No es de derecho y no es de justicia

Victorio Martínez Armero

No debe imponerse la sinrazón, la injusticia y el sufrimiento eterno de soportar en la Sierra de Guadarrama la gran cruz del horror y del homenaje al sanguinario régimen fascista del nacionalcatolicismo creado por los salvadores de la patria por la gracias del dios católico, obispos, cardenales y arzobispos que apoyaban a Francisco Franco, el pequeño dictador, y le permitieron todo tipo de asesinatos durante su vida como dictador hasta la muerte en la cama agonizando de dolor.  

Ver la cruz católica del odio y el rencor me indigna y atenta contra el derecho que tengo a la laicidad que me garantiza el Estado de Derecho español y se me está negando y dañando mi intimidad con la ofensa, cada vez que veo la cruz de los horrores, y no puedo ir libremente por la Sierra de Madrid.  

Ver la cruz católica de la maldad y la venganza fue el homenaje y el compromiso del pequeño dictador con el nazismo y fascismo por las ayudas que recibió de Adolf y Benito para el inicio de la guerra civil tras el fracaso del golpe de Estado contra el Gobierno legítimo de la II República. Distinguir con un mausoleo del miedo y el adoctrinamiento a quienes mataron a inocentes seres humanos es la prueba de la injusticia eterna con las víctimas inocentes y de la complicidad de la jerarquía de la Iglesia católica en su compromiso con el franquismo a cambio de millones de pesetas para llevar bajo palio al pequeño dictador y aplaudían los asesinatos de españolas y españoles inocentes, desde la explanada de Cuelgamuros, en su participación en el tormento, horror, sufrimiento y hambre al que sometieron al pueblo español con el nacionalcatolicismo del terrorismo contra españolas y españoles. 

Cada vez que veo la cruz de los horrores y la muerte, me duele, me ofende y me provoca sufrimiento y no puedo ir libremente por la Sierra de Madrid

No debemos olvidar las atrocidades del régimen franquista y no debemos permitir el blanqueo de la sanguinaria dictadura de Francisco Franco y los obispos, cardenales y arzobispos de la Iglesia Católica, permitirlo es ofender y hacer daño a las familias de las víctimas que asesinó Francisco Franco cobardemente y es no hacer justicia ni aceptar la realidad de la historia de España. Las víctimas del  franquismo merecen el máximo respeto, la democracia mantener su integridad material y los príncipes de la Iglesia católica deben ser reprobados por la historia por su comportamiento malvado, vengativo y violento contra las españolas y españoles a través de aquella doctrina que desde el púlpito convertido en atril para defender el terror y el adoctrinamiento por la fuerza de la sinrazón y ensuciar el honor de todo un pueblo con la acusación de ser rojos, rojas, comunistas, socialistas, sindicalistas, anticlericales, masones, republicanos y demócratas por no arrodillarse ante el fascismo católico.  

Dinamitar de forma controlada la cruz del mausoleo de homenajes al fascismo para  evitar el renacer de la doctrina de la maldad y la mentira. Es la solución más eficaz,  justa y el mejor acto político- patriota para la España democrática, y seguir escribiendo  la historia verdadera en libros para obtener una educación y cultura realistas. 

No comparto lo que pretende el Gobierno de España manteniendo el santuario de los horrores del franquismo pagado con los impuestos de la ciudadanía, duele y atenta contra los derechos humanos individuales y colectivos de las personas demócratas,  agnósticas, ateas y laicas y ofende a quienes pensamos y opinamos que el Estado Democrático de Derecho en España debe ser laico y no beneficiar a ninguna religión y no  financiar la incultura ni el adoctrinamiento de las siguientes generaciones en la eterna mentira.

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Victorio Martínez Armero es socio de infoLibre.

No debe imponerse la sinrazón, la injusticia y el sufrimiento eterno de soportar en la Sierra de Guadarrama la gran cruz del horror y del homenaje al sanguinario régimen fascista del nacionalcatolicismo creado por los salvadores de la patria por la gracias del dios católico, obispos, cardenales y arzobispos que apoyaban a Francisco Franco, el pequeño dictador, y le permitieron todo tipo de asesinatos durante su vida como dictador hasta la muerte en la cama agonizando de dolor.  

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