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Quince años de desafección ciudadana hacia la política: cómo empezó todo y quién es el gran beneficiado

Montana es ahora la llave para controlar la Casa Blanca desde el Senado y tanto Harris como Trump lo saben

Fotomontaje sobre las elecciones norteamericanas.

Alexis Buisson (Mediapart)

Helena (Montana, Estados Unidos) —

“Debo admitir que me pone un poco nervioso ver a tanta gente entre todas estas herramientas”, admite Hans McPherson. En esta bonita tarde de octubre, este agricultor de Stevensville, un pueblo de 2.000 habitantes perdido en las doradas colinas del oeste de Montana, recibía en el gran taller de su granja a un centenar de personas que habían acudido a apoyar al senador demócrata del Estado, Jon Tester, que se presenta a la reelección.

Tester, también granjero, maravillado por la larga fosa que se extiende bajo el camión aparcado a su lado, es sin duda uno de los políticos más importantes de Estados Unidos en este momento: sobre sus anchos hombros descansa la mayoría demócrata en el Senado y, con ella, el margen de maniobra de la próxima presidencia. “Somos la campaña más atacada del país, en gran parte por gente que no vive en Montana”, dijo a su audiencia.

Ensombrecido por las elecciones presidenciales, el control del Senado es otro de los grandes asuntos en juego el 5 de noviembre. De momento, los demócratas tienen una mayoría muy ajustada: 51 escaños contra 49. El partido no puede permitirse ceder ni uno. El problema es que el mapa electoral le es muy desfavorable. Los demócratas tienen que defender 23 de los 34 escaños en juego.

La izquierda ya tiene garantizada la pérdida de Virginia Occidental, un Estado muy favorable a Trump, cuyo senador demócrata, Joe Manchin, intuyendo que las tornas cambian, ha anunciado su retirada. Montana, donde Jon Tester es uno de los últimos miembros del partido en representar a un territorio rural mayoritariamente republicano, podría ser el segundo Estado en perder un escaño demócrata: Trump obtuvo allí el 57% de los votos en 2020.

Sin mayoría en el Senado, una presidenta Kamala Harris tendría más dificultades para aplicar su programa, en particular la restauración por ley del derecho al aborto a nivel federal. Y si ganara Donald Trump, los demócratas se verían privados de un importante contrapeso al multimillonario.

El reto del voto diferenciado

Jon Tester, de 68 años, no ha dicho aún su última palabra. Elegido y reelegido cada seis años desde 2006, es una figura política bien conocida en ese Estado poco poblado (1,1 millones de habitantes), donde las relaciones priman desde hace tiempo sobre las etiquetas partidistas. Ha decidido centrar su campaña en cuestiones locales –acceso a la sanidad en zonas rurales, preservación del dominio público, muy importante en este Estado cazador, pescador y ganadero– en vez de en temas federales polarizantes como la inmigración o la causa trans.

Hasta la fecha, es uno de los pocos demócratas que no ha dado su apoyo a Kamala Harris. Ni siquiera asistió a su nominación en la Convención Nacional Demócrata celebrada en Chicago en agosto, argumentando que tenía que cuidar de su granja y asistir a un acto de recaudación de fondos con el bajista de la banda de rock Pearl Jam.

Por encima de todo, Tester, a quien le gusta señalar que procede de cuatro generaciones de granjeros de Montana y que perdió tres dedos en una picadora de carne, se presenta como el garante del “verdadero” Montana, frente a su oponente republicano Tim Sheehy, un hombre de negocios millonario de 37 años y ex militar nacido en Minnesota.

El objetivo de Tester es fomentar el “ticket splitting”, la práctica de elegir candidatos de partidos políticos opuestos para los distintos puestos de la papeleta electoral (republicano para la Casa Blanca, demócrata para el Senado y para gobernador, por ejemplo).

Nuevas poblaciones

Esa es precisamente la intención de Mark Barner. Con una gorra de “Trump 2024” en la cabeza, este octogenario pasea a su perro por las calles de Belgrado, una pequeña ciudad del oeste de Montana sobrevolada de vez en cuando por aviones militares. Tim Sheehy, el candidato republicano, fundó allí en 2014 una empresa especializada en la extinción aérea de incendios. “Me gusta la franqueza de Donald Trump, pero no creo que Sheehy encaje con los valores de Montana. Tiene mucho dinero, no permite que la gente cace en su rancho... No nos entiende”.

