Abril es una mujer de 36 años con parálisis cerebral que no puede moverse, encerrada por tanto en su propio cuerpo, pero con las facultades mentales intactas y que está siendo desde hace casi dos décadas prostituida por su propia familia. Su padrastro, su madre y sus hermanos, que viven literalmente a su costa gracias a su pensión de invalidez y a lo que le pagan hasta cinco hombres diarios por violarla. Una historia de terror dolorosamente real sucedida en Canarias.
Una pesadilla de la que Abril empieza a despertar cuando consigue enviar un mensaje a Ángeles Blanco, abogada de una asociación que asiste a personas con parálisis cerebral: "SOS". Nada más. La profesional responde rápidamente. Pregunta por más datos, insiste, pero no hay respuesta. Tras varios días de silencio llega otro mensaje: de nuevo un "SOS", esta vez seguido de un icono de llanto. Empieza así una angustiosa conversación de ocho meses hacia la libertad, emoticono tras emoticono.
"¿Cómo es posible que esto ocurriera? Es acojonante", remarca a infoLibre la cineasta Mabel Lozano, 'vocera contra la explotación sexual de mujeres y menores', como ella misma se define, y a su vez guionista, directora y productora de Abril, hoy no es invierno, el nuevo corto en el que cuenta al mundo la terrible historia de esta mujer olvidada, sin voz, invisibilizada y muerta en vida, cuyo sufrimiento se verá por vez primera en pantalla grande este viernes en la sección Made in Spain del Festival de Cine de San Sebastián.
"Yo llevo dos décadas hablando de la trata sexual, pero hay tantas historias de este tipo que desconocemos", lamenta Lozano, recordando que "si ya una mujer con una discapacidad es mucho más vulnerable a la violencia, imagina una persona que no solamente es que no se pueda mover, que tiene una dependencia física para todas las cosas elementales, sino que encima no puede decir nada". "No podía decir 'estos hijos de puta me están vendiendo, violando, matando'. Es brutal", subraya la realizadora. "Está encerrada en su casa -su familia solo la saca a la calle una hora al día, nunca en invierno- y en su cuerpo. Por mucho que lo intentemos, no podemos ponernos en su lugar", apostilla.
Si ahora estamos hablando de Abril es gracias al empeño de Ángeles - abogada en la Confederación ASPACE y en la Fundación CERMI Mujeres-, quien perseveró hasta convencer a Lozano -nominada al Goya por Chicas nuevas 24 horas (2015) y ganadora dos veces por sus cortometrajes Biografía del cadáver de una mujer (2020) y Ava (2023)-, que se resistió por sentirse abrumada al conocer el caso. Pero su compromiso con los derechos humanos rápidamente le llevó a ceder. "Estas historias me afectan a todos los niveles, por lo que de vez en cuando me tengo que alejar para coger aire", confiesa.
Llevo dos décadas hablando de la trata sexual, pero hay tantas historias de este tipo que desconocemos
Indudablemente, la empresa era necesaria, más todavía teniendo en cuenta el mensaje que cierra el corto: "El 84% de la violencia contra las mujeres con parálisis cerebral es sexual. Hasta la fecha, ninguno de los violadores ha ido a la cárcel". Un dato que se nos podría pasar por alto con toda la frialdad de los números, pero que estremece una vez el espectador ya es mínimamente partícipe del dolor de esta mujer. Y recuerdo la cineasta: "En el caso de Abril, que ya denunció a su proxeneta, que era su padrastro, su familia, no se admitió a juicio porque ella no puede expresarse. Hasta 2022, como su lenguaje es ininteligible, no se admitía a juicio. A partir de ese año sí hay una figura jurídica de mediador, que es un logopeda, que tienen que pagar las mujeres. No lo paga la justicia, por lo que siguen sin tener un acceso a la justicia si no tienen dinero, porque no pueden comparecer. Por eso no hay apenas denuncias".
