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Cuento de Navidad

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Dickens habría hecho una auténtica fantasía de estas Navidades. Le habrían sobrado dos fantasmas para contar su famoso cuento de Navidad: el de las navidades pasadas y el de las futuras. Con el de las presentes tenía más que suficiente, se habría hecho el cuento entero viendo lo que nos hemos complicado la vida y lo que nos han complicado la vida para poder celebrar una cena y una comida.

Llegar hasta hoy ha sido una locura. A muchos les ha costado varias negociaciones familiares, reuniones por videollamada para exponer las posturas, varias broncas de pareja, cesiones, pruebas carísimas de covid-19 y largas esperas, en la calle, en el coche, en el tren. Todo para una cena y una comida. Y todo, porque el día de hoy se llama 25 y no 15. Y todo porque se apellida diciembre y no enero.

Sí, el fantasma de las presentes ha tenido para él solo toda una semana de tramas y subtramas, enredando a los actores principales con salvoconductos, restricciones, autorizaciones para poder entrar o salir. Lo tenía todo: el villano, el cómplice, los secundarios, el hada madrina y el pobre protagonista a punto de enloquecer porque cada día había una nueva norma que lo cambiaba todo. Las horas pasaban, la cena se acercaba y todavía no sabía con quién iba a cenar, dónde y qué. La intriga ha estado asegurada hasta el final. Incluso queda un último acto que, ése sí, ése nos va a sorprender a todos.

El fantasma de las navidades pasadas ha tenido amago de entrar en escena. Se le invocaba una y otra vez para explicar la locura de estos días, el afán por salir sí o sí fuera. Pero, muy inteligentemente, ha preferido mantenerse este año en un segundo plano, sin hacer mucho ruido. ¿Para qué? El de las futuras en cambio, simplemente se ha sentado a mirar cómo se desarrollaban los acontecimientos. Sabe que por mucho que hiciera, tenía la partida ganada. Las presentes van a tener un papel estelar, no este año, sino en los próximos. Durante mucho tiempo va a volver a las conversaciones y el recuerdo de todos los que nos ha tocado vivirlas así, sin ver a los nuestros. El fantasma de las navidades presentes se ha asegurado un papel principal en nuestras vidas. Pasarán años y no olvidaremos estos días.

Especialmente los camioneros, los que se han quedado atrapados en la frontera del Eurotúnel. Su fantasma se cumplió: querían llegar a casa por Navidad y les ha sido imposible. A ellos hoy les dedico hoy esta columna y mi recuerdo. Hemos hablado mucho de los sanitarios durante esta pandemia y poco de los que han logrado que ni en el peor de los momentos, cuando a todos nos entró una fiebre por comprar, nos faltara lo imprescindible, incluido el dichoso papel higiénico. Durante la pandemia hicieron kilómetros y kilómetros para llegar con todo. Y estas Navidades también. Cayendo en la ratonera que ha supuesto el cocktail del Brexit y la nueva variante británica del covid-19. Ellos han tenido su particular fantasma de las Navidades. Así que sólo deseo que vuelvan pronto a casa. Merecen descansar. ¿Al resto? Al resto Feliz Navidad. Primera prueba superada. Ya sólo queda el segundo round.

Dickens habría hecho una auténtica fantasía de estas Navidades. Le habrían sobrado dos fantasmas para contar su famoso cuento de Navidad: el de las navidades pasadas y el de las futuras. Con el de las presentes tenía más que suficiente, se habría hecho el cuento entero viendo lo que nos hemos complicado la vida y lo que nos han complicado la vida para poder celebrar una cena y una comida.

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