Un poco más allá, Klyde Anderson está ocupado reparando su coche. “No he votado en unas elecciones presidenciales desde Nixon. Los políticos son unos ladrones. Pero votaré a Tester porque es un buen tipo. Además, es de aquí. Sheehy quiere reservar su propiedad para sus amigos ricos cazadores. ¿A qué viene todo esto?”

El perfil de Klyde, orgulloso descendiente de “cinco generaciones” de montaneses, está sin embargo desapareciendo. Con la pandemia se han asentaron nuevas poblaciones en este Estado de vastos espacios naturales, donde las restricciones sanitarias eran prácticamente inexistentes. La serie Yellowstone, rodada en Montana, también ha tenido algo que ver. Se la ha acusado de atraer a personas adineradas, despectivamente apodadas out of staters” (forasteros), que tienen poco respeto por el dominio público y son responsables de la subida de los precios inmobiliarios.

Tester lleva en el cargo desde 2006. Es hora de traer sangre nueva y elegir a alguien que esté en sintonía con el color político de Montana

Un votante de Montana

Hoy, la mitad de la población del "Estado del Tesoro” no es de allí, señala Jeremy Johnson, profesor de Ciencias Políticas del Carroll College, una universidad de Helena, la capital. “Muchos políticos no han nacido aquí, como nuestro gobernador, Greg Gianforte, que es californiano. Eso demuestra que el electorado no es necesariamente sensible a las raíces locales que reivindica Jon Tester”. Otro problema para el senador saliente es que la mayoría de los recién llegados son conservadores. No le conocen y no son proclives a votar demócrata en esta época de polarización.

Situado al norte de Belgrado, junto a una vía férrea utilizada por interminables trenes de mercancías, Manhattan es uno de esos pequeños pueblos que han visto crecer su población. Además de una armería, la calle principal cuenta ahora con un estudio de yoga y cafeterías de moda. El residente Matt Michaels votará a todos los candidatos republicanos de la papeleta. “Tester lleva en el cargo desde 2006. Es hora de traer sangre nueva y elegir a alguien que esté en sintonía con el color político de Montana. Tim Sheehy no es de aquí, pero se ha integrado donando dinero al hospital local y apoyando a los veteranos, que son muchos en la zona”, afirma.

El candidato trumpista está lejos de llevar una campaña modélica. Además de negarse a todas las entrevistas, se refirió a una tribu local como “indios borrachos” en una grabación (él insiste en que sus palabras fueron manipuladas). El electorado autóctono representa a varias decenas de miles de personas, suficientes para marcar la diferencia en unas elecciones reñidas.

No puedo votar a un partido que se ha vuelto demasiado extremista en el tema del aborto

Una votante republicana de Montana

The York Times también cuestionó recientemente las circunstancias de una herida de bala en el brazo del candidato republicano. Afirma que fue durante una misión en Afganistán, pero el periódico sostiene, basándose en testimonios presenciales, que se debió a un disparo accidental de un revólver durante una excursión a un parque nacional.

El demócrata, que recaudó la friolera de 32 millones de dólares en el tercer trimestre, espera beneficiarse de un referéndum que se celebra al mismo tiempo que las elecciones de noviembre para incluir el acceso al aborto en la Constitución de Montana. El Estado es uno de los diez en los que esta delicada cuestión se somete a la aprobación popular. Este tipo de consultas puede crear una oleada de movilización entre las mujeres –especialmente las estudiantes de las ciudades universitarias occidentales de Bozeman y Missoula– a favor de los demócratas.

En Helena, bastión de la izquierda, pueden verse numerosos carteles de Tester en el césped y las ventanas de las casas. Sandy Mitchell, de 78 años, se describe como “republicana de toda la vida”, pero votará por él. “No puedo votar a un partido que se ha vuelto demasiado extremista en la cuestión del aborto. La decisión de tener un bebé debe tomarla solo la mujer, no los líderes políticos”, subraya. “Y Donald Trump es un hombre detestable”.

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Al final de la calle se concentraban unas cien personas en la escalinata del Capitolio, el parlamento del Estado, en cuyo césped había una placa con los Diez Mandamientos: eran antiabortistas que habían venido a pedir el “no” en el referéndum. “Esta consulta aumentará sin duda las posibilidades de éxito de Jon Teste”, lamenta Steve Knapp, con quien hablamos en el mitin. “¡Esto va a estar reñido!”

 

Traducción de Miguel López

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