Un verano a la valenciana

El PP de Valencia es casi un espejo del PP de Madrid, salvo que en la capital no hay playa, lo que en este punto del verano marca la diferencia. Los escándalos por corrupción y malas prácticas jamás han sonrojado a sus dirigentes. Al contrario, resultan un impulso para reivindicar que la derecha puede chachullear a su antojo por derecho propio. Y que el tiempo todo lo cura como en el caso de Camps. Es como si Esperanza Aguirre saliera ahora a postularse como presidenta del PP madrileño, con la diferencia de que mientras a Ayuso sus votantes la veneran, a Mazón una parte le corre a gorrazos. 

Camps ha irrumpido como una serpiente de verano. “No tiene recorrido” dicen en Génova, donde consideran una boutade la pretensión de Camps de presentarse como candidato a presidente del PP Valenciano. El congreso autonómico que tocaba este año lo han dejado para el que viene, ya si eso. Después de quedar absuelto del último de sus pecados por la Audiencia Nacional y volver a ser gente de bien, busca una reparación pública por parte de su partido. 

El hombre que consideraba ‘amiguito del alma’ al Bigotes, con una condena de 18 años de prisión aunque desde el 2024 tiene concedido el segundo grado, respira aliviado pero no le basta. Quiere volver a brillar. Que le inviten a las regatas y a la profusión de saraos que organiza la comunidad valenciana, sus diputaciones y ayuntamientos para juntar a políticos y empresarios, como marca la tradición pepera. No se va a conformar, ansía foco y estos meses estivales lo va a tener. Todavía se le deben favores.  

La Gürtel suena muy lejana pero todavía huele a autobronceador naranja con aroma a coco. Una trama de corrupción que presume de ostentar el récord del sumario más voluminoso de la Audiencia Nacional, con ramificaciones que involucran al PP de Aznar de norte a sur. Por eso suena tan delirante cuando el ex presidente popular señala a Sánchez, sabiendo como sabemos todos que una parte de la boda de su hija en El Escorial la sufragó el entramado de Francisco Correa, que tuvo además el honor de ser testigo de Alejandro Agag, marido de la novia. Las buenas compañías que no faltan nunca. 

La Gürtel suena muy lejana pero todavía huele a autobronceador naranja con aroma a coco. Una trama de corrupción que presume de ostentar el récord del sumario más voluminoso de la Audiencia Nacional, con ramificaciones que involucran al PP de Aznar de norte a sur

El verano va a ser interesante en las altas esferas valencianas. Mazón, heredero natural de los empresarios valencianos condenados por la Gürtel, comparte lazos que le unen a Paco Camps. Aprovechando la reconstrucción de la DANA, está que lo tira repartiendo contratos a dedo a las empresas que gustosamente han estado financiando al PP. En beneficiar a los amigos es un gran experto. Anticorrupción investiga adjudicaciones fake de cuando presidía la Diputación de Alicante antes de dar el salto a la Generalitat. 

Ahora sigue igual, solo que con más presupuesto. ¿Por qué va a avergonzarse de otorgar millones a paladas sin concurso público mediante? Total, es responsable de no haber activado la alarma para advertir a la población valenciana de la DANA con un resultado de 228 fallecidos y no ha pasado nada. 

Solo un mes después ya había adjudicado a dedo más de 60 millones de euros a constructoras vinculadas a la financiación B del PP valenciano y la cifra ha ido subiendo sin pudor hasta hoy. Acaba de salir aparentemente reforzado del Congreso del PP que se celebró el pasado fin de semana. En Tellado, nuevo secretario general, ha tenido un aliado que defiende que la responsabilidad de las víctimas es del Gobierno Central. Ha salvado los presupuestos con VOX y su rival más próxima, la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, no acaba de tomar impulso. Julio y agosto se presentan como una oportunidad para Mazón de volver a socializar y de paso, enterrar las pretensiones de Camps, ahora que Génova le reconfirma su apoyo. 

El PP de Valencia es casi un espejo del PP de Madrid, salvo que en la capital no hay playa, lo que en este punto del verano marca la diferencia. Los escándalos por corrupción y malas prácticas jamás han sonrojado a sus dirigentes. Al contrario, resultan un impulso para reivindicar que la derecha puede chachullear a su antojo por derecho propio. Y que el tiempo todo lo cura como en el caso de Camps. Es como si Esperanza Aguirre saliera ahora a postularse como presidenta del PP madrileño, con la diferencia de que mientras a Ayuso sus votantes la veneran, a Mazón una parte le corre a gorrazos. 

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