UN AÑO DE LA MUERTE DE MIGUEL BARROSO

Dígamelo

Inma Turbau

Hoy me he dado permiso para llamarte. Es un día señalado. El año pasado aprendí que, a las desgracias como a las alegrías, hay que reservarles una fecha concreta, si no, sueltas, aparecen sin avisar tantos días como quieran.

Por eso me atrevo a llamarte: si va mal, sólo me dolerá una vez al año. Si va bien, quién sabe. Como siempre, colgaré si al tercer toque no contestas, y ya llamarás cuando puedas.

Tecleo tu número de memoria, no porque tiene 20 años, sino por las miles de veces que me lo has pedido, la mayoría para que sonara y poder encontrarlo...

Da señal una vez, la seg…

Me saludas como siempre, porque sabes que soy yo.

-       Dígamelo.

-       ¿Con flores?

-       Con balas. Dispara. ¿Qué hay de nuevo?

-       Buf, no sé ni por dónde cogerlo, es difícil.

-       En ese caso, por las agallas, Turbau, ¿está fresco?

-       Sí y no. Ya es el 1er aniversario, pero no me hago a ello.

-       Turbau, no te pongas mística. A ver, dame el titular, cortito.

-       Llevamos un año sin hablar, Miguel.

-       Imposible. Qué va. Estamos hablando, ya te digo yo que exageras.

-       Sí, parece que exagero, y que hablamos. Después de tantos años, te oigo sin pensarlo.

-       Menos lobos, que siempre puedo sorprenderte.

-       Ojalá. Me encantaría.

-       A ti te pasa algo. Veámonos, y me lo cuentas mejor.

-       ¿Me acerco a tu casa?

-       ¡Bárbaro!… Espera, me he quedado en blanco, hay un lugar… ya me vendrá.

-       Olvídalo, me va fatal salir, estamos a tope con la plataforma, eso sí me da rabia, que no llegaras a verla analizando archivos y detectando de qué modo han sido alterados con inteligencia artificial…

-       Discúlpeme, pero perdóneme…

-       Ya, ya, que no aburra con el proceso, que deje al resultado hablar.

-       Correcto. Si puedes, está hecho. No necesitas mi beneplácito.

     …

Tiene razón, pero no puede evitarlo: ni yo buscar su aprobación, ni él dármela sin notarlo.

-       Aún no sé qué te pasa, ni por qué me has llamado.

-       No escuchas, ¿eh?

-       Será que no te explicas…

-       A ver, ¿cómo te lo cuento? Que esto no tenía que pasar, que nos ibas a enterrar a todos, tan en forma, comiendo tan sano, cuidándote como buen hipocondríaco, aparentando 10 años menos…

-       No entiendo bien de qué me hablas, pero vamos, si la envidia fuera tiña…

-       No te envidio, créeme, pero tú a mí tampoco: tu muerte fue la primera bomba, y me dejó tan aturdida que la segunda tuve que negarla hasta hacerle sitio. 2024 ha sido un campo de minas, lo supe al pisar la tercera, ya en septiembre, la peor. La de noviembre te diría que casi fue oportuna, me habría hundido de tener capacidad para sentir más dolor, pero como no me quedaba casi no la noté.

-       No sé por qué hablas en clave otra vez. Me has recordado hace mil años, cuando nos arrancamos el uno al otro los giros y modismos inconscientes, redundantes, las perífrasis verbales…

-       Nunca logré pasar la plancha por tus adjetivos. Qué manía con usarlos en su segunda acepción, aunque se entiendan.

-       ¿Y tú con los puntos? Pareces la Dirección General de Tráfico, que reparte pocos y mejor no usarlos. Frases más cortas, Turbau.

-       Voy. Háblame. Quiero escucharte…

-       ¿Qué quieres que te diga?

-       Lo que quieras.

-       No me viene nada a la cabeza. ¿Has oído un pitido? Quizá me queda poca batería. Pero no me importa agotarla. No entiendo por qué nadie me llama. Y no me has dicho aún qué quieres. Estás muy dispersa, céntrate.

-       Tú has vivido a mi lado más de la mitad de mi vida, y el resto la sabes, y te has ido. Yo me he quedado la tuya, pero tengo mala memoria.

-       ¿Y? Desembucha, Turbau. Si crees que hace un año que no hablamos es que tienes mucho que decirme.

-       Hace un año falleciste y me quedé sin palabras. Te recuerdo que la amistad puede ser unilateral, no hace falta estar los dos vivos y puede durar lo que me dé la gana. Cada amistad es diferente y la nuestra era muy rara, casi 30 años intentando justificarla sin dar explicaciones…

-       Sí, pero es comprensible y además me da igual, a nosotros mismos nos sorprendió y nos costó entender esta amistad.

