Por qué este repentino aumento de la fiebre en torno al antiguo Nouvel Observateur? Quizás se explica por otra batalla, que concierne en esta ocasión a Le Monde. Desde hace casi un año, los representantes de los trabajadores del diario vespertino negocian con Pigasse y, estos dos meses, con Kretinsky un derecho de aprobación que les permitiría negarse en una votación a la entrada de un nuevo accionista capitalista. Lo que concierne potencialmente al multimillonario checo. Louis Dreyfus y Xavier Niel se niegan a entrevistarse con este último mientras no firme. Complejas y delicadas, las negociaciones, dadas a conocer por Libération, se alargan e impacientan a todo el mundo... La presión mutua podría ser una forma de forzar a la otra parte a dar el visto bueno a un acuerdo que le sería desfavorable. A menos que sea una simple lucha de ego y poder. Cosa que, entre multimillonarios, sucede a menudo”.

Porque esa es obviamente la moraleja de todas estas múltiples maniobras: el cara a cara entre Daniel Kretinsky y Xavier Niel va a más. Y a la redacción de Le Monde le gustaría ser el árbitro. Algo de lo que no pueden estar seguros hasta que obtengan ese derecho de aprobación...

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