Devastación total, bombas sin estallar y los planes de Netanyahu: ¿por qué es tan difícil reconstruir Gaza?

Dos camillas manchadas de sangre frente a la morgue del hospital Nasser tras un ataque nocturno en Jan Yunis, al sur de Franja de Gaza, este jueves.

Escombros, desolación y más de 46.000 muertos. Esa es la fotografía del día después del acuerdo de paz entre Israel y Hamás para poner fin a más de 15 meses de infierno y matanza en la Franja de Gaza. Aún así, el cese de las hostilidades, para los palestinos que siguen viviendo en ese lugar, no es ni mucho menos el fin del horror, sino el inicio de un camino que, se prevé, será largo y duro: el de la reconstrucción. Con casi todo el lugar reducido a escombros, las miradas se dirigen ahora a cómo será el día después de que comience el repliegue de las fuerzas israelíes. Desde la mirada internacional, con el plan propuesto por Estados Unidos, hasta la de las organizaciones humanitarias sobre el terreno, hay una palabra que sobrevuela Gaza estos días: la incertidumbre.

"La situación es una mezcla de esperanza y escepticismo; esperanza en que este acuerdo marque el fin del derramamiento de sangre, después de una guerra implacable, en la que se ha llevado a cabo un bloqueo deliberado y sistemático de la ayuda por parte de las autoridades israelíes. Pero también hay un gran escepticismo en su implementación; existe el temor a que no cesen los bombardeos sobre la población civil, sobre los hospitales y otras infraestructuras básicas", describe la ONG Oxfam Intermon, con miembros sobre el terreno.

El anuncio de este jueves del Gobierno de Israel de posponer la votación del acuerdo de paz porque, según las palabras del primer ministro del país, Benjamin Netanyahu, Hamás había creado una “crisis de último minuto” tras intentar cambiar alguno de los puntos del acuerdo, ha acrecentado esta sensación de incertidumbre. Este hecho, sumado a la falta de fuerza de las propuestas para la reconstrucción de la zona, abocan a una Palestina destruida a no tener todavía la seguridad, ya no de una vuelta a la normalidad a largo plazo, sino a saber qué sucederá finalmente con un alto el fuego que todas las partes parecían dar por hecho.

Calculamos que hay más de un 1,1 millones de niños, que es la mitad de la población de Gaza, con trastornos psicológicos graves debido a todo lo que han vivido y han sido testigos

Raquel Martí — UNRWA España

Mientras, la situación en la Franja sigue siendo crítica, tanto desde el punto de vista social como humanitario. “Gaza está absolutamente devastada. En cualquiera de los aspectos que analices es una catástrofe. Con una población absolutamente exhausta después de pasar 15 meses bajo las bombas y con el constante zumbido de los drones que sobrevuelan el espacio gazatí. Además, están psicológicamente destruidos, calculamos que hay más de un 1,1 millones de niños, que es la mitad de la población de Gaza, con trastornos psicológicos graves debido a todo lo que han vivido y han sido testigos”, describe Raquel Martí, directora Ejecutiva de UNRWA España. 

La situación sobre el terreno no puede ser más desoladora. Naciones Unidas calcula, gracias al análisis de imágenes por satélite, que más del 70% de las infraestructuras en Gaza han sido destruidas por los bombardeos israelíes. Si solo tenemos en cuenta los edificios sanitarios dañados, atacados o derruidos, esta cifra asciende al 95%. De la barbarie no se libran tampoco los campos de cultivo, fundamentales para la subsistencia de los gazatíes y que, según datos de la propia UNRWA, han desaparecido en un 60%. “Ahora mismo, la situación es de destrucción generalizada, ha desaparecido toda posibilidad de cultivo, destruyendo también toda viabilidad económica de la Franja”, explica Álvaro de Argüelles, analista de El Orden Mundial y doctorando en Estudios Árabes e Islámicos por la Universidad Autónoma de Madrid.