-       A los 22 me conociste, de esa entrevista de trabajo recuerdo: define inmarcesible, qué adaptaciones al cine de relatos de Patricia Highsmith conoces, y quién es Tomatito.

-       Lo sabías todo, claro.

-       Tampoco era física cuántica.

-       En Comunicación y marketing me urgía alguien listo, joven y tan fan de la Fnac que lo convertiría en Síndrome de Estocolmo.

-       Me encanta cuando haces eso.

-       ¿Qué he hecho?

Hace un año falleciste y me quedé sin palabras. Te recuerdo que la amistad puede ser unilateral, no hace falta estar los dos vivos

-       Convertir lo que encontraste en lo que buscabas.

-       Funciona poco con lo esencial, pero no falla con todo lo demás.

-       No empieces. Tu repertorio era amplio, pero me lo sabía entero.

-       No sé por qué hablas de mí en pasado si seguimos siendo amigos.

-       Touché, Barroso. No sé, hablemos de música. Siempre te has encargado de nuestra banda sonora. ¿Has ido a algún concierto, últimamente? Tengo que pedir tus playlists antes de que se me olvide. Lo que no puedes negar es que se ha detenido el tráfico de libros entre nuestras casas.

-       ¿Estás 100% segura?

-       No me vas a hacer dudar, este truco es viejo, sí. Tengo decenas de cuadernitos de notas, como tú, y están llenos de ideas, recuerdos. Cada uno nos solía durar un par de meses. ¿Te acuerdas? Te lo cuento para acordarme yo.

-       Por eso soy tu amigo, te estoy escuchando.

-       Ojalá pudiera descargar de tu cerebro al mío el conocimiento enciclopédico sobre el estrambótico catálogo de temas que te obsesionaban, de los que no parabas de hablar hasta contagiarme tu fijación.

-       No creo que te obligara…

-       Al contrario. Pero me voy a tener que apañar sola para seguir indagando sobre ellos, no son precisamente intereses corrientes.

-       Por eso nos gustan, no veo el problema. Dame ejemplos.

-       A ver: Porfirio Rubirosa, el Tigre, y las horas que hemos dedicado a los Playboy latinoamericanos, sobre todo de la primera mitad del siglo XX… Philip Agee y demás agentes de la CIA activos en los años 50, 60 y 70 que escribieron memorias… la estética del boxeo en blanco y negro y los boxeadores fracasados, la vida de las actrices del destape cuando pasaron de moda, los mafiosos en la Cuba prerrevolucionaria, el Standup Comedy francés, que te costó, pero me aficionaste, incluso a Dubosc.

-       Francófila ya eras antes de conocerme…

-       Y tantos años de FNAC también, la música, el cine, los pensadores, las revistas, los diarios, novelistas, cantantes… conocimos a fondo París y provincia, pateamos medio mundo juntos.

-       Lo pasamos bien, ¿verdad?

-       Siempre hemos disfrutado. Tanto estando hasta arriba de trabajo como en plan relax. Coincidimos en detalles imposibles, y topamos con diferencias irreconciliables, pero nuestra amistad nunca ha estado en peligro. Creo. ¿Estás de acuerdo?

-       Si estoy muerto, como dices, está claro que esta amistad lo resiste todo.

-       Si lo pienso, Miguel, se me ocurren momentos peores que este…

-       No puedo comparar, pero a mí esto no me parece mal.

-       ¡Porque lo hago todo yo, como cuando trabajábamos juntos!

-       Te enseñé, te di confianza, querías más. ¿Cómo te llamaba?

-       Victorinox. ¿Qué vas a hacer cuando cuelgue, Miguel?

-       No tengo planes, ¿tú?

-       Voy a hacer un plan contigo. Una cenita ligera, música brasileña, un buen vino, pediré a Jose que me haga un Negroni Sbagliatto o un Tom Collins, y como es un día especial, vamos a poner alguna de esas películas de Steve Martin que veías para desconectar y la usaré para conectar contigo.

-       ¿Ya vas a colgar?

-       ¿Te parece poco? Sigues siendo un yonqui del teléfono.

-       ¿Volverás a llamarme?

-       Mucho más a menudo.

-       Cuando quieras. No me voy a ninguna parte. Ni siquiera creo que necesitemos el teléfono.

-       Lo sé, Miguel. Pero si le hablo al aparato se me olvida que no estás.

-       Como quieras, cielo. Ahora sabes que estoy contigo cuando me quieras a tu lado.

____________________

Inma Turbau es periodista, escritora y gestora cultural.

Más sobre este tema
stats