La universidad vuelve a la calle para plantar cara a los recortes de Ayuso: "Empieza una batalla a largo plazo"

Vista de la manifestación ante la Asamblea de Madrid en defensa de la universidad pública este jueves.

17 de octubre de 2012. Un grupo de unos 200 estudiantes se sienta en unas escaleras de asfalto cercanas al Museo de Escultura al Aire Libre situado en el número 40 del madrileño Paseo de la Castellana. Algunos llevan cuadernos y bolígrafos y todos escuchan atentamente a quien, micrófono en mano, se pone frente a ellos. Es Juan Varela, profesor de Filología Italiana en la Universidad Complutense de Madrid que, por un día, decidió trasladar su aula a "la puñetera calle". No lo hizo porque sí. La crisis económica mundial que azotaba especialmente a España desde 2008 y que había provocado ya entonces varios tijeretazos a la universidad pública asfixiaba a docentes y alumnos. Y decidieron decir basta. Fue, no por casualidad, explicando la Canción de la Avaricia, del poeta Dante Alighieri.

Han pasado más de 12 años desde entonces, pero todavía hoy se recuerda. Aquella clase fue el pistoletazo de salida a muchas otras que llegaron después. Y que, hasta 2015, sacaron a las calles de Madrid a más de 900 profesores y profesoras de las seis universidades públicas de la región que escenificaron así la asifixa económica que ponía en peligro su viabilidad. Pero poco consiguieron en tres años. Y por eso este jueves se ha repetido la escena inédita que en su día protagonizó Varela. Esta vez, frente a la Asamblea de Madrid. Y con Marisa Montoya, catedrática de Física de la Tierra y Astrofísica de la UCM al frente. Esta vez, con una clase magistral sobre los "Puntos de inflexión del sistema climático", un tema que, igual que pasó con la poesía de Dante en su momento, también ha sido escogido con segundas intenciones.

Lo explica la profesora de Derechos Humanos y Filosofía del Derecho de la Carlos III, María Eugenia Rodríguez Palop. La universidad ha decidido regresar a la calle, este jueves en el sentido más literal de la expresión, por una infrafinanciación crónica, pero no solo. El ataque que sufren estas instituciones también tiene mucho que ver con la "ola reaccionaria" que lidera la extrema derecha y en España cohabita con el conservadurismo de Isabel Díaz Ayuso. "Es una corriente negacionista, acientífica y que no quiere de ninguna manera que la universidad sea líder en el conocimiento y en la investigación", lamenta la también exeurodiputada. La propia Montoya también lo entiende así. Su clase, explica al terminarla, ha servido como "muestra del trabajo de investigación que se ve amenazado si no se dota a la universidad de recursos".

Es, por tanto, una cuestión ideológica. Porque además las circunstancias que llevaron a la universidad pública a la movilización en 2012 no son las mismas que ahora, aunque los términos que resuenan son los mismos.

Una nueva plataforma y lucha por la financiación

La clase de Montoya ha sido un recuerdo de la lucha que muchos y muchas ya hicieron en su día. Palop, por ejemplo, fue una de las redactoras de aquel manifiesto de La uni en la calle, el movimiento que impulsó esas movilizaciones y que hoy, confirma Germán Garrido, vuelve para quedarse. Él también estuvo presente en 2012. "Nos hemos vuelto a organizar. Volvemos a estar presentes las seis universidades públicas y nuestra idea es reactivar todo", explica desde el otro lado del teléfono. De fondo se escucha el gentío que este jueves también se concentró frente a la Asamblea de Madrid al acabar la clase de la catedrática de la Complutense. Lo hicieron convocados por CCOO, UGT y CGT y con un objetivo muy claro: que dentro de la Cámara regional, donde se debatían las enmiendas de los Presupuestos de 2025, se hablara de ellos.

"Teniendo en cuenta la poca antelación de la convocatoria, hemos tenido una asistencia bastante importante. Ha habido estudiantes, profesores, personal de administración... Y de todas las universidades", cuenta Carlos de Castro, profesor de Sociología de la Autónoma (UAM). "Se ha hecho todo con bastante prisa, así que el balance es positivo", remacha. Los carteles que anunciaban la movilización apenas se habían empezado a difundir 48 horas antes, casi al mismo tiempo que en centros como la Facultad de Ciencias Políticas de la UCM se aceleraba la organización. Allí nació, pocas horas antes de la manifestación, la primera pata de la Plataforma en Defensa de la Universidad Pública. Pero quedan más.

