Queda en libertad Georges Abdallah, el preso político más antiguo de Europa

Mathieu Dejean (Mediapart)

"O le liberan o le condenan a muerte. Ahora tienen que decidir”. Son las palabras que Jean-Louis Chalanset, abogado de Georges Ibrahim Abdallah, pronunció en su intervención ante el Tribunal de Apelación de París el pasado 19 de junio. El fiscal general y el abogado de los Estados Unidos, que se habían constituido en parte civil, acababan de indicar, en una sesión a puerta cerrada, que el militante comunista libanés no podía salir de prisión debido a su falta de “arrepentimiento”.

Una vez más, el letrado Chalanset salió de la audiencia con una mezcla de ira y fatalismo. “He recordado al tribunal que en el derecho francés no existe el arrepentimiento. En Francia reina un imperialismo judicial en lo que respecta a la participación de Estados Unidos en este caso”, se burlaba el abogado, que entonces decía “no adelantarse” al resultado del caso.

El 17 de julio por la mañana, su estado de ánimo era muy diferente. Tras una breve audiencia, se tomó finalmente una decisión: Georges Ibrahim Abdallah “queda en libertad condicional a partir del 25 de julio, con la condición de abandonar el territorio nacional y no volver a regresar”, según la sentencia dictada. El militante comunista queda así en libertad y abandonará el territorio para viajar a Líbano en una semana.

“Estoy emocionado. Es una victoria política contra Estados Unidos, que escribió al tribunal de París para que no fuera liberado, al igual que hicieron todos los presidentes de la República Francesa, desde Jacques Chirac hasta Macron. La justicia va más allá de la política, por lo que también es una victoria de la justicia francesa. Es una gran alegría para él”, declaró el abogado al término de la vista. “Si los israelíes lo asesinan en Beirut, como es posible que hagan, morirá libre como resistente, tal y como lo considera todo el pueblo libanés”, añadió.

Esta decisión pone fin a ocho meses de dudas y giros inesperados durante los cuales los partidarios de Abdallah, que se mantuvieron en constante movilización, vivieron todo un carrusel de emociones. “Estamos muy emocionados. Por fin ha caído esa ignominia jurídica y política. Ya era hora”, confesaba José Navarro, de camino con su compañero Daniel Larregola para visitar al preso en el centro penitenciario de Lannemezan (Altos Pirineos). Ambos fundaron hace quince años el comité de apoyo a Georges Ibrahim Abdallah.

Un caso más político que nunca

“Dadas las presiones políticas, teníamos que creer firmemente en la justicia de nuestro país. Es una decisión muy acertada”, reaccionó la diputada comunista Elsa Faucillon, que se dijo “muy feliz por Georges, muy feliz por lo que esto representa para su lucha, para la lucha de todos”. Así, según las palabras de Jean-Louis Chalanset, concluyen ocho meses de “mezquindad jurídica”, un caso que, a medida que se iban despejando los obstáculos legales para su liberación, se ha vuelto “más político que nunca”.

Georges Ibrahim Abdallah fue condenado a cadena perpetua por la justicia antiterrorista francesa en 1987 por complicidad en el asesinato de dos diplomáticos, uno estadounidense y otro israelí, en París en 1982: el teniente coronel Charles R. Ray y Yacov Barsimantov. La Fracción Armada Revolucionaria Libanesa (Farl), organización marxista que pretendía responder a la invasión del Líbano por Israel exportando la guerra a Europa, de la que Abdallah era cofundador, reivindicó ambos asesinatos.

He sufrido tantos reveses judiciales en este caso durante trece años que no tenía ninguna confianza

Pero se han demostrado desde entonces varias anomalías en su juicio. El primer abogado de Abdallah, Jean-Paul Mazurier, era en realidad un agente de los servicios secretos franceses. El entonces ministro del Interior, Charles Pasqua, y su secretario de Estado de Seguridad, Robert Pandraud, también acusaron injustamente a Abdallah y a sus hermanos de ser los autores de los seis atentados perpetrados en septiembre de 1986 en París. Además Estados Unidos, parte civil en este caso, intervino directamente en el proceso para impedir su liberación.

El carácter excepcional de su encarcelamiento es evidente. “He sufrido tantos reveses judiciales en este caso durante trece años que no tenía ninguna confianza”, confesaba Jean-Louis Chalanset el jueves por la mañana. Abdallah, que podía haber salido en libertad en 1999, presentó más de una decena de solicitudes de libertad, todas ellas denegadas.

Pero desde entonces, casi todos los militantes de extrema izquierda de su generación, encarcelados por motivos similares, han conseguido la libertad condicional. Hasta hoy, él seguía cumpliendo su 41º año en el centro penitenciario de Lannemezan. Finalmente, no superará al revolucionario Auguste Blanqui, apodado “el encerrado” por haber pasado cuarenta y tres años en prisión... en el siglo XIX.

