El Gobierno en solitario que propone Sánchez es la solución menos frecuente en la Europa de la fragmentación política

Fernando Varela

Tres de cada cuatro países de la Unión Europea en los que no existe mayoría absoluta parlamentaria tienen un gobierno de coalición entre dos o más partidos y sólo uno de cada cuatro tiene un Ejecutivo monocolor apoyado por formaciones parlamentarias distintas ajenas al primer ministro. La historia política europea ha normalizado las coaliciones como una solución habitual para formar gobierno en parlamentos fragmentados, un fenómeno cada vez más habitual en una época en la que en casi todos los países florece la nueva política en forma de partidos emergentes.

España fue y, de momento, sigue siendo la excepción. El bipartidismo imperfecto ha hecho posible que durante muchos años la formación de gobierno no haya dependido de una coalición, aunque sí en ocasiones de pactos entre partidos, normalmente con las minorías nacionalistas vasca y catalana.

Pero la irrupción de los nuevos partidos, singularmente de Podemos y de Ciudadanos —y ahora también de la extrema derecha de Vox— ha cambiado el escenario. En la legislatura anterior Mariano Rajoy tuvo que negociar un acuerdo con el partido de Albert Rivera y esperar la abstención del PSOE —que finalmente consiguió— para ser investido.

Pedro Sánchez afronta ahora mismo un dilema semejante. De un lado tiene la posibilidad de negociar y suscribir un acuerdo de coalición con Unidas Podemos que incluya la presencia de dirigentes del partido o de personas afines a su formación. Esta opción es la preferida por la formación de Pablo Iglesias, que ya la defendió durante la campaña como la única manera de garantizar que el nuevo gobierno aplique un programa de izquierdas y, de paso, rentabilizar electoralmente la acción del ejecutivo.

Sin embargo, no todos en el partido morado comparten este criterio: los anticapitalistas y Unidas Podemos Andalucía prefieren un pacto de legislatura, un acuerdo programático que les permita controlar la acción del Gobierno pero sin sentarse en el Consejo de Ministros.

A escala autonómica, el dilema entre un gobierno de coalición y un pacto de legislatura sólo se ha resuelto en la Comunitat Valenciana y en Castilla-La Mancha. En el primer caso, sin la entrada en el Ejecutivo. En el segundo, con la incorporación de dos representantes de Podemos al Gobierno del socialista Emiliano García-Page, paradójicamente uno de los barones del PSOE más favorables a un entendimiento con Ciudadanos.

Pedro Sánchez no descarta ningún escenario, al menos de momento y a la espera de lo que ocurra el 26 de mayo, cuando haya que negociar acuerdos para las comunidades autónomas y los ayuntamientos, pero es partidario de seguir gobernando como ha hecho hasta ahora, con un acuerdo parlamentario con UP pero sin asiento en el Consejo de Ministros.

El líder del PSOE quiere seguir el modelo de Portugal y tener las manos libres para decidir en todo aquello que no haya pactado por escrito con Unidas Podemos. Si gobernó en solitario cuando tenía 83 escaños y UP 67, razona el presidente en funciones, tiene sentido querer seguir haciéndolo cuando el PSOE ha escalado a 123 diputados y los de Pablo Iglesias han caído a 42.

Esta fórmula, sin embargo, es poco habitual en la Unión Europea. Los países en los que hay un gobierno monocolor con el apoyo parlamentario de otros partidos son una minoría: Reino Unido, Irlanda, Suecia, Grecia y República Checa, además de Portugal.

Unidas Podemos no comparte el razonamiento del PSOE. Desde su punto de vista, si no entran en el Gobierno no habrá ninguna garantía de que Sánchez aplique políticas de izquierdas ni de que no vaya a ceder a la tentación de llegar a acuerdos con Ciudadanos o incluso con el PP.

Es verdad que la distancia entre el PSOE y UP es estimable (81 diputados y 14,4 puntos porcentuales) pero también existen ejemplos en la Unión Europea de gobiernos de coalición formados por partidos con diferencias aún mayores.

  Gobiernos de coalición

En Alemania el Ejecutivo siempre ha estado en manos de una coalición liderada por la conservadora CDU o por el socialdemócrata SPD. En estos momentos, con un parlamento cada vez más fragmentado y una presencia notable de la extrema derecha (12,6% de los votos y 94 escaños), Angela Merkel gobierna en coalición con los socialdemócratas. La CDU obtuvo en las últimas elecciones el 33% de los votos y el SPD un 20,5%.