Se trata, dicen, de un "espacio de organización amplio, abierto, democrático y horizontal con vocación de integración amplia" y un objetivo muy claro: "revertir el expolio y desmantelamiento de las universidades públicas". Para ello, solicitan a los rectores que interpongan una demanda para restituir los presupuestos que se deberían recibir y avanzar en la reducción de los precios públicos. También, que se reúnan con la ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant. "Nuestra principal e inmediata lucha tiene que ver con la falta de financiación de la universidad, pero nuestras reivindicaciones no terminan ahí", expone Garrido.

En frente siguen teniendo la Ley de Universidades que pretende aprobar el Gobierno madrileño y que, entre otras cosas, contempla un "régimen sancionador frente el vandalismo, la ocupación y los escraches" para mantener el "decoro" dentro de las facultades, un movimiento que desde la universidad se ha interpretado como una reacción a las acampadas en apoyo a Gaza tan criticadas desde la Puerta del Sol. Y tiene más. De aprobarse la norma, serán las propias universidades las que deberán asumir el 30% de su financiación. ¿Cómo? Con recursos propios. "Ese va a ser nuestro gran caballo de batalla. Si eso sale adelante veremos cómo se incrementan las tasas y se cierran titulaciones", denuncia Garrido.

De la crisis de 2012 a la ideología de 2024

Lo dice con conocimiento de causa. Ya pasó y ya lo vivió. Los propios rectores madrileños recordaron en una carta abierta enviada a Ayuso que tras la crisis financiera "la Comunidad de Madrid redijo drásticamente la subvención nominativa y aumentó los precios de las matrículas a los estudiantes". En concreto, según recogió el ya desaparecido Observatorio del Sistema Universitario en un informe, entre 2009 y 2015 la región incrementó en un 40,2% lo que los estudiantes debían abonar por estudiar en un centro público. El problema es que desde entonces, y aunque se han reducido esos precios —que en Madrid siguen siendo no obstante los más elevados de todo el país— eso no se ha traducido "en la correspondiente recuperación de la subvención". Dicho de otro modo: las universidades públicas acumulan ya 15 años de "grave infrafinanciación".

No hay comparación posible con otras autonomías, además. Según el último informe de la Fundación Conocimiento y Desarrollo (CYD), la región de Ayuso es la que menos invierte por cada uno de sus estudiantes: 5.362 euros, un 24,4% menos que la media nacional. A la vez, es la que más cobra en tasas: 1.620 euros de media por cada alumno, un 28% más que la media del resto del país. Y esto, que en 2012 podría tener una explicación detrás, hoy ya ni siquiera la tiene.

"En aquellos años salimos a las calles por los recortes que se aplicaban a todo lo público, también a la universidad. Lo que ocurre es que en ese momento se hizo en un contexto de crisis económica global. Hoy no estamos en esa situación. Es más, la Comunidad de Madrid es la más rica de toda España y la que ha puesto en marcha el peor programa de recortes encubiertos", lamenta De Castro. "Si ahora que supuestamente estamos creciendo se aplican estas políticas, qué no pasará cuando esto cambie", añade Garrido.

Por eso el momento es ahora. "Es absolutamente urgente que nos movilicemos, que ocupemos las calles", asegura Palop, que extiende incluso la necesidad de la protesta. A la vivienda, a la sanidad, "a la defensa de todo el sector público". "Lo que estamos viendo en Madrid es un laboratoio que con toda seguridad se va a extender por toda España, empezando por las comunidades del PP. Lo estamos viendo también en Andalucía", señala.

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Allí, los rectores de sus diez universidades públicas también se pusieron de acuerdo para mostrar su "firme rechazo" a la "estrategia de privatización" del sistema que ha puesto en marcha, acusan directamente, la Junta de Juanma Moreno. Lo hicieron después de que la Escuela Universitaria de Enfermería y Fisioterapia San Juan de Dios, integrada en la Universidad Pontificia Comillas, con sede en Madrid, aterrizara en el campus de Bormujos de Sevilla de forma "exprés" y sin autorización. "Sienta un preocupante precedente", lamentaron, denunciando la cada vez mayor privatización de su sector.

Hace apenas unos días, UGT denunció también lo que consideran que es "un ataque sistemático" contra la institución, que según los Presupuestos de 2025 recibirá en 2024 87 millones menos. "Un hecho que evidencia la falta de compromiso del gobierno regional con la educación pública", denunció el sindicato. Víctor Molina, profesor de la Universidad de Sevilla, confirma que todo ello les ha llevado a movilizarse. Y que seguirán.

Según señala UGT, todo responde al interés privatizador como motivo principal. Allí ya son tres los centros de este tipo, pero en regiones como Madrid ya ascienden a 14. Por eso es en esa autonomía donde por ahora se recuperará aquello que en 2012 se llamó Marea Verde y cuyas camisetas se han vuelto a ver este jueves frente a la Asamblea. "Esta va a ser una batalla a largo plazo", sentencia De Castro.

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