Martí, de hecho, describe cómo la imagen de Gaza es absolutamente apocalíptica, no solo a nivel de infraestructuras, sino también humanitaria. La UNRWA cifra en casi dos millones de personas los palestinos desplazados, de las cuales un millón están viviendo en tiendas de campaña completamente improvisadas con plásticos o lonas y sin las condiciones mínimas de habitabilidad o, directamente, en edificios destruidos. “En ninguno de los casos están protegidos de las inclemencias del tiempo. En las últimas semanas, con las bajadas de temperaturas y las lluvias, hemos visto como han muerto ocho bebés y dos adultos de hipotermia”, señala la directora Ejecutiva de UNRWA España.

Las hambrunas y la falta de asistencia humanitaria a las mujeres embarazadas han hecho que los bebés gazatíes nazcan en buena medida prematuros y tengan más difícil sobrevivir

Pero no es solo el frío lo que asola Gaza. Con la mayor parte de los hospitales inutilizados o desalojados forzosamente por Israel, las enfermedades se han propagado como la pólvora. Se calcula que 9 de cada 10 niños han sufrido enfermedades infecciones, una situación que se ha incrementado aún más con la imposibilidad de asistencia sanitaria, ya sea por la destrucción de los hospitales o porque estos no dan abasto y priorizan a los heridos por los bombardeos. También, recuerda Martí, hay que tener en cuenta que aquellos enfermos crónicos o con cáncer no han tenido posibilidad de recibir tratamiento durante meses.

A la proliferación de enfermedades ha favorecido la ausencia de agua por culpa del bombardeo por parte de Israel de infraestructuras para tratarla o desalinizarla. En esta situación, los palestinos han tenido que recurrir a agua en malas condiciones y no apta para el consumo. Además, las hambrunas y la falta de asistencia humanitaria a las mujeres embarazadas han hecho que los bebés gazatíes nazcan en buena medida prematuros y tengan más difícil sobrevivir. 

Una reconstrucción incierta

En este contexto, la reconstrucción se antoja tan necesaria como incierta. Para Martí, lo más difícil de gestionar en estos momentos es el tratamiento de los 7,5 millones de remanentes de bombas que no han explotado, pero que todavía se hallan en territorio palestino. “Antes de sacar escombros, para comenzar a reconstruir lo primero es buscar estas bombas no detonadas y retirarlas, pero también todos los cadáveres aún sin encontrar para que sus familiares les puedan darles un entierro digno”, explica Martí.

El desescombro es, precisamente, otro de los principales retos previos a la reconstrucción. Se calcula que hay más de 40.000 toneladas de escombros en la Franja fruto de la destrucción del Ejército israelí y que debajo de ellos pueden estar la mayoría de las 11.200 personas que aún continúan desaparecidas. Este paso, logísticamente muy complicado y que requiere un gran despliegue humanitario, necesitará muchos camiones para realizarlo y, sobre todo, un tiempo que a día de hoy parece difícil de calcular. Este jueves, la ONG Acción Contra el Hambre ha especificado que, según sus estimaciones, una reconstrucción total de Gaza tardaría en torno a 15 años. A esa destrucción se une el tratamiento de residuos tóxicos y perjudiciales para la salud como el amianto, que proliferan en toda la Franja y que se cifra en 2,5 millones de toneladas.

Pero más allá de esto, en el corto plazo, para Martí lo fundamental es recuperar la actividad educativa en las escuelas de la UNRWA. En un lugar donde el 80% de los colegios han sido atacados, dañados o destruidos y con la mayor tasa de niños con amputaciones del mundo, Martí asegura que recuperar cierta normalidad es un paso fundamental para esos niños. “En los primeros días no les enseñaremos matemáticas o inglés, sino que haremos actividades psicosociales o de terapia para ayudarles a superar el trauma. La dificultad ahora es que físicamente no hay escuelas que abrir, porque están destruidas, pero estamos pensando alternativas porque  los niños necesitan sentirse en un entorno donde estén seguros”, describe Martí.

