Más allá del amago de saludo nazi: Elon Musk juega con los símbolos para difundir su ideario supremacista

Esa escalofriante imagen ha dado la vuelta al mundo. Tras un breve baile de victoria ante una exaltada multitud trumpista en el Capitol One Arena el lunes 20 de enero, Elon Musk se golpeó el corazón para extender vigorosamente su brazo derecho, dos veces, en un gesto inequívoco, mientras decía: “Mi corazón está con vosotros” (aquí las imágenes). Luego la prensa mundial se ha preguntado: ¿ha hecho realmente el multimillonario un saludo nazi? ¿O realmente quería enviar corazones a los seguidores del recién estrenado presidente?
Elon Musk negó el martes cualquier saludo nazi: “Eso de que ‘todo el mundo es Hitler’ está pasado de moda”, escribió en su cuenta X, aconsejando a sus detractores que probaran con “mejores jugarretas”. Pero la tesis de los “corazones” parece muy cándida a la vista del historial ideológico del propietario de Tesla y de su perfecto dominio de los símbolos y códigos ambiguos que tanto gustan a la extrema derecha.
Al afirmar el 9 de enero, durante una conversación muy cordial con la líder de Alternativa para Alemania (AfD) Alice Weidel, que solo su partido era capaz de “salvar Alemania”, Elon Musk dio a sabiendas su apoyo al partido de extrema derecha, que no ha dejado de hacer referencias al régimen nazi desde su creación en 2013.
Para su campaña en las elecciones parlamentarias del 23 de febrero, la AfD eligió el eslogan Alice für Deutschland, en el que todo alemán reconoce la referencia al lema de las Sturmabteilung (SA), la organización paramilitar del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, Alles für Deutschland. Este lema está prohibido en Alemania, y una de las principales figuras del partido fue condenada recientemente por utilizarlo en un mítin. Hace unos años, un dirigente de AfD también explicó que los alemanes tenían “derecho a sentirse orgullosos de la actuación de los soldados alemanes durante la Segunda Guerra Mundial”.
Elon Musk está claramente obsesionado con el régimen nazi y parece impregnado de antisemitismo. Su toma de control de X en 2022 dio paso a una explosión de comentarios antisemitas en la red y la proliferación de teorías de la conspiración dirigidas contra los judíos, sin que él moviera un dedo para evitar esa avalancha de odio. Más bien al contrario.
Musk asume toda la responsabilidad de haber devuelto a su red a figuras vetadas por sus opiniones racistas, como el youtuber Nick Fuentes, que se declara abiertamente “antisemita” y “supremacista”. El activista británico David Icke, que explica que la Shoah fue financiada por los judíos, se mueve ahí libremente, al igual que Andrew Anglin, jefe de la web neonazi más influyente del mundo, The Daily Stormer.
Además de mantener en X una mesa dispuesta para la flor y nata de los teóricos de la conspiración antisemita, Elon Musk ha ayudado en muchas ocasiones a difundir sus teorías. Cuando George Soros anunció que abandonaba el capital de Tesla, Musk no dudó en alimentar la máquina del odio contra el empresario, blanco favorito de los antisemitas. Lo describió como Magneto, el supervillano de X-Men que, como Soros, fue un superviviente de la Shoah, y luego se disculpó... ¡con Magneto! por la comparación. Para él, Soros quiere nada menos que “la destrucción de la civilización occidental”.
En noviembre de 2023, Elon Musk arremetió en X contra la Liga Antidifamación (ADL), la principal organización americana de lucha contra el antisemitismo, que denunciaba la multiplicación de comentarios anti-negros y el aumento de alrededor del 60% de los mensajes homófobos y antisemitas en la red social desde que tomó el control de la misma en 2022. A raíz de esto, calificó de “verdad exacta” un tuit en el que afirmaba que las “comunidades judías propugnaban el odio contra los blancos”. Luego se disculparía, diciendo que había sido malinterpretado.
En Estados Unidos, el asunto causó revuelo porque, según el análisis de la Casa Blanca, el mensaje aprobado por Musk repetía una teoría conspirativa según la cual los judíos tenían un plan secreto para fomentar la inmigración ilegal no blanca en los países occidentales con el fin de “reemplazar” a la mayoría blanca. Esta teoría, muy extendida entre los nacionalistas blancos, fue adoptada entre otros por el autor del ataque antisemita contra una sinagoga en Pittsburgh (Pensilvania) en 2018, en el que murieron 11 personas.
Desde entonces, Musk, en el punto de mira de la administración Biden por difundir el antisemitismo, fue a visitar Auschwitz, donde admitió que había sido “ingenuo” al respecto. Tenía tantos amigos judíos, dijo al periodista Ben Shapiro, “que incluso sería judío por asociación...”
Uso de los códigos de los supremacistas blancos
El brazo extendido de Elon Musk el lunes también debe ser visto en el contexto de su uso en redes de los códigos de los supremacistas blancos, antisemitas y conspiracionistas.
El 31 de diciembre de 2024, suscitó numerosas reacciones al rebautizar su cuenta personal de la red X, seguida por 213 millones de personas, como “Kekius Maximus”, con un avatar que representa una rana con armadura romana. Estas alusiones son imperceptibles para el gran público, pero son populares entre los supremacistas blancos.
Esta rana, Pepe the Frog, creada a mediados de la década de 2000, ha sido acaparada por la extrema derecha, convirtiéndose en la mascota de la alt-right americana, un signo de reconocimiento e incluso una forma de “trolear”. En la red X han surgido ejércitos de ranas. La Liga Antidifamación americana la clasificó de “símbolo extremista o de odio” en un informe publicado en noviembre.
