Muy fan de...

Muy fan de... Jordi Pujol

Desde el misterio de la santísima Trinidad –“tres personas distintas y un solo Dios verdadero”–, tan difícil de comprender para la limitada mente humana, no nos habíamos enfrentado a nada parecido, hasta toparnos con tu misterio, Jordi: “Tres versiones distintas –sobre tu dinero sin declarar– y una sola verdad verdadera“ que estamos esperando conocer, pero nada, res de res. Tú sí que sabes mantener el suspense, Jordi, qué tío. Muy fan.

Todo comenzó –para nosotros, pobres ignorantes– un 25 de julio. Tu confesión removió los cimientos de esa honorabilidad que muchos, rivales políticos incluidos, te presuponían. Pedías perdón por haberte despistado, unos 34 años de nada, en declarar a Hacienda un pastón que tenías en el extranjero. Lo típico, lo vas dejando, lo vas dejando, y se te va el santo al cielo… y la pasta a la butxaca.

Aquel pasturrial indeterminado –no aclarabas cuánto tenías ni dónde lo guardabas– era fruto de una herencia de tu padre a repartir entre tus siete hijos y tu esposa. Ay, los abuelos y sus paguillas del domingo pa' los nietos, qué generosos siempre.

Tu conciencia y tu cargo te empujaban a rechazar la última voluntad de tu padre, ¡atrás! –diría El Cigala–, pero claro, pensando en el futuro de tus churumbeles, está la vida muy achuchá para las familias numerosas, le encargaste a una persona de confianza que lo gestionara hasta la mayoría de edad de tus hijos.

La noticia de aquel dinero tan bien escondido durante años emergía como un géiser de lodo –por no decir de caca, yo no soy Rafael Hernando–, arruinando el vestuario impecable de tan honorable estirpe y eso, como padre y esposo entregado que eres, te dolía en las entrañas.

Así que decidiste confesar el lapsus, te declaraste único responsable del despiste, pediste perdón –suponiendo, supongo, que con eso no hacía falta nada más– y te despediste a lo Porky: “Esto es todo amigos”.

¡Cómo tendrías de claro que con tu confesión zanjabas el asunto, que te plantaste en el Parlament a regañar a los diputados en plena hora de la siesta! Yo estuve a puntito de mandarte un sms para pedirte perdón… Te personaste allí con esa autoridad teñida de soberbia de quien cree que quien mandó siempre manda, que el que tuvo retuvo, aunque Hacienda no le retuviera.

Apuesto a que aquella noche, en la cocina, mientras te comías un par de rodajas de butifarra antes de la cena, comentaste con Marta lo bien que habías puesto punto en boca a esos jovenzuelos en el Parlament y lo brillante que habías estado en el momento crucial: “como agite las ramas se va a liar parda”.

Pero no, aquí no hubo paz y después gloria, la gloria de la que gozabas como “hombre de Estado” se esfumó en el éter. Tu imagen cambió radicalmente ante la opinión pública, te hiciste un Renee Zelweger sin pasar por quirófano.Y si antes te bañabas en la admiración de las multitudes, ahora te persiguen las pitadas, los insultos y las pancartas escritas con rotuladores de punta gorda y gorda decepción. ¿Tú también Brutus? ¡Non fotis!

Ha llegado el momento de sentarte frente al juez y aclarar esta historia donde corresponde, en sede judicial. Esta semana te vimos declarar sobre lo no declarado. Y en algunos puntos, Jordi, has dado hasta una tercera versión de los hechos. Misteri total.

–Si en tu confesión era “herencia” y en el Parlament “ahora herencia, ahora legado”, ante el juez dijiste que era “legado” y punto. Hasta corregiste al intérprete por decir “herencia”, aún le estarán temblando las canillas al pobre.

–Si en tu confesión te definías como único responsable, ahora le dices a la juez que tú estabas a por uvas, que nunca quisiste saber nada del dinero ni de dónde estaba. Te faltó añadir que el níquel de las monedas te da alergia, te habría quedado niquelao.

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–Si en tu confesión decías que ocultaste aquella fortuna porque no encontraste el momento adecuado, ante el juez dijiste que no revelaste tu patrimonio por miedo a que dañara tu imagen. Coquetuelo…

No entregaste documentos y dejaste más dudas que certezas en tu comparecencia. Entre lo que tú dijiste y lo que Marta calló, nos quedamos más o menos como estábamos, sin saber dónde está la pasta, como la mosca ¿aquí o aquí?

A veces, cuando trato de interpretar alguna realidad que no acierto a comprender, me vienen a la cabeza, como revelaciones, las letras de ciertas canciones, en plan niño del Sexto sentido. Y al ver tu declaración ante el juez, me acordé de Lía, aquella canción que hizo famosa Ana Belén y que podría poner letra a la melodía desencadenada de lo tuyo y los tuyos. ♪ “Lías telarañas que enmarañan mi razón (…) entre lío y lío, lía, lía…” ♪ No nos líes más, anda, está el paisanaje bastante harto ya de que líen ♪la parte de sus sesos que manda en su corazón♪.

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