"Estamos atrapados": miles de migrantes abandonados a su suerte en la frontera por las medidas de Trump

En el día de la toma de posesión de Donald Trump, la policía estadounidense ya estaba controlando a las personas que deseaban cruzar la frontera en Ciudad Juárez.

Gwendolina Duval (Mediapart)

Ciudad Juárez (México) —

“¿Qué vamos a hacer ahora?”, dice Margely Tinoco, hundida, sollozando, a los periodistas presentes el lunes 20 de enero en la ciudad de Ciudad Juárez, en el norte de México, en la frontera con Estados Unidos. Esta colombiana, acompañada de su hijo y su marido, hacía cola desde el amanecer, a temperaturas bajo cero, a la entrada del puente Paso del Norte. Iba a cruzar el río hasta la ciudad texana de El Paso para solicitar asilo.

Como otras cien personas más, Margely formaba parte del segundo grupo del día, que tenía programada una reunión con inmigración a primera hora de la tarde. Pero a todos se les negó el paso al otro lado.

“Esta mañana ha estado pasando gente, ¿por qué se nos niega esta oportunidad? Donald Trump acababa de terminar unos minutos antes su primer discurso como presidente de Estados Unidos. La consecuencia inmediata fue que se cancelaron todas las citas asignadas para presentar una solicitud de asilo. Tras algunos minutos de indecisión, sin que nadie se atreviera a romper la cola, un representante del puesto fronterizo del Estado mexicano de Chihuahua se acercó para confirmar la noticia: “No pasarán más migrantes, el acceso está cerrado.”

El mismo día de la toma de posesión del 47º presidente americano, este grupo de migrantes, procedentes principalmente de América del Sur y Central, se había hecho la esperanza de que probablemente serían los últimos en llegar a Estados Unidos gracias al programa CBP One, accesible a través de una app. Pero la futura administración Trump llevaba días anunciando su fin. La plataforma CBP One, lanzada en 2023 por Joe Biden para organizar los flujos migratorios, era la única vía legal de entrada a Estados Unidos para los aspirantes a pedir asilo.

Cada día se asignaban por sorteo 1.450 citas en ocho puntos de la frontera entre México y Estados Unidos. CBP One permitió entrar en Estados Unidos a casi un millón de personas, con larguísimos tiempos de espera (a menudo varios meses) para obtener el preciado pase.

Esperar o irse

“Ya ni siquiera se puede entrar en la app, la página que aparece dice que todas las citas han sido canceladas”, comprueba Yalideth en el teléfono de una de sus compañeras de viaje. Esta joven venezolana, pasmada, expresa su frustración: “He perdido siete meses de mi vida en este país malgastando mi energía y mi dinero”. Había llegado el día anterior de la capital mexicana y había gastado ya todos sus ahorros en un billete de avión. Ahora está pensando si ir a un hotel en esta ciudad que no conoce: “Una noche cuesta 35 dólares, están abusando de los precios. Quiero irme y olvidar toda esta pesadilla, pero tengo dudas”.

Unas calles más allá, en el centro de Ciudad Juárez, Carly Fernández está sentada en un banco frente a un restaurante comunitario al pie de la catedral, intentando ponerse en contacto por teléfono con sus amigos de Venezuela. Quiere contarles lo decepcionada que está porque acaba de recibir un correo electrónico en el que le confirman que la cita para ella y su familia, prevista para dentro de tres semanas, ha sido cancelada. “Estamos cansados, hemos luchado mucho para llegar hasta aquí. Teníamos mucha esperanza en que por fin sería una oportunidad para trabajar y ofrecer a nuestros hijos una vida mejor. Una vez más, tenemos que esperar a ver qué deciden los gobiernos. Mi hermana está pensando en volver, pero a mí me gustaría esperar.”

La declaración del estado de emergencia en la frontera con México y las primeras medidas tomadas por Donald Trump sumen en la incertidumbre a los migrantes en tránsito por el territorio y por toda la frontera. Sin más información del lado mexicano, las autoridades intentan como pueden responder a la emergencia.

Al día siguiente de la investidura, Miriam Gallegos, que trabaja para el Consejo Estatal para la Población del Estado de Chihuahua, llegó a Paso del Norte para recoger a otro grupo de migrantes. Han intentado viajar a Estados Unidos a pesar de que les cancelaron la cita, y acaban de ser devueltos. “No caigan en la desesperación y no intenten entrar ilegalmente. Sé que han esperado mucho tiempo, pero deben tener un poco más de paciencia para ver qué cambios se producen”, les dice.

