La querella de 'Mongolia' contra Abogados Cristianos y el octavo mandamiento

Dario Adanti

Ya es público que desde la revista Mongolia nos hemos querellado contra la Fundación Española de Abogados Cristianos y su presidenta Polonia Castellanos. La querella en cuestión, presentada en los juzgados de Mataró, es por denuncias falsas, delito que conlleva una pena de entre seis meses y dos años de prisión. 

Y lo hemos hecho gracias a una campaña de micromecenazgo que nos ha permitido afrontar el gasto que implica gracias a más de 1.600 mecenas que la han hecho posible y con la que pretendemos pararle los pies a este grupo ultrarreligioso que utiliza la justicia para imponer su censura a todos los que osamos cuestionar sus ideas, aprovechándose de un anacronismo de nuestro código penal –el artículo 525 que castiga la ofensa a los sentimientos religiosos– que sobrevive al paso del tiempo a pesar de que gran parte de la esfera jurídica lo considera de difícil –por no decir imposible– encaje con el derecho a la libertad de expresión garantizado en nuestra Constitución. 

Hacía ya muchos meses que nuestro abogado venía estudiando el tema y redactando la querella y a finales de diciembre ya estaba en manos de la procuradora a la espera de que pasaran las vacaciones judiciales de las fiestas navideñas para que la presentara en los juzgados. Y así fue. Y coincidió con la noticia de la querella presentada por Abogados Cristianos por la ya célebre estampita de la vaca de Grand Prix de Lalachus en las campanadas de Nochevieja de TVE. Lalachus es una más de una larga lista de los que hemos terminado en los juzgados por alguna querella de esta asociación ultracatólica. Incluso corre el chiste entre algunos cómicos de que no eres realmente un cómico hasta que no te meten una querella los Abogados Cristianos.

Ya sabemos que Abogados Cristianos se promociona como defensora de la fe y los valores cristianos frente a aquellos que, según su relato, quieren –queremos– destruirla. Sin embargo, en todos estos años no se han querellado contra ningún sacerdote pedófilo: casi medio millón de víctimas según el informe que dio a conocer el Defensor del Pueblo. No han llevado ante la justicia a ninguno de aquellos miembros de la iglesia acusados de violar a menores de edad, algo que, a todas luces, destruye la fe en la iglesia que pretenden defender. Pero sí se querellan contra todo aquel que haga un chiste, una parodia, una gracia o un comentario irónico sobre el cristianismo o su iconografía. Pero, sobre todo, lo hacen si el creador en cuestión –sea artista, cómica, programa de radio, de televisión o una revista satírica– es identificado por ellos como parte de la izquierda o el progresismo. 

Alguna vez alguien argumentó que el delito de ofensa a los sentimientos religiosos pretende garantizar el derecho constitucional de la libertad religiosa. Está claro que el cristianismo es la religión más numerosa del planeta y es mayoritaria en España, es absurdo pensar que está en peligro por un chiste, una gracia o un fotomontaje, y no se sabe de nadie que se haya visto impedido de profesar su fe cristiana por un chiste, una gracia o un collage en una red social, un programa de radio o en la portada de una revista satírica. De hecho, es probable que la mayoría de los creyentes indignados ni siquiera supieran de la existencia del chiste en cuestión hasta que la Fundación Española de Abogados Cristianos hace público que se ha querellado contra el autor del mismo y difunde la herejía que es replicada en todos esos medios afines que le siguen el juego porque viven de agitar la indignación de los sectores más reaccionarios. 

Abogados Cristianos es especialista en difundir infamias en sus comunicados de prensa, su web y en sus redes sociales sobre aquellos contra los que se querella

Aunque la mayoría de las veces las querellas son archivadas por parte de los jueces, para cualquier artista, cómico o dibujante el tener que defenderse implica un gasto económico en abogados y procuradores y, en el caso de recurrir la sentencia –como suelen hacer– el juicio y el gasto se alarga en el tiempo logrando así lo que pretenden: que muchos terminen por autocensurarse para evitar el tener que asumir una vez más el gasto y el desgaste de defender su derecho a expresar y crear libremente en los juzgados. Por no hablar del machaque emocional, porque sus querellas siempre van acompañadas de campañas de acoso en redes sociales en las que el señalado se ve interpelado y amenazado por cientos de usuarios ultraderechistas que llegan, incluso, como en mi caso, a difundir fotos tuyas llamando a que alguien te dé una buena lección si se te cruza por la calle. 

Aunque pierdan en los tribunales, Abogados Cristianos terminan ganando porque el efecto disuasorio ya está en marcha. Para ellos, el Código Penal es la excusa que les permite hacer público que te han señalado. Lo sabes tú y lo sabe la jauría que alientan contra ti desde sus redes sociales.  

La querella que Abogados Cristianos presentó contra nosotros por la portada de Mongolia de diciembre del 2022 ya ha sido archivada, entendiendo el juez que no había ofensa a los sentimientos religiosos ni delito alguno, y que era parte de nuestro derecho constitucional a expresar libremente nuestras ideas u opiniones sobre temas como la fe, la religión, Dios o la navidad. 

Alguien podrá pensar que nuestra querella por acusación falsa es más un gesto que algo que pueda tener recorrido legal. ¿Cómo comprobar si se sintieron ofendidos o no en sus sentimientos a la hora de querellarse contra nosotros por nuestra portada? Ese es uno de los problemas del artículo en cuestión, la imposibilidad de comprobar la veracidad de un sentimiento. Nosotros y nuestro abogado creemos que sí, que tiene recorrido y que puede servir para pararle los pies a esta asociación ultra que instrumentaliza la justicia para imponer su propia censura. Y lo creemos porque Abogados Cristianos es especialista en difundir infamias en sus comunicados de prensa, su web y en sus redes sociales sobre aquellos contra los que se querella, infamias que no forman parte de la querella en sí porque son mentiras burdas que sólo buscan alentar a esa jauría para que te ataque en las redes. Infamias que luego no incluye en sus querellas porque sabe que son eso, mentiras. Pero ahí quedan. 

En nuestro caso, nos acusó de estar subvencionados por el Gobierno, lo que es falso y, peor aún, de ser un instrumento de blanqueo de capitales, algo realmente grave que no podíamos dejar pasar porque tan temeraria acusación sí figura en su querella contra Revista Mongolia. Y eso sí que son acusaciones falsas muy comprobables, mucho más que si sus sentimientos han sido heridos o no por nuestro simpático belén de la portada de diciembre del 2022. 

La Fundación Española de Abogados Cristianos y su presidenta Polonia Castellanos no cumplen con el octavo mandamiento, aquel que ordena no levantar falso testimonio ni mentir. Y lo hacen a sabiendas y de forma sistemática. 

A nosotros nos da igual, porque como no somos creyentes, no creemos en los mandamientos de ningún Dios, pero da la casualidad de que, en este caso, en el de nuestra querella contra Abogados Cristianos, coincide un delito de nuestro Código Penal con uno de los peores pecados de la fe que dicen defender: el no cumplir con uno de sus diez mandamientos fundamentales. 

No sé si confesarán su pecado o no, ni me interesa saberlo, pero por lo que atañe al delito, nos veremos pronto en los juzgados.

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Darío Adanti es humorista gráfico y editor de la revista Mongolia.

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