Las horas bajas de la eólica: Trump, la inflación y los ecologistas hacen la pinza a los aerogeneradores

La energía eólica lleva años de capa caída y su futuro a corto plazo no es prometedor. La inflación y los problemas en las cadenas de suministro han castigado a esta tecnología durante los últimos años y ahora una ola reaccionaria, liderada por Donald Trump, amenaza con empeorar todavía más la instalación de nuevos aerogeneradores. En Europa la eólica creció menos el año pasado que en 2023, mientras que en España se enfrenta a una guerra judicial constante contra grupos de agricultores, ruralistas y ambientalistas, que tienen al sector en jaque en Galicia y otras regiones.
El sector reconoce desde hace años que crece por debajo de sus expectativas y los grandes fabricantes europeos han tenido importantes problemas económicos por la feroz competencia de la industria china. A esto se suma la orden firmada esta semana por Trump de paralizar la instalación de nuevos aerogeneradores en terrenos federales, lo que pone en riesgo el negocio de las empresas europeas con su principal socio comercial.
Desde la Asociación Empresarial Eólica (AEE), la patronal del sector en España, confían en que la decisión del nuevo presidente de Estados Unidos no tenga la repercusión que aparenta. "Habrá que esperar a ver cuáles son las competencias reales de Trump y qué parte de esas decisiones dependen de los gobiernos estatales. En su anterior legislatura también fue muy agresivo y terminó siendo el presidente que más eólica instaló", avanza Juan Virgilio Márquez, director general de la AEE.
En todo caso, si efectivamente Trump logra paralizar el sector eólico, cree que otros mercados absorberían esta producción. "En 2021 Estados Unidos impuso un arancel del 73% a las torres de los molinos offshore (marinos) y conseguimos reorientar las ventas a Europa. También tenemos socios muy importantes en Asia y Latinoamérica", añade el portavoz.
Pero la ola antirrenovable que lidera Trump también ha llegado a Europa. En Alemania, el partido ultra AfD dijo la semana pasada que habría que "arrancar" los molinos de viento de su país. En la región de Carintia, en Austria, un referéndum impulsado por el partido de extrema derecha FPÖ pidió la prohibición de los aerogeneradores con un 51,55% de apoyo, aunque el resultado no es vinculante.
En España hay al menos 62 proyectos eólicos parados solo en Galicia por orden judicial ante denuncias de organizaciones ambientales. Esta oposición está extendida en realidad por todo el norte del país, en zonas como el Maestrazgo (Aragón) o el interior de Cataluña, donde la Generalitat decretó una moratoria de nuevos proyectos entre 2009 y 2021 que mató al sector.
Aunque la patronal del sector confíe en el futuro de su tecnología, otros expertos reconocen que el panorama es complicado. Pedro Fresco, director de Avaesen, la asociación de empresas de energías renovables de la Comunitat Valenciana, explica que la oposición social acompaña al sector desde hace años, y el encarecimiento de los molinos tampoco ha ayudado, mientras que su principal rival, los paneles solares, consiguen abaratarse cada año. "Eso sí, la eólica tiene una ventaja clave sobre la fotovoltaica. Puede producir electricidad por la noche y venderla a un precio aceptable, cosa que no pueden hacer los paneles solares, que sufren mucho la llamada canivalización de precios".
Este panorama ha provocado que en España la potencia instalada de eólica apenas haya crecido en los últimos cinco años un 14%, hasta los 31,8 gigavatios (GW), mientras que en ese periodo la solar se ha disparado un 167%, hasta los 31,7 GW. De hecho, si la fotovoltaica representaba en 2020 un tercio de la eólica, en este momento está a punto de sobrepasarla. "Es cierto que la solar ha ido como un tiro en los últimos años, mientras que en eólica estamos instalando 1 GW al año, cuando deberíamos estar en 2,5 GW" señala Pedro Fresco.
La situación es similar en el resto del mundo, salvo en China, donde la tecnología puntera y los precios asequibles han permitido que despegue. En Estados Unidos, se alcanzó en 2020 un pico de instalación de eólica, con más de 15 GW, pero ha ido decayendo desde entonces y en 2024 se estima que entraron en funcionamiento 5,6 GW. En la Unión Europea se instalaron 18,3 GW de aerogeneradores en 2023, y en 2024 fueron 15 GW, la cifra más baja desde 2020. La patronal europea, Wind Europe, lanzó un comunicado hace dos semanas culpando de a los gobiernos del mal estado del sector, argumentando que los permisos para instalarlos se demoran demasiado y son engorrosos, que hacen falta más puntos de conexión a la red y que la electrificación de la economía avanza muy lentamente.
La industria europea, muy expuesta a EE UU
Los fabricantes europeos de aerogeneradores ya han notado el impacto de la política de la nueva Administración Trump. Desde que ganó las elecciones, Vestas, el mayor fabricante europeo, ha caído un 30% en Bolsa; Nordex un 15% y Orsted casi un 40%.
El decreto del nuevo presidente de EE UU prohíbe la construcción de nuevos parques eólicos en terrenos federales, lo que acaba de facto con toda la industria eólica offshore, la que levanta aerogeneradores en el mar. También afectará a algunos parques terrestres, aunque la mayoría se instalan sobre tierras que dependen de cada Estado. Según la prensa estadounidense, la orden podría parar incluso parques eólicos privados, porque prohíbe a las agencias federales, como la Agencia de Medioambiente, entregar nuevos permisos de construcción, imprescindibles para algunas instalaciones.
El mercado de eólica marina en Estados Unidos es mucho más reciente y pequeño que el europeo, por lo que en este momento una parte importante de este mercado está dominado por empresas europeas que se han asentado allí. Segio Fernández, profesional y analista del sector eólico, explica que la orden de Trump podría poner en riesgo a muchas de estas compañías. "Desde luego, las perspectivas no son buenas. En los últimos años muchos fabricantes europeos se han instalado allí con la idea de que Estados Unidos era un mercado al alza porque Biden prometió ayudas a la fabricación nacional, pero esto cambia las perspectivas", afirma.
En este momento, la compañía danesa Orsted está montando en la costa estadounidense los parques Revolution Wind y Sunrise Wind, de 700 MW de potencia, mientras que Avangrid, la filial de la española Iberdrola, está levantando Vineyard Wind 1. Estos tres proyectos no deberían tener problemas para avanzar, porque ya están en construcción, pero está por ver si Iberdrola continúa con otras dos instalaciones, New England Wind 1 y 2, que tienen ya los permisos federales necesarios, pero aún no se han empezado a construir.