Italia también tiene una larga historia de gobiernos de coalición. La actual está integrada por los antisistema del Movimiento 5 Estrellas (32,45% de los votos) y los extremistas de La Liga (37,25%).

En Austria los conservadores del Partido Popular Austríaco (ÖVP, 31,5% de los votos) lideran el gobierno con el apoyo del ultraderechista Partido de la Libertad (FPÖ, 26%).

El caso de Bélgica es más complejo. La constitución obliga a equilibrar el gobierno con ministros francófonos y flamencos y formar una mayoría estable es históricamente una tarea complicada. El Ejecutivo actual estaba formado por cuatro partidos: el independentista Nueva Alianza Flamenca (N-VA, 20,26%), el Partido Cristiano-Demócrata y Flamenco (CD&V, 11,61% , los Liberales y Demócratas Flamencos (LDF (9,78%) y el liberal Movimiento Reformador (MR, 9,64%), al que pertenece el actual primer ministro. El N-VA, sin embargo, rompió el pacto en diciembre y el país celebrará elecciones el 26 de mayo, coincidiendo con las europeas.

En Países Bajos también son moneda corriente las coaliciones. En estos momentos gobierna un cuatripartito liderado por el liberal Mark Rutte. Su formación, el Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD, 21,3%), pactó con Llamada Demócrata Cristiana (CDA, 12,4%), Democracia 66 (D66, 12,2%) y la Unión Cristiana (CU, 3,4%).

El primer ministro de Luxemburgo es el liberal Xavier Bettel. Su formación, el Partido Democrático (DP,17,6%), comparte el gobierno con otros dos partidos: el socialdemócrata LSAP (16,91%) y los veres (Gréng, 15,12%).

En Finlandia la norma son también las coaliciones. Las últimas elecciones tuvieron lugar el 14 de abril y la formación de gobierno todavía está pendiente. Ganaron los socialdemócratas del SDP (17,7%), seguidos a muy escasa distancia por el Partido de los Finlandeses (PS, 17,5%). Otros seis partidos obtuvieron representación en el parlamento finés lo que obligará a tejer complejas alianzas para formar gobierno. No le basta con la Liga Verde (VIHR, 11,5%) y la Alianza de Izquierdas (VAS, 8,2%), así que deberá atraer alguna otra formación de derechas.

El primer ministro de Dinamarca es el Lars Løkke Rasmussen. El suyo es un ejecutivo de tres partidos: el liberal Venstre (19,5%), la Liberal Alliance (7,5%) y el conservador Konservative Folkeparti (3,4%). Como no suman mayoría absoluta, han firmado un acuerdo a la andaluza con el ultra Dansk Folkeparti (21,1%).

En Rumanía el actual gobierno es una coalición formada por los socialdemócratas (PSD, 45,48%) y los liberales de ALDE (5,62%), quizá la más desigual del continente: la distancia que separa a los dos socios es de 39,8 puntos porcentuales.

El ejecutivo de Bulgaria también está formado por dos partidos. En este caso la formación dominante es el conservador GERB, 32,65% y sus socios son los nacionalistas euroescépticos Patriotas Unidos (9,07%). También aquí hay una diferencia notable de apoyo entre las dos formaciones: 23,5 puntos porcentuales.

En Croacia tambien hay una coalición de gobierno. El más importante es la conservadora Unión Democrática Croata (HDZ, 36,27%), y su socio principal es una heterogénea coalición (MOST, 9,91%), así como diputados de diferentes minorías nacionales.

El de Eslovenia es un gobierno pentapartito integrado por el centrista LMŠ (12,66%), los socialdemócratas del SD (9,92%), los liberales del SMC (9,75%) y el SAB (5,12%) y el centroizquierdista Partido Democrático de los Pensionistas (DeSUS, 4,91%).

En Eslovaquia la coalición es un cuatripartito: compuesto por el socialdemócrata SMER-SD (35,2%), el nacionalista Partido nacional Slovaco (SNS (8,6%), el centroderechista Most-Híd (6,5%) y el liberal conservador #SIEŤ (5,6%).

