"Nos tienen cercados como animales”, el drama migrante de la frontera en Tijuana se agrava

Patricia Labrador

El Chaparral, Tijuana (México) —

Cientos de migrantes siguen llegando al punto fronterizo de El Chaparral, en Tijuana. Dentro hay una oficina del Instituto Nacional de Migración que les tramita el visado humanitario previa cita a través de la aplicación CBP One, implementada por Estados Unidos y fulminada nada más llegar Trump al despacho oval. No les dan ninguna explicación y cunde el pánico y la rumorología. Algunos aseguran que a los que tenían cita el lunes 20, las primeras cancelaciones, les reprogramaron al 9 de febrero. Incluso preguntan a la prensa por si saben algo.

Llevan a sus espaldas miles de kilómetros, han cruzado en algunos casos hasta siete países. “Si he sido capaz de cruzar la loma de La Llorona, empinada y peligrosa, si he visto hasta cadáveres por el camino y he conseguido llegar hasta aquí, cómo no me van a dejar cruzar al otro lado”, denuncia conmocionada Glennys. Es venezolana y asegura que volver a su país no es una opción, les acusarían de traición a la patria. “Yo solo quiero trabajar y darle un futuro a mis hijos, no somos criminales”, afirma desesperada.

Entre los centenares de personas que se agolpan también hay una mujer de El Salvador con una bebé de un año. No tienen recursos, están en un albergue que les ha facilitado unas mantas con las que cubrirse y un abrigo que apenas las protege de la fría noche en Tijuana. “Yo no sé qué vamos a hacer, mira cómo nos tienen, con el perímetro vallado y sin darnos ninguna información. No somos animales, somos personas. Queremos un futuro a salvo que solo puede darse al otro lado”, relata entre lágrimas. “Yo salí de mi país porque mi expareja se involucró en las maras y los hijos de los pandilleros deben ser reclutados también. Salimos sin apenas dinero ni recursos y pasamos por situaciones límite. Mi bebé llegó aquí a Tijuana con signos de desnutrición, doy gracias a las ONG que nos ayudaron aquí”.

Ese es uno de los grandes problemas ahora mismo a este lado de la frontera. A pesar de las palabras de la presidenta mexicana de que dará "ayuda humanitaria a los migrantes”, no hay infraestructura. De la docena de albergues que dan cobertura sanitaria y alojamiento a las personas que migran solo hay uno gubernamental. El resto son asociaciones de la sociedad civil que ya advierten que está al límite de su capacidad. Algunos han tenido que montar tiendas de campaña en campamentos improvisados porque no podían ofrecer más camas. 

"Trump afecta a la salud mental"

Alianza Global para la Salud de los y las Migrantes es una de las ONG que lleva más de una década atendiendo en la frontera. Sus psicólogas y psiquiatras ofrecen una fotografía muy certera de lo que allí se está viviendo: “Trump afecta gravemente a la salud mental de las personas migrantes. Las últimas semanas y, en especial, los últimos días han sido dramáticos. Hemos tenido que atender numerosos ataques de ansiedad y hasta crisis de pánico. Muchas personas necesitan una pauta de medicación para poder dormir. Y eso sin contar las enfermedades comunes como los resfriados y gripes que se extienden ya sin control por los albergues que visitamos”, relata Elena, una de las psicólogas, que además advierte de que trabajan mucho con niños y niñas que no son capaces de entender lo que está sucediendo. “La situación de las infancias es de lo más preocupante. Vienen de haber pasado unas navidades o en ruta o en un albergue, ven a sus mamás sufrir y muchos ni son capaces de exteriorizar sus emociones. Es la cara más cruel de la crisis migratoria”, denuncia Elena.

Ahora la otra gran preocupación son las posibles personas deportadas que puedan ser devueltas. El gobierno mexicano construye a contrarreloj una gran carpa para dar cobertura humanitaria y ha preparado un programa llamado México te abraza. 35.000 puestos de trabajo para garantizar que los mexicanos y mexicanas que sean devueltos pueden reiniciar su vida en el país. Del resto de nacionalidades nada se sabe. “Deberían ser devueltos a sus países de origen”, espetó la presidenta en su conferencia mañanera. Pero en el caso de los mexicanos deportados podrían hacer zozobrar hasta la economía del país. Algunos estudios apuntan a que en torno a la mitad de los once millones de indocumentados en Estados Unidos son de nacionalidad mexicana. Y las remesas que estas personas envían al país podrían suponer en torno a un 4% de su PIB.

Migrantes recogen comida en un puesto de ayuda de una ONG en Tijuana.