Para que entren en calor un poco y “pensar en lo que vendrá después”, la empleada invita a esta gente decepcionada a seguirla hasta un edificio gubernamental situado a cinco minutos del puente. “Este es un espacio seguro, aquí nadie va a venir a buscarles”, dice para tranquilizar a los migrantes, desconfiados con las autoridades mexicanas, mientras unas cincuenta personas se van acomodando en sillas alineadas en una sala con dos calentadores.

Una abogada de la organización Las Américas de El Paso, que no desea dar su nombre, califica la decisión de la administración de cancelar la plataforma CBP One como una mala decisión que va en contra de la legislación estadounidense. Afirma que “las organizaciones humanitarias y las ONG pro migrantes están liderando la lucha para revertir esta directiva, que afecta a muchas personas que han seguido la ley para entrar legalmente en Estados Unidos”. Dirigiéndose a los presentes en la sala, añade: “Pero eso no va a pasar de la noche a la mañana, queremos reunir pruebas y testimonios”.

“¿Qué pruebas?”, interrumpe Germán Briseño, un ex militar venezolano desengañado sentado en primera fila. “¿Qué mejor prueba que cruzar diez países para llegar aquí y esperar casi un año para una cita? Dígame qué más pruebas hacen falta”. Al fondo de la sala, Jeny Blanco, también venezolana, añade: “¿Qué puede hacer México por nosotros?” Esta madre saca de su abrigo una carpeta con unas cuantas hojas impresas en su interior. “Estados Unidos no nos quiere, pero estamos atrapados aquí. No podemos movernos por México, no podemos volver a nuestro país. No tenemos papeles, estamos en un agujero, en un callejón sin salida, no sabemos qué hacer.”

La eliminación de la aplicación CBP One deja a los emigrantes atrapados en México con pocas opciones. Entre la serie de decretos presidenciales firmados por Trump el primer día de su segundo mandato, está el regreso del programa “Quédate en México”, también conocido como Migrant Protection Protocols (MPP), que obliga a los solicitantes de asilo a pasar toda la duración del proceso fuera del territorio americano. Donald Trump introdujo esta medida por primera vez en 2019. Fue muy criticada porque obligaba a muchas personas, incluidas familias, a esperar en zonas mexicanas peligrosas y los gobiernos de México y Estados Unidos le pusieron fin en 2022.

Imagino que habrá mucha gente que no podrá volver a su país de origen. Tendrán que reconstruir sus vidas aquí

Ismael Martínez, responsable de un albergue

Aunque Trump ha prometido constantemente detener la “invasión” del territorio americano por los migrantes, el flujo migratorio que llega a la frontera sur de Estados Unidos se redujo drásticamente en los meses previos a su llegada a la Casa Blanca. Las detenciones efectuadas por las patrullas fronterizas americanas cayeron más de un 75%. Este resultado se atribuye al sistema de cita única de la CBP One, que permitía a los migrantes llegar más tarde a la frontera y evitar así el norte de México, más peligroso, pero también es consecuencia de la política aplicada por los servicios de inmigración mexicanos, que consiste en devolver sistemáticamente a los migrantes hacia el sur del país.

Ismael Martínez dirige desde 2019 el albergue Pan de vida, a las afueras de Ciudad Juárez, donde las casitas dormitorio llenas de camas llevan un año casi vacías. Explica que gracias a la app han podido cruzar muchas personas, quedándose sólo unos días en este lugar. “Ahora tendremos que acoger a los que van a ser devueltos desde Estados Unidos”, advierte con cierta tosquedad. Pero este mexicano, que ha dedicado toda su carrera al trabajo comunitario, no está preocupado. Recuerda anteriores crisis migratorias, en las que el refugio llegó a albergar hasta 700 personas: “Imagino que habrá mucha gente que no podrá regresar a sus países de origen. Tendrán que reconstruir sus vidas aquí”.

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Las primeras deportaciones de la segunda era de Donald Trump ya han comenzado: según el Instituto Mexicano de Migración, en la noche del martes 22 de enero fue devuelto a Ciudad Juárez un grupo de 56 mexicanos junto con otros grupos en varias ciudades del norte. Con más de 11 millones de personas amenazadas por las deportaciones masivas prometidas por Trump, la frontera mexicana y sus refugios se preparan para un episodio más de una crisis migratoria que no cesa.

 

Traducción de Miguel López

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