Queríamos tanto a Luis

La lectura continuada –y bien rápida, porque el libro se lee como una novela de espías– pone los pelos de punta y la sangre a hervir. Nadie como Ernesto Ekaizer podría haber dado cuenta tan minuciosa de la podredumbre con que ha convivido la cúpula del PP en los últimos 25 años. Lo hace en el libro que ha presentado recientemente, Queríamos tanto a Luis, y que va ya por su segunda edición.

Hemos ido viendo muchos de los detalles desde hace años. Los apuntes en libros de contabilidad B. Los pagos de fiestas de cumpleaños, bodas, actos públicos, meriendas y cenas, a beneficio de cargos del PP y por parte de empresas colaboradoras que a su vez trabajaban para empresas privadas o recibían sus donaciones. Pero esas revelaciones de los casos llamados Gürtel y papeles de Bárcenas, unidas a las anteriores –caso Naseiro, a principios de los 90– son impresionantes cuando se leen todas juntas y relacionadas de forma cronológica en las 326 páginas del vibrante relato.

Las conclusiones son irrefutables. José María Aznar primero, y Mariano Rajoy después, sabían que su partido vivía gracias a prácticas ilegales. Ellos mismos recibían sobresueldos y prebendas para beneficio propio. Conocían que su tesorero visitaba de forma cotidiana la cloaca. Mariano Rajoy no siempre fue el presidente ejecutivo del partido. Antes había dirigido campañas electorales bañadas con dinero negro. Cuenta Ekaizer que “el PP se ha dotado durante los seis años de instrucción de una pátina de teflón por donde han resbalado las andanadas judiciales. Como partido ha evitado que sus dirigentes máximos se sienten en el banquillo, aunque el deterioro para la marca ha sido importante.” Hoy mismo la Audiencia Nacional debe decidir si Enrique López y Concha Espejel, los dos jueces conocidos por su afinidad con el PP, son recusados, o se acepta que sigan tomando decisiones sobre los casos que afectan al partido.

Pero el libro de Ernesto no describe sólo con todo detalle la corrupción en la calle Génova, incluida la planta séptima, donde está el despacho del presidente ejecutivo, reformada con millón y medio de euros entregados a los arquitectos “al margen de la facturación y la contabilización oficial”, según dice el juez. Queríamos tanto a Luis es mucho más que eso. Porque describe la intricada trenza de relaciones entre empresarios, ministros, cuadros del PP, abogados, fiscales, jueces, bancos y periodistas. Una trenza de relaciones en la que unos cuantos personajes en unos cuantos barrios y suburbios de Madrid, se protegen y se ocultan mutuamente. Una trenza que permite la impunidad de las prácticas ilegales con las que el PP ha convivido décadas.

Mariano Rajoy ha hecho estos años, probablemente lo único que podía hacer si quería seguir siendo presidente del Gobierno: negarlo todo primero y reconocerlo todo después para culpar a su amigo Luis, dejando sin aparente vergüenza que se pudra en la cárcel. No sería de extrañar que en las próximas semanas, en las que Rajoy se juega tanto, tengamos noticias de Bárcenas. Porque no parece que el ex tesorero tenga motivos para callar. Muy probablemente veremos nuevos cruces de correos suyos con el presidente y con otros cargos del PP. Como termina diciendo el autor de este libro imprescindible para conocer al PP, “las espadas siguen en alto”.

La lectura continuada –y bien rápida, porque el libro se lee como una novela de espías– pone los pelos de punta y la sangre a hervir. Nadie como Ernesto Ekaizer podría haber dado cuenta tan minuciosa de la podredumbre con que ha convivido la cúpula del PP en los últimos 25 años. Lo hace en el libro que ha presentado recientemente, Queríamos tanto a Luis, y que va ya por su segunda edición.

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