Hemos perdido totalmente los seres humanos la empatía hacia los demás
Pone el foco en este punto Lozano en otro detalle en absoluto baladí, pues aunque a Abril la sacaban todos los días una hora a la calle, al mismo sitio, a pesar de ser en una pequeña población canaria, "nadie se arrimó nunca" a decirle algo. "¿Cómo estás? ¿Cómo te llamas? Nada. Hemos perdido totalmente los seres humanos la empatía hacia los demás", lamenta, al tiempo que relata también cómo en sus múltiples visitas al médico, como las que puede tener cualquiera, "cuando trataba de llamar la atención para que la miraran, preguntaban a sus acompañantes, como hacen con los ancianos". "Qué impotencia. Nadie te escucha. Te ven con parálisis cerebral y piensan que tienes también una discapacidad intelectual, pero no es así, por lo que eres consciente de todo lo que le pasa. Nadie te mira. No existes. Eres la más vulnerable de los vulnerables. Y eres consciente de que no puedes escapar", subraya.
Tampoco te hace caso la policía, que no tiene formación para atender este tipo de casos: "Los agentes llegaban a los lugares donde estaban estas mujeres y, como, ellas no pueden hablar, la familia decía que estaba todo bien. '¿Cómo va a ser eso? No, no, qué locura, para nada'. Luego la policía se iba y la propia familia la quitaban el teléfono, la silla, y se acabó esa mujer. Por eso, Ángeles es una mujer extraordinaria que la salvó la vida con su mesura. Le preguntaba '¿dónde te están explotando?', '¿a qué hora del día sales?' Cuando tuvo todo eso ya sí llamó y se presentó allí con la policía".
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Una historia de pura supervivencia que ayuda, según la cineasta, a poner ante el espejo una "realidad muy desconocida" que ojalá nos ayude a mirar de otra manera a las personas con esta discapacidad en nuestro día a día. Pero empatizar, en definitiva. "Yo creo que estos cortos inciden más en la ciudadanía que en las leyes", lamenta, pues, tal y como recuerda, ella lleva ya veinte años denunciando y visibilizando la trata sexual y "no hay una ley integral" contra ella. "Esa es la verdad. Podemos preguntarnos '¿hay voluntad política?' Pues no, hay mucha palabrería. Pero es verdad que sí cambia a la gente que lo ve y noto mucho más interés".
La sanidad pública y las ayudas a la dependencia son bienes maravillosos que tenemos que cuidar como un tesoro
Aprovecha, asimismo, para poner en valor la importancia de la sanidad pública en general y de las ayudas a la dependencia en particular. "Son bienes maravillosos que tenemos que cuidar como un tesoro", afirma, antes de poner un ejemplo concreto: "A las personas con parálisis cerebral, la Seguridad Social les proporciona una silla hecha a medida para cada uno de ellos. Porque hay personas a las que se les cae la cabeza, al otro se le cae un brazo, el otro lo mueve con una mano... Pesan ciento y pico kilos, valen una fortuna, y Abril tenía una silla de ruedas con motor que le permitía salir de casa esa hora diaria porque se la da la Seguridad Social".
"Por tanto, son bienes maravillosos que hay que cuidar, que hay que cuidar, porque somos unos afortunados. En Estados Unidos, esa mujer estaría postrada en una cama porque, evidentemente, esa familia jamás le hubiera comprado esa silla. Porque no es una silla de ruedas normal al uso, que oye, pues la puedes comprar de segunda mano en el Wallapop. En Estados Unidos, si la familia no tiene mucho dinero, esa mujer no puede salir, está toda su vida en la cama. Imagínate si es importante la Seguridad Social como un bien a proteger, a cuidar, a disfrutar. Como la educación. Al final, hablamos del bienestar de todos nosotros, de todos", remata.
Abril es una mujer de 36 años con parálisis cerebral que no puede moverse, encerrada por tanto en su propio cuerpo, pero con las facultades mentales intactas y que está siendo desde hace casi dos décadas prostituida por su propia familia. Su padrastro, su madre y sus hermanos, que viven literalmente a su costa gracias a su pensión de invalidez y a lo que le pagan hasta cinco hombres diarios por violarla. Una historia de terror dolorosamente real sucedida en Canarias.