En 2013, cuando fue aceptada la octava solicitud de libertad de Abdallah con la condición de que fuera expulsado del territorio francés, el entonces ministro del Interior, Manuel Valls, se negó a firmar la orden de expulsión. Recientemente asumía, en un artículo en Le Monde, su decisión política: “Lo mantengo en prisión voluntariamente, no era cuestión de que firmara la orden de expulsión. Lo hago por convicción. Informé de ello al presidente de la República [François Hollande, ndr], quien no me disuadió de hacerlo.”

Las presiones de Estados Unidos finalmente fracasaron

Esta vez han sido definitivamente eliminados todos los obstáculos. Ya era inequívoco el texto de treinta páginas dictado por los jueces el 15 de noviembre de 2024. Para motivar su decisión, coincidían en que cuarenta años de prisión “constituyen indiscutiblemente un plazo que permite garantizar la eficacia y el carácter ejemplar de la pena”. Le describían como “laico y comunista, lo que lo distingue de los miembros de organizaciones terroristas islamistas”. Y consideraban que el riesgo de reincidencia era “muy poco probable”.

Los magistrados concluyeron estimando su solicitud en los siguientes términos: “Si bien es legítimo cuestionarse el símbolo que Georges Ibrahim Abdallah representa para algunos, lo que representa hoy en día es sobre todo el símbolo de un hombre que lleva más de cuarenta años en prisión, un período que se ha vuelto desproporcionado en relación con los hechos cometidos y su peligrosidad actual.” Incluso Georges Kiejman, abogado de los Estados Unidos en el juicio de 1987, declaró en sus memorias escritas junto con Vanessa Schneider (L’homme qui voulait être aimé, El hombre que quería ser amado, edit. Grasset, 2021): “Georges Ibrahim Abdallah podría ser liberado. Siento por él un respeto que no tenía en aquella época.”

No es razonable exigir al condenado, que carece de recursos propios, que salde esta deuda durante el tiempo que dure su encarcelamiento

Pero el recurso presentado por la fiscalía francesa para anular esa sentencia y la obstinación de Estados Unidos en mantenerlo en un destierro absoluto y definitivo lo habían dejado todo en suspenso. En febrero, el tribunal de apelación y los Estados Unidos consideraron que el activista debía pagar, “en función de su capacidad contributiva, los daños y perjuicios que se le imputaban”, que se habían abordado “de manera sumaria durante el debate”. La decisión se aplazó hasta el 19 de junio para “permitir al condenado justificar en ese plazo un esfuerzo significativo”, según la sentencia.

A sus 74 años, en prisión, sin trabajo y, por lo tanto, sin ingresos, Abdallah habría tenido grandes dificultades para reunir los 250.000 euros que se le reclamaban. El 19 de junio, Jean-Louis Chalanset anunció a los jueces que había ahora a disposición de las partes civiles 16.000 euros en su cuenta de la prisión de Lannemezan. Pero tampoco eso sirvió de nada, ya que el recluso no había dicho explícitamente que ese dinero correspondía a Estados Unidos, sino que estaba “disponible”. “Es un pretexto de Estados Unidos”, espetó entonces Jean-Louis Chalanset.

En su sentencia del 17 de julio, el tribunal de apelación finalmente se rindió a la evidencia: si bien el abogado de los Estados Unidos “tiene derecho a reclamar el cobro de esta deuda, más los intereses de demora, no es razonable exigir al condenado, que carece de recursos propios, que salde esa deuda durante el tiempo que dure su encarcelamiento”.

Según quienes lo han visitado en los últimos meses en la sala de visitas, Abdallah se encuentra en buena forma física y mental. “Piensa más en las víctimas de los israelíes y los americanos que en sí mismo, ya que considera que, al fin y al cabo, su caso no es tan importante en comparación con los que mueren”, informaba Jean-Louis Chalanset el 19 de junio.

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No obstante, los partidarios del preso más antiguo relacionado con el conflicto en Oriente Medio siguen mostrándose cautelosos. La fiscalía tiene diez días para recurrir ante en Casación. Dado que el recurso no tiene carácter suspensivo, el abogado del activista se muestra confiado. “Cuando sea examinado por el Tribunal de Casación ya habrá abandonado Francia para irse al Líbano”, señala. Georges Ibrahim Abdallah será pues libre.

 

Traducción de Miguel López

"O le liberan o le condenan a muerte. Ahora tienen que decidir”. Son las palabras que Jean-Louis Chalanset, abogado de Georges Ibrahim Abdallah, pronunció en su intervención ante el Tribunal de Apelación de París el pasado 19 de junio. El fiscal general y el abogado de los Estados Unidos, que se habían constituido en parte civil, acababan de indicar, en una sesión a puerta cerrada, que el militante comunista libanés no podía salir de prisión debido a su falta de “arrepentimiento”.

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