El caso de Estonia es el de un gobierno a tres bandas liderado por los socialliberales del Partido de Centro (EK, 23,1%). Se trata de un partido de centroizquierda rusófono que negoció un acuerdo para compartir el ejecutivo con el xenófobo y euroescéptico Partido Popular Conservador (EKRE, 17,8%) y con el conservador Pro Patria (11,4%).

En Letonia gobierna una coalición formada por un puzzle casi imposible de cinco partidos: el liberal conservador Nueva Unidad (6,69%) —que lidera el ejecutivo—, el liberal proeuropeo Para Desarrollo/Para (12%), el Nuevo Partido Conservador (13,59%), la derechista y nacionalista Alianza Nacional (11%) y el antieuropeo ¿A quién pertenece el Estado? (KPV LV, 14,25%).

Lituania, la tercera república báltica, no es una excepción. En este caso, sin embargo, la coalición de gobierno es más sencilla. De ella participan sólo dos partidos: el centroderechista Unión de Campesinos y Verdes (54 y 22,45%) y el socialdemócrata LSDP (17 y 15%).

  Gobiernos en minoría con apoyos

El más importante es el de Reino Unido. Aquí gobierna en solitario el Partido Conservador de Theresa May gracias a un acuerdo parlamentario con los unionistas de Irlanda del Norte (DUP), aunque la situación creada por el Brexit está lejos de garantizar una situación estable.

En Irlanda gobiernan en minoría los democristianos del Fine Gael pero tienen apoyo parlamentario del centrista Fianna Fáil y de varios diputados independientes para asegurar cierta estabilidad mientras dure la incertidumbre provocada por el Brexit.

El Gobierno de Suecia es una coalición en minoría. Comparten tareas en el ejecutivo los socialdemócratas (28,26%) y los verdes (4,41%) pero su formación sólo fue posible gracias a la abstención del Partido del Centro (8,61%) y el Partido Popular Liberal (19,84%) que trata de cierra el paso al ultraderechista Demócratas de Suecia (17,53%).

El gobierno monocolor de Portugal es bien conocido en España. Lo integra el Partido Socialista (32,31%) de António Costa en solitario, pero con el apoyo parlamentario del Bloco de Esquerda (10,19%) y el Partido Comunista (8,25%).

Syriza (35,46%), el partido del primer ministro, Alexis Tsipras, gobernaba Grecia en coalición con los nacionalistas Griegos Independientes (3,69%). La coalición —otro ejemplo en el que existía una gran desproporción entre los dos socios— se rompió en enero como consecuencia del reconocimiento del nombre oficial de la vecina Macedonia del Norte y ahora Tsipras gobierna en minoría a la espera del resultado de las elecciones que tienen que tener lugar este año.

En la República Checa gobiernan la populista Alianza de Ciudadanos Descontentos (29,64%) ylos socialdemócratas (ČSSD, 727%) forman desde junio de 2018 un Gobierno en minoría que logró ser investido por la abstención de los comunistas del KSČM (7,76%)

Casado anuncia una oposición "frontal" si Sánchez pacta con los nacionalistas

Ver más

La lista de gobiernos en minoría la cierra Chipre, donde el conservador Nikos Anastasiadis alcanzó la jefatura del Gobierno en 2018 pero no tiene mayoría parlamentaria.

  Gobiernos monocolores con mayoría

Son la excepción a la regla en la Unión Europea. En estos momentos sólo existen en cinco países: Francia (consecuencia de movimiento creado por Enmanuel Macron), Hungría (liderado por el ultra Viktor Orbán), Polonia (con mayoría absoluta del derechista u euroescéptico Ley y Justicia) y Malta (el Partido Laborista controla el Parlamento de la isla).

Tres de cada cuatro países de la Unión Europea en los que no existe mayoría absoluta parlamentaria tienen un gobierno de coalición entre dos o más partidos y sólo uno de cada cuatro tiene un Ejecutivo monocolor apoyado por formaciones parlamentarias distintas ajenas al primer ministro. La historia política europea ha normalizado las coaliciones como una solución habitual para formar gobierno en parlamentos fragmentados, un fenómeno cada vez más habitual en una época en la que en casi todos los países florece la nueva política en forma de partidos emergentes.

Más sobre este tema
>