En cuanto a “Kek”, una variante del “lol” (laughing out loud o reír a carcajadas), fue utilizada originalmente por las facciones de la Horda en el videojuego en línea World of Warcraft, y por extensión se refiere a cualquier cosa que haga reír, a menudo a costa de otros o groseramente. La palabra floreció en el foro 4chan y luego en muchas cuentas de extrema derecha en la red, y con ella la bandera de Kekistan, que parodia la bandera de batalla del III Reich.
El nombre “Maximus”, como el personaje de la película Gladiator (2000), hace referencia al Imperio Romano, un periodo considerado como “una edad de oro para los supremacistas blancos”, explica Emmanuel Casajus, doctor en sociología y miembro del Laboratorio de Cambios Sociales y Políticos de la Universidad París-Diderot, y autor de libros sobre la lucha cultural y el estilo de la extrema derecha radical (ver caja negra).
Fue también el 31 de diciembre de 2024 cuando la cuenta X de Adrian Dittmann, sospechosa de ser la cuenta seudónima de Elon Musk, publicó una foto de un saludo romano ante grandes masas, utilizando una iconografía militar con un gesto que obviamente se parece al origen del saludo fascista. Esto llevó a Emmanuel Casajus a sugerir que Elon Musk “quizá ya estaba pensando en la investidura” y que el gesto del lunes podría haber sido “premeditado”.
En las redes, esos símbolos están entrelazados. Elon Musk aparece como un emperador frente a un ejército de ranas, los soldaditos de una internacional neofascista, “el mayor Kek frente a los pequeños Keks dispuestos a seguirle”, analiza el investigador. En el fondo subyacen los cuatro mitos de la ideología nacionalista: “el mito de la edad de oro (el Imperio Romano), el mito del salvador (Elon Musk frente a sus tropas), el mito de la unidad y el complot, la conspiración”, resume el académico, citando la obra Mitos y mitologías políticas (1986), de Raoul Girardet.
El humor como pantalla
Emmanuel Casajus señala que, evidentemente, el neofascismo “carece desde hace tiempo de humor y de autoburla”, y que su uso es una cortina de humo que facilita a los militantes de extrema derecha limpiar sus nombres: “Todo el juego cuando son pillados in fraganti consiste en decir que estaban haciendo un saludo romano, pero en privado asumen totalmente que se trata de un saludo fascista. Representar a un enorme ejército de neofascistas con cabezas de rana es una forma de decir ‘mirad, no somos peligrosos, no nos lo tomamos en serio, solo hacemos memes divertidos en Internet’. Es el humor troll de la extrema derecha, como un muchacho insolente que ha hecho una estupidez. Pero esa misma gente se entrena una vez a la semana en deportes de combate...”.
En Francia, otras corrientes de extrema derecha han utilizado este tipo de código. Como el movimiento GUD (Groupe Union Défense), acusado de mantener la nostalgia del régimen nazi a través de fiestas privadas y alusiones en las redes sociales. Como los delfines que aparecen en sus cuentas de Facebook, vistos como una referencia a “Tonton Dolfin” (el tío Delfín), el apodo que dan a Hitler en el entorno. O como la revista Cigale, una publicación gratuita sobre el “arte de vivir parisino” distribuida en panaderías, creada en 2006 por antiguos gudards próximos a Marine Le Pen, que en el movimiento la llamaban “Sieg Heil”.
Durante la campaña presidencial de 2017, al responsable de comunicación de Marine Le Pen, Frédéric Chatillon, pilar de esta “conexión GUD”, no le quedó más remedio que emitir una “pequeña aclaración” en su muro de Facebook, diciendo que “se cagaba en Adolf Hitler y el Tercer Reich», y fustigando a los periodistas que veían alusiones por todas partes, pero terminaba su texto con un “¡Vivan los delfines!”.
Su amigo Axel Loustau, entonces tesorero del micropartido de Marine Le Pen, también negó cualquier saludo fascista cuando Mediapart y “Spécial investigation” recuperaron una foto en la que aparecía con el brazo extendido delante de su tarta de cumpleaños en 2011, ante la mirada de Chatillon. El ex gudard insistió en que solo estaba saludando a sus amigos, argumento que también utilizó la propia Marine Le Pen.
Lo mismo ocurre con el emblema histórico de la GUD, la rata negra, “mitad gloriosa, mitad fea”, cuya “dimensión de humor y de autoparodia” ayuda a olvidar que “apalean a sus adversarios con barras de hierro”, analiza Emmanuel Casajus. O el influencer de extrema derecha Papacito, que apeló al humor cuando tuvo que responder ante la justicia por sus vídeos homófobos o sus vídeos simulando la ejecución de "izquierdistas”.
Para Emmanuel Casajus, Elon Musk, con su brazo extendido, no ha hecho otra cosa que “jugar con el carácter polisémico y ambiguo de los símbolos”, para hacer un guiño a una parte de la población y suscitar polémica. Con un éxito total: los activistas de extrema derecha lo celebraron en bucle en Telegram y su gesto recorrió los medios de comunicación americanos e internacionales.
Caja negra
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Emmanuel Casajus es doctor en sociología y miembro del Laboratorio del Cambio social y Político (Universidad de París). Es autor de Combate cultural, imágenes y acciones de los identitarios (edit. L'Harmattan, 2014) y de Estilo y violencia en la extrema derecha radical (edit. du Cerf, 2023).
Traducción de Miguel López