En el punto fronterizo de El Chaparral la expectación ha sido máxima durante toda la semana. Una veintena de medios de todo el mundo han acudido para dar testimonio de esas 'primeras deportaciones de la era Trump'. Sin embargo, aunque sí que se producen bajo el mandato del nuevo presidente, tras hablar con varios de los deportados se confirma que son personas que fueron detenidas bajo el mandato de Biden, y están dentro de la media de las personas que diariamente son devueltas a México.

Los migrantes agolpados en la frontera observan con mucha preocupación la llegada de estos deportados. Ellos aún ni han conseguido cruzar, pero al ver a estas personas devueltas el muro se convierte para ellos en un abismo imposible de salvar. “Yo apelo a la buena voluntad del presidente Trump. No nos puede dejar aquí tirados. Queremos trabajar, va a necesitar hispanos que le ayuden, por ejemplo, con los incendios en California, y los hispanos siempre estamos dispuestos”, asegura Mariela. Ella también es venezolana y denuncia el grave peligro en el que se ha sentido en la travesía hasta esta frontera que se han encontrado cerrada a cal y canto.

“Sobre todo en territorio mexicano hay muchas mafias. Vienen con furgonetas con logotipos exactamente iguales a los del Instituto Nacional de Migración. No te puedes fiar de nadie, ni de las autoridades. A una amiga le invitaron a subir al coche y se la llevaron secuestrada”, confiesa entre lágrimas. 

Beatriz es de Guatemala. Sabe de primera mano lo que ocurre en la frontera entre su país y México, la temida Tapachula. “A nosotros nos estafaron. Vinieron con una credencial del gobierno y nos dijeron que podrían acelerarnos el trámite si pagábamos 2.000 dólares. Eran todos nuestros ahorros. Y nos quedamos allí sin recursos y con miedo a que nos pasase algo. Es terrible que el crimen organizado vaya a por nosotros, los migrantes. Somos personas vulnerables y lo único que tenemos en la cabeza es conseguir llegar hasta la frontera aunque sea a pie, y por supuesto cruzar a EEUU pero pasamos un camino muy duro y lleno de amenazas. Aquí ya no nos fiamos ni de la policía”, confiesa emocionada.

Muchas personas están aún con el miedo en el cuerpo. Cuentan que incluso han borrado sus fotos del teléfono móvil, por temor a que les identifiquen como migrantes y puedan tener represalias de cualquier tipo. Llevan meses transitando un camino muy duro hasta darse de bruces con la realidad más cruel: con una frontera cerrada para ellos. “¿Sabes que es lo que más me enoja? Que yo he querido hacerlo por el procedimiento legal. No he saltado el muro ni he pagado a un coyote. Saqué mi solicitud de asilo humanitario que ahora Trump me niega, y nadie nos informa ni nos da alternativas”, protesta Camilo, otro de los migrantes que en su caso viene de Veracruz (México).

La ONU ya le ha recordado a Donald Trump que está incumpliendo con uno de los derechos fundamentales, que es la solicitud de asilo. Y con su cerrojazo muchas ONG se preparan para lo peor. Algunas activistas están alertando en redes sociales que el muro fronterizo se está recubriendo y reforzando con concertinas en algunos puntos, con especial atención a la zona de costa. Temen especialmente que las personas migrantes se lancen a cruzar ilegalmente a nado y que muchos desaparezcan o mueran en el intento. 

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Uno de institutos de investigación sobre migración que más tiempo lleva trabajando en el terreno es el Colef (el Colegio de la Frontera Norte). Su portavoz, Rafael Alonso, denuncia que no hay un plan integral de atención al migrante: “Solo vemos pinceladas y reacciones puntuales que se quedan en buenas intenciones del lado mexicano. El gobierno actúa en una dinámica de acción –reacción con planes que parece que va improvisando conforme Trump implementa sus leyes de extrema crueldad con las personas migrantes”, denuncia.

Del lado estadounidense apuntan a que el plan es militarizar aún más la frontera, con el envío de 1500 efectivos del ejército que no tienen competencias para detener a migrantes o incautar drogas, pero que cumplirían ese objetivo disuasorio y apoyarían en labores de vigilancia y rastreo.

Una frontera que sigue tensionándose a uno y otro lado, especialmente en la parte mexicana. Con cientos de migrantes que siguen acumulándose sin alternativa y casi sin esperanza. Trump ha cortado de raíz su procedimiento legal para cruzar. Después de un éxodo que les ha dejado secuelas físicas y psíquicas se ven abocados a una espera desesperada, en esa tierra de nadie.

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