España no se rompe… ¿y Europa?

José María de la Riva Ámez

A pesar de muchos profetas empeñados en decir que España se rompe, parece que no es así y los resultados de las últimas elecciones en Cataluña lo ponen de manifiesto. Lejos de tener que recurrir a una nueva aplicación del artículo 155 de la Constitución, se ha puesto en evidencia que el diálogo produce mejores resultados para la convivencia y superación de conflictos territoriales.

Estamos en una nueva pantalla electoral: las elecciones europeas. 

Parece que Europa tampoco corre el riesgo de romperse, pero se están poniendo de manifiesto debilidades. ¿Nuestros representantes al Parlamento europeo son conscientes de dichas debilidades?

Ningún partido, ni conservadores ni progresistas, parece utilizar argumentos sobre la necesidad de la cohesión europea, y mucho menos de qué elementos utilizar para conseguirla. 

Los mensajes, en España al menos, son de carácter interno. Un nacionalismo rancio, especialmente utilizado por los partidos conservadores, que se apoya en Europa para debilitar al contrario y que atribuye a la Unión todo lo negativo y se apuntan como propio lo positivo, sin reconocer los avances que la Unión Europea activa.

Es difícil entender que ningún contendiente a las elecciones europeas haga mención de los informes que dos italianos, Draghi y Letta, han presentado el pasado mes de abril; su contenido debería suponer, como mínimo, un análisis de sus ventajas, o inconvenientes. 

Lo que ambos informes atestiguan suponen una llamada de atención que indica cambios importantes en el esquema actual de la UE, especialmente en materia de igualdad, seguridad, defensa y mercado único.

O Europa se consolida con unos valores muy sólidos en justicia social, apuesta por el cambio climático y autonomía defensiva, o cada uno de los 27 Estados miembros pasarán a ser insignificantes en una polarización del mundo cada vez más acusada

Argumento tan contundente formulado así por Draghi: “Un cambio radical es necesario.” Sugiere que damos respuestas limitadas por la forma en que Europa toma las decisiones y se financia, que evidentemente se plantearon para una etapa previa al antagonismo entre las grandes potencias, posiblemente acentuada por el Covid19, de la guerra de Ucrania o el conflicto en Oriente Cercano. Dice Draghi que “carecemos de una estrategia que nos permita mantener el ritmo en una carrera cada vez más feroz por el liderazgo en las nuevas tecnologías. En la actualidad, invertimos menos en tecnologías digitales y avanzadas que EE. UU. y China, incluida la defensa, y sólo contamos con cuatro empresas tecnológicas entre las 50 primeras del mundo.” Continúa con algo impactante que deberían conocer la mayoría de los ciudadanos europeos: “… no tenemos una estrategia que garantice que disponemos de los recursos e insumos necesarios para alcanzar nuestras ambiciones sin aumentar nuestra dependencia.”

Letta plantea, de forma sólida, la importancia de hablar de la necesidad urgente de un aggiornamento. Se hace necesario un mercado único actualizado para seguir con una presencia importante en un mundo que ha cambiado muchas reglas. Uno de los cambios que tienen trascendencia es nuestro proceso demográfico, el de Europa, observando que entre 2008 y 2022 Europa ha perdido cerca de 1 millón de nacimientos. Problema que parece no incumbe únicamente a nuestro espacio territorial, el de España.

Plantea Letta: “Se trata de una profunda contradicción, emblemática de los problemas del Mercado Único. En efecto, nuestro continente desarrolló rápida y eficazmente el sistema ferroviario de alta velocidad, pero, salvo el eje París-Bruselas-Amsterdam, permaneció dentro de las fronteras nacionales. Ni siquiera hemos conseguido conectar las tres principales capitales europeas: Bruselas, Estrasburgo y Luxemburgo.”

Si de todo esto no se informa a los ciudadanos en la campaña, ¿a qué esperan? Especialmente los grandes partidos, de los que hay que suponer son la base de la construcción y desarrollo de Europa. Europa parece estar exclusivamente en los carteles, pero los debates, las propuestas de futuro no están a la vista. Parece que los candidatos son los líderes nacionales de los dos grandes partidos, PSOE y PP, y en este último es tan evidente que parece ocultar a su candidata, apareciendo en la publicidad de algunos medios la presidenta de la Comunidad de Madrid, que no está las listas europeas de su partido, el PP.

El análisis que hacen tanto Letta como Draghi supone un reto que los ciudadanos deben incorporar, no como la pérdida de soberanía de los diferentes Estados, sino como la apuesta por una Europa capaz de competir en un mundo polarizado, con liderazgos cada vez más confrontados, como el desajuste entre China y EE. UU., la difícil relación de Europa con Rusia y, aunque de momento no está en ninguna ecuación, la incógnita de India.

O Europa se consolida con unos valores muy sólidos en justicia social, apuesta por el cambio climático y autonomía defensiva, o cada uno de los 27 estados miembros pasarán a ser insignificantes en una polarización del mundo cada vez más acusada.

Lo ciudadanos españoles parecen ser de los que más confían en Europa. Hay que esperar que eso siga siendo así, pero para ello se necesita que los candidatos y candidatas al parlamento europeo, y especialmente los partidos que se presentan, hablen de Europa, debatan sobre los problemas que tiene Europa, que los tiene como indican los expertos y, especialmente, que hagan propuestas que sigan dando esperanza al futuro de este vasto territorio de cerca de 450 millones de ciudadanos con el mismo pasaporte.

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José María de la Riva Ámez es Profesor de Geografía y ex concejal del Ayuntamiento de Madrid con el PSOE.

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