Israel ha justificado quedarse en la Franja por temas de seguridad, pero los miembros más radicales de su gobierno se guían por el colonialismo. No se puede, por tanto, descartar que se queden en la Franja y la repueblen con colonos israelíes

Álvaro de Argüelles — Analista de El Orden Mundial

Por parte de Oxfam, la ONG afirma que se centrará en restablecer los servicios esenciales como son el agua, el saneamiento y la agricultura para garantizar medios de vida a la población. "Todas las intervenciones deberán llevarse a cabo conjuntamente con las comunidades locales para garantizar que la recuperación temprana y la reconstrucción estén dirigidas por la población palestina y abordan adecuadamente sus necesidades, tomando en consideración su experiencia", afirma la ONG, que considera imprescindible para la reconstrucción el desarrollo del mercado local en lugar de apoyar mecanismos que aumenten la dependencia de la ayuda.

La decisión de Israel

Más allá de la reconstrucción, en la Franja de Gaza será fundamental la posición que tome Israel con respecto a su situación y la aplicación de los planes de reconstrucción internacionales. Netanyahu está actualmente en una encrucijada que determinará enormemente el futuro del pueblo palestino. La segunda fase del plan de paz aceptado por ambas partes prevé una salida de Israel de la Franja de Gaza, un extremo al que los miembros más radicales del Gobierno de Netanyahu se oponen. Esto hace que, en el caso de que se llevara a término esa parte, es muy probable que el gabinete de Bibi estuviera en serio peligro. “Israel ha justificado quedarse en la Franja por temas de seguridad, pero estos miembros más radicales se guían por el colonialismo. No se puede, por tanto, descartar que se queden en la Franja y la repueblen con colonos israelíes con la construcción de villas en la costa”, matiza De Argüelles.

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Sin embargo, se abre otra posibilidad en el horizonte. Con la llegada de Trump a la Casa Blanca y la cercanía con Arabia Saudí, Tel Aviv podría volver a la senda marcada por los Acuerdos de Abraham e intentar normalizar las relaciones con la dinastía de los Bin Salmán. “La pelota está en el tejado de Netanyahu. Si quiere escuchar a los radicales de su Gobierno y quiere a toda costa quedarse allí aunque sea a costa de su reputación internacional y de cualquier intento de paz formal con los árabes o ampliar los Acuerdos de Abraham renunciando a la Franja”, comenta el analista de El Orden Mundial.

Todo parece indicar que la comunidad internacional en su conjunto aportará fondos, supervisión y medios técnicos, y que una coalición de países árabes se encargará de la defensa del territorio

Por su parte, este miércoles, el saliente secretario de Estado de los Estados Unidos, Anthony Blinken, propuso un plan de reconstrucción que, eso sí, quedará en agua de borrajas en el caso de que la nueva Administración Trump no quiera seguirlo. Este prevé desalojar a Hamás del Gobierno para dejar paso a un Gobierno provisional que prepararía el terreno para que, en un futuro próximo, una Autoridad Nacional Palestina reformada pueda tomar el control de Gaza. Mientras tanto, está previsto que la comunidad internacional en su conjunto aporte fondos, supervisión y medios técnicos, y que una coalición de países árabes se encargue de la defensa del territorio. 

“El problema de esto es que, una vez más, la comunidad internacional va en contra del deseo de los propios palestinos, que no han tenido ni voz ni voto. Ellos siguen teniendo aspiraciones y quieren ver cumplidas sus expectativas nacionales”, explica De Argüelles. El experto también advierte del peligro que representan esos países árabes del Golfo, los cuales tienen enormes intereses en quedarse con las reservas de gas que han aparecido enfrente de la costa de Gaza. En este sentido, De Argüelles cree que lo que puede acabar sucediendo en Gaza con Hamás es algo similar al Líbano, donde el presidente ha sido elegido por Estados Unidos y se está intentando crear un nuevo orden que llene el hueco dejado por Hezbolá.

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