Maduro se ancla en el poder, mantiene la represión y hace frente a sus deudas con China y Rusia

Según estaba previsto, Maduro tomó posesión de su cargo como presidente el viernes 10 de enero sin que las protestas de la oposición lograsen revertir una compleja situación que nunca vivió el país anteriormente: toma el poder alguien que no demuestra haber ganado las elecciones. Las actas que ratificarían la victoria de Maduro no se presentaron jamás y no hay intención alguna de que eso ocurra por parte de la cúpula del poder en Venezuela. Diosdado Cabello, al frente del ministerio de Interior y Justicia desde finales de agosto, ratifica la victoria del ala más dura del actual chavismo, y con eso se acabaron las negociaciones sobre una posible transición desde el pasado verano. La millonaria deuda que Venezuela tiene con China y la presión de Putin para que cumpla con Rusia sus acuerdos de cooperación cierran un círculo que impide una situación diferente y que atornilla a Maduro en el poder hasta 2031.
La represión que Diosdado Cabello puso en marcha desde el día siguiente a su nombramiento ha tenido efecto y, aunque la oposición salió a protestar el viernes 10, el miedo se volvió a ver en las calles de Venezuela, dejando en sus casas a mucha gente. Algunos hechos fueron muy significativos. Armar a población civil, inexperta en el uso de armas de fuego, para formar una milicia paramilitarizada ha sido el primero. Después hay que tener en cuenta diversas detenciones alarmantes, más de 20 en los últimos días, denunciadas entre otras entidades por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, o por la Misión Internacional Independiente de determinación de los hechos sobre la República Bolivariana de Venezuela, del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Solamente esta última entidad documentó 16 detenciones hasta el jueves 9, que se realizaron a defensores de derechos humanos, varios líderes políticos, diversos opositores y algunos de sus familiares.
Una de las detenciones más preocupantes se produjo el martes 7, fue la de Carlos Correa, periodista muy reconocido, director ejecutivo de la ONG Espacio Público, dedicada a la defensa de la libertad de expresión y el derecho a la información desde hace 23 años. Con ella se mantiene una persecución al ámbito del periodismo que comenzó en verano, antes de las elecciones, y continúa hasta estos momentos.
Deudas con China y Rusia
Pero la situación no se puede comprender sin tener en cuenta la deuda económica que Venezuela tiene con China. Según la Base de Datos de Financiación China-América Latina del Diálogo Interamericano y la Universidad de Boston, el país americano recibió hasta 2024 unos 62.000 millones de dólares por parte de China, de los que todavía debe unos 15.000 mil millones, y lleva sin pagar ni reestructurar desde 2017. Esto hace que el gigante asiático no permita que el poder en Venezuela sea presidido por alguien que no asegure su devolución.
Además, los más de 300 acuerdos de cooperación con Rusia conducen a que Putin tampoco permita que la cúpula madurista mire para otro lado saliendo del país y exige que Venezuela cumpla con su cumplimiento. Entre ellos está la construcción de la fábrica de fusiles Kalashnikov AK-103 y Ak-104, de última generación, en Maracay, capital del estado venezolano de Aragua. Según palabras de Dmitry Shugayev, del Servicio Federal Ruso para la Cooperación Técnico-Militar (FSVTS), a la agencia rusa de noticias Sputnik: “Las obras se organizan en estrecha colaboración con Venezuela. Al mismo tiempo, con la imposición de sanciones por parte de Washington, surgieron ciertas dificultades que afectaron negativamente a la logística, la formación de especialistas y otras tareas del proyecto. A pesar de esto, las obras continúan según lo previsto”.
La posición del entorno latinoamericano no ha sido monolítica. Hay una ruptura de relaciones diplomáticas originada por Venezuela con Argentina, Chile, Costa Rica, Perú, Panamá, Paraguay, República Dominicana y Uruguay. Y esto no tiene que ver con la tendencia política, ya que se puede observar que países con gobiernos claramente de izquierdas, como Chile y Uruguay, han criticado a Maduro por su falta de respeto a la democracia representativa y al proceso electoral, siendo este hecho suficiente para que el mandatario venezolano rompiera relaciones y expulsara diplomáticos.
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Lula desde Brasil y Petro desde Colombia han sido tremendamente críticos, no dando por válida hasta el momento la victoria electoral de Maduro y por lo tanto su juramentación presidencial, hasta que no muestre pruebas que evidencien dicha victoria, algo que ni ha ocurrido ni se espera que ocurra. La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, sin embargo, mantiene una tibieza confusa, ya que ella no acudió a la toma de posesión de Maduro, ni envió a su ministro de Asuntos Exteriores, pero sí hubo representación mexicana a través de su embajador en Caracas.
El apoyo incondicional le llega a Venezuela por parte de Bolivia, Cuba, Honduras y Nicaragua, una representación regional que no es suficiente para sostener unas relaciones exteriores fuertes que mantengan un espacio económico óptimo para Venezuela en la región. Maduro está obligado a mejorar relaciones con su entorno natural, América Latina, porque su aislamiento y autarquía en estos momentos solo tiene las grietas generadas por China y Rusia con mucho peso, e Irán y Turquía con menos.
Ante este panorama poco cuentan las protestas de la oposición, o el posicionamiento claro contra Maduro de muchos gobiernos de izquierda de la región, de la Unión Europea, de Estados Unidos y de potencias económicas como Japón. China y Rusia le mantendrán en el poder hasta que pague sus deudas y cumpla sus compromisos.