La acción popular: ni suprimirla ni descafeinarla José Antonio Martín Pallín

A mi juicio, cuesta mucho entender la situación político-social de nuestro país en estos momentos si no se tienen en consideración los tres elementos que titulan este artículo extraído en parte de una antigua película de tintes dramáticos, por cierto.
Por un lado, los datos económicos que pueden ser calificados de manera objetiva como extraordinarios. No ha habido ni un solo momento en nuestra historia democrática en que España fuera el país que más crece en el mundo: La Eurozona lo sitúa en un +0,8% en 2024. España tiene una previsión de crecimiento del 3,0%. Finalmente ha sido un 3,2%. Francia un 1,1%, Italia un 0,7% y Alemania un -0,1%; llevamos tres años liderando el crecimiento del PIB a nivel europeo; de hecho, del PIB total de la UE España aporta 0,31 puntos, frente a Francia con un 0,21, Italia con un 0,1 o Alemania con un -0,03; España ha reducido el déficit del 10,1% en la pandemia al 3,6% en el último año. Ha disminuido en 2/3 en menos de 5 años. Francia está en el 5,50%. Italia en el 7,2%; en términos de empleo, la tasa de ocupación es la más alta de la serie histórica, el 67,5%. Nunca ha habido tanta gente trabajando en España; la tasa de desempleo cae por debajo del 11%, en concreto el 10,6%. La más baja en 16 años, estamos a niveles del segundo trimestre de 2008; el salario mínimo ha crecido un 54% y las pensiones se incrementan por ley en función del aumento del IPC por mandato legislativo, y solo en los dos últimos años han crecido las no contributivas en más de un 12%.
Este cúmulo de datos refleja una situación económica que en lo macro y en lo micro deja perplejos a propios y extraños (véase a la mismísima OCDE rectificando periódicamente la previsión de crecimiento de nuestro país siempre al alza, así como las reiteradas loas de la prensa económica mundial), y describen un escenario soñado como resultado de gestión de cualquier gobierno (recordemos el sueño inalcanzado de Rajoy de lograr los 20 millones de personas trabajando), pero no parecen estar calando como un éxito de la mayoría social a la que se deben, o al menos eso pretenden hacernos creer.
Aun en la era de las desinformaciones, las mentiras y los bulos, no deja de ser asombrosa la sensación de cierta inestabilidad económica y de falta de expectativas
Aun en la era de las desinformaciones, las mentiras y los bulos, no deja de ser asombrosa la sensación de cierta inestabilidad económica y de falta de expectativas que describen sin reparo tantas cabeceras de comunicación y repite hasta la extenuación una oposición política a la derecha que no para de mirar el dedo cuando el país encara la luna. Cuesta mucho asistir al despropósito democrático de que, en días y semanas de intensas negociaciones relativas a las pensiones, a las ayudas al transporte, a los desahucios o a la reconstrucción de Valencia tras la Dana, resulte que el Partido Popular, mayoritario en el congreso, no sea capaz de poner sobre la mesa alguna propuesta alternativa alineada con sus objetivos, que deberían ser la defensa de lo común. ¿Quieren subir las pensiones o no? ¿Están en contra de abaratar el transporte público? ¿Quieren desahuciar a las personas vulnerables? Resulta relativamente simple resolver estas incógnitas, especialmente porque tenemos la experiencia de sus años de gobierno previos que no solo exhibían datos infinitamente peores a los del actual, sino que describían una intención política e ideológica claramente dirigida a la representación de las elites económicas y sociales.
Y claro, para culminar este escenario de tintes cinematográficos, no nos faltan las cintas de vídeos filtradas sin pudor en las que aparecen juicios, declaraciones, demandas, querellas, interrogatorios indignos propios de épocas pasadas, volcados de móviles y excarcelación de presos comunes con el objetivo de distraernos en una especie de sombras chinescas que alejen el debate de los datos económicos y sociales y de sus consecuencias, y especialmente de la necesidad de exigir que la riqueza que reflejan se reparta y sostenga el bienestar que nos merecemos.
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María José Landaburu es doctora en Derecho y experta en Derecho laboral y autoempleo.
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Manuel Altozano¡Hola, !
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