60 aniversario del Contubernio de Múnich