Facebook e Instagram dejan de ser espacios seguros para el colectivo LGTBIQ+ en la nueva era Trump

Protestas contra Facebook antes de una comparecencia de Zuckerberg en Bruselas

Marie Turcan (Mediapart)

Está escrito en negro sobre blanco. “Autorizamos las alegaciones de enfermedad o anormalidad mental cuando se basan en el género o la orientación sexual”, reza la nueva página de las condiciones de uso del grupo Meta para Estados Unidos. Este permiso se da, dice la nueva norma, “a la luz del discurso político y religioso sobre la transexualidad [sic] y la homosexualidad y el uso común y poco serio de palabras como raro”.

La empresa matriz de Facebook, Instagram y WhatsApp autoriza así a sus usuarios estadounidenses  de momento, la Unión Europea no se ve afectada– a asociar la homosexualidad con una enfermedad mental. En Estados Unidos, el término “homosexualidad” fue eliminado de la clasificación de enfermedades mentales en 1973.

El término “transexualidad” tampoco ha pasado desapercibido: en lugar de referirse a la transidentidad, la empresa americana ha optado por una expresión transfóbica, utilizada por la extrema derecha y los detractores de los derechos de las personas trans. “Parece que el uso de la palabra transgénero dice mucho sobre el origen de las ideas que llevaron a esta nueva política”, comentó la periodista trans Gwen Howerton.

Mark Zuckerberg, el multimillonario jefe de la multinacional cuyas redes son las más utilizadas del mundo, se encargó inmediatamente de dejar claro este punto en un vídeo igualmente alucinante en su cuenta de Instagram, tan impactante que algunos pensaron inicialmente que era falso.

Con las manos cruzadas, el pelo alborotado y sus ojos azules pegados a la cámara, el fundador de Facebook declara: “Ya es hora de que volvamos a nuestros orígenes en lo que respecta a la libertad de expresión en Facebook e Instagram [...]. Las recientes elecciones representan un punto de inflexión para volver a dar prioridad a la libertad de expresión. Así que vamos a simplificar nuestras normas y deshacernos de las restricciones sobre inmigración y género, que no están en sintonía con la opinión pública. Lo que empezó como un movimiento por una mayor inclusividad se ha convertido en una herramienta para acallar opiniones y silenciar a la gente que tiene ideas diferentes, y ha ido demasiado lejos.”

Trump se frota las manos

El género y la inmigración son dos obsesiones de las políticas del próximo Gobierno de Donald Trump, que el próximo 20 de enero se convertirá en el 47º presidente de los Estados Unidos. Y no ha tardado en mostrarse satisfecho con este giro: “Creo que Meta ha recorrido un camino increíble. He visto la rueda de prensa, este tío estuvo impresionante”, comentó Donald Trump el mismo día, juzgando que Meta había reaccionado “probablemente” a sus amenazas.

En un libro titulado Save America, publicado en septiembre de 2024, Trump, en plena campaña presidencial, amenazó con "meter en la cárcel" a Mark Zuckerberg, al que acusaba de haber financiado al Partido Demócrata en 2020. “Le estamos vigilando de cerca”, escribió, y “si hace algo ilegal esta vez, pasará el resto de su vida en la cárcel, como cualquiera que haga trampas en las elecciones de 2024”. A partir de ahí, el jefe del Meta puso en marcha una "operación seducción” para acercarse al hombre que iba camino de regreso a la Casa Blanca.

Hace cuatro años, sin embargo, Meta vetó a Trump en sus redes después de que animara a sus seguidores a invadir el Capitolio, una invasión que se saldó con la muerte de cinco personas y demostró los peligros del auge del supremacismo blanco y sus seguidores armados. Las cuentas de Facebook e Instagram del entonces presidente saliente fueron prohibidas entre enero de 2021 y enero de 2023, y luego sometidas a una mayor vigilancia hasta 2024.

Pero las tornas han cambiado y Meta, como muchos otros gigantes tecnológicos, ha preferido prometer lealtad al próximo presidente de Estados Unidos y poner sus megáfonos en manos de sus seguidores. Zuckerberg, que se reunió con Trump a petición suya a finales de noviembre, dice estar preocupado por las “personas inocentes cuyas publicaciones o cuentas se suspenden”, a las que ahora hay que proteger de la “censura” de los algoritmos de moderación. No importa, asume, si esto significa que “los contenidos problemáticos esten ahora menos controlados”.

Zuckerberg insiste en que Meta debe seguir ahora el modelo de X, la red social comprada por Elon Musk y transformada en la antesala del fascismo moderno, donde se difunden libremente los mensajes de odio, donde los usuarios pagan por aparecer con prioridad y donde ha desaparecido toda moderación.

El mito de la moderación

Homosexualidad y “transgénero” son palabras que podrían aparecer en las casillas del bingo represivo que Donald Trump dice pondrá en marcha desde el “primer día” de su mandato. Al futuro presidente, que planea “eliminar a las personas trans del ejército y de las escuelas”, le quedan muy pocos adversarios. El mundo político y financiero parece decidido a poner a las personas trans en primera línea de fuego.

“Meta acaba de crear literalmente una ‘excepción LGTB’ para que las enfermedades mentales puedan utilizarse como insulto. No para ningún otro colectivo, pero sí para las personas LGTB”, ha declarado la abogada activista trans Alejandra Caraballo. En sus nuevas políticas, Meta también ha autorizado el uso de “lenguaje no inclusivo” para referirse al “acceso a los aseos”, siguiendo la obsesión de quienes se oponen al derecho de las personas trans a elegir sus WC.

Escuchando a Mark Zuckerberg, da casi la impresión de que sus redes sociales han sido ejemplares en lo que a moderación se refiere. Pero las plataformas de Meta nunca han protegido realmente a las personas LGTBIQA+. Numerosas organizaciones, activistas y webs de noticias han puesto regularmente de relieve sus deficiencias.

Facebook, por ejemplo, sigue albergando muchos grupos privados homófobos, como señaló Numerama en 2022 y de nuevo en 2023. En esos grupos privados, además, los internautas pueden verter toda la extensión de su pensamiento racista y xenófobo con total tranquilidad, como demostró recientemente el digital Les Jours.

Hace unos días, la revista User Mag también reveló cómo Facebook e Instagram ocultan a los usuarios jóvenes todos los términos relacionados con la identidad queer, al incluirlos por defecto en la categoría de “contenido sensible”. En contacto con Meta, alegaron haber cometido un error y dieron marcha atrás, como hicieron en 2021 con la palabra “lesbiana”, cuando Numerama le preguntó por la desaparición de contenidos lésbicos en Instagram...

No es un error, es una funcionalidad, solemos decir para burlarnos de los diseñadores que no pueden admitir que sus productos tecnológicos no funcionen correctamente. El último ejemplo es un informe publicado el miércoles 8 de enero por la organización sin ánimo de lucro AI Forensics, que revela los fallos de la moderación de Meta para combatir la difusión de contenidos pornográficos.

El movimiento de Zuckerberg enciende las alertas, al menos las mías

Sin embargo, los cambios radicales impuestos por Mark Zuckerberg, ya sea por ideología o por cobardía política y financiera, envían una señal clara: hay vía libre para atacar a los grupos minoritarios, y Meta incluso allanará esa vía.

 

Traducción de Miguel López

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