El BarMar será el mayor hidroducto del mundo, con 450 kilómetros y un coste de hasta 2.200 millones

Planta de regasificación de Enagás en Bilbao.

España y Portugal convencieron este jueves a Francia para reinventar el proyecto MidCat cuando se cumplen 15 años de su diseño original. Además de su nuevo trazado entre Barcelona y Marsella, también tendrá que ser ideado desde cero para transportar hidrógeno en lugar de gas natural y para soportar la corrosión del agua al tratarse de un proyecto submarino. 

Los ingenieros consultados destacan que el futuro hidroducto es el mayor proyecto de este tipo ideado hasta la fecha, pero no debería suponer un reto tecnológico, ya que la industria española tiene experiencia en la construcción de tuberías de gas natural submarinas, como la que une Almería con Argelia. La diferencia es que para que circule hidrógeno por ella se necesita un sellado especial en las juntas y un recubrimiento interior añadido para evitar fugas.  

Andrés Hernando, ingeniero y director general de Hiperbaric, una compañía que diseña tecnología de compresión de hidrógeno, explica que la clave está en el tamaño de las moléculas: "El hidrógeno es mucho más pequeño y se cuela entre los cristales de las tuberías de acero que llevan el gas natural". 

Para solventar este problema y evitar fugas o grietas, basta con coger una tubería estándar de gas natural y cubrir su interior con una capa de poliamida, un plástico que impide que el hidrógeno toque las paredes de metal del gasoducto. A esto habrá que sumarle otro aislante exterior para que el agua salada no pueda corroer el conducto, ya que esta nueva propuesta es submarina a diferencia del MidCat. 

Como la instalación es al fin y al cabo la misma, solo que con un mayor aislante, los expertos confirman que BarMar podrá servir primero para transportar gas natural y en un futuro hidrógeno verde, el que se produce tras separar una molécula de agua con un chispazo de elelctricidad generada previamente con fuentes renovables, como el sol o el viento. Solo habrá que cambiar los compresores que impulsan el gas para adaptarlos a la partícula que viaje por su interior. 

El propio director general de Enagás, la compañía que gestiona el sistema gasista español, confirmó este jueves la viabilidad técnica del proyecto, que deberá ahora afinar junto a sus homólogos franceses y portugueses antes del 9 de noviembre, fecha en que los gobiernos de los tres países se reunirán para presentar en común el proyecto en Alicante. 

Aunque los nuevos cambios no dificultan su montaje, sí prometen encarecerlo frente a la idea original debido a los nuevos aislantes de la tubería, según José Ignacio Linares, profesor de Tecnologías Energéticas de la Universidad de Comillas ICAI. También aumentará su coste la mayor distancia del tubo y su instalación y mantenimiento, ya que deberá hacerse desde barcos que estén en la superficie. 

A falta de conocer las cifras oficiales, los analistas han tratado ya de aproximar el coste del proyecto. Martin Sagot, asesor regulatorio de Electricité de France (EdF), apunta a que la distancia por mar entre Barcelona y Marsella es de unos 360 kilómetros, pero el tubo tendrá que ser mucho más largo. Como deberá ir anclado a una profundidad de unos 500 metros, estima que la tubería será de unos 450 kilómetros, según publicó en este hilo

El precio estándar del sector para construir un hidroducto es de entre 3,7 y 4,8 millones de euros por kilómetro en función de su diámetro, por lo que el BarMar podría tener un coste de entre 1.700 y 2.200 millones de euros, grosso modo. Aunque España ya ha afirmado que pedirá financiación a la Unión Europea para costear el proyecto. 

Sagot también estima que la conexión no será una línea recta entre las dos ciudades, sino que será más bien una parábola cercana a la costa para evitar los desniveles del fondo del Mediterráneo que hay en mar abierto. 

La segunda incógnita del proyecto es la duración de su construcción, que será clave para determinar para qué se utiliza finalmente la conexión, ya que pretende servir temporalmente como apoyo a Europa con el envío de gas natural para que países como Alemania puedan sobrellevar el invierno.  

Los analistas han desechado esta idea en los últimos días con el argumento de que para cuando esté operativa la conexión ya se habrán encontrado otras soluciones, puesto que estiman tiempos de construcción de entre seis años y una década

"A futuro es una inversión que nos viene bien para entrar en el mercado del hidrógeno, pero desde luego no resuelve la crisis energética actual porque no estará disponible en los próximos inviernos que es cuando se necesita", opina José Ignacio Linares. 

Andrés Hernando, por su parte, cree que no debería prolongarse tanto la obra porque las tareas de montaje podrían resolverse en apenas dos años. El problema, según él, estará en la agilidad para dibujar los planos y sobre todo en los trámites burocráticos, donde se verá realmente si hay o no un compromiso real para sacar adelante el BarMar. 

El nuevo gasoducto vuelve a chocar con los ecologistas 

Hernando también destaca que aunque el nuevo trazado submarino es más caro, supera una de las líneas rojas del Gobierno francés, que era evitar el impacto medioambiental en un territorio dominado por el voto a la izquierda. También añade que el hecho de llevar el proyecto al mar quita muchos dolores de cabeza administrativos: "Pagar derechos de paso es muy costoso y lleva muchos años. Suele ser la parte más importante del proyecto". 

Sin embargo, los grupos ambientalistas ya han manifestado este viernes que tampoco apoyan llevar el plan al agua. "Supone un impedimento para una transición energética justa, es un lavado verde para la industria gasista y bloquea fondos que deberían dirigirse a soluciones reales que ya pueden ser implementadas", han expresado en un comunicado conjunto de siete organizaciones, entre ellas WWF, Greenpeace y Ecologistas en Acción. 

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Las ONG argumentan que el 99% del hidrógeno que se produce hoy en día procede de fuentes contaminantes. "Lo más probable es que MadCat lleve gas o gas mezclado con un poco de hidrógeno durante décadas", opinan, y añaden que probablemente ni siquiera se termine por construir. 

Desde Climate Action Network Europe, una red que agrupa a cerca de 1.500 organizaciones medioambientales, comentan a infoLibre que esta clase de proyectos que fomentan el consumo de gas natural no deberían recibir financiación pública. Pero entienden que en el futuro será necesario el despliegue de hidrógeno generado por energías renovables. 

"Algunos sectores clave, como la siderúrgica, la química o el transporte de larga distancia, seguirán necesitando combustibles gaseosos como fuente de energía", afirma Esther Bollendorff, experta en gas de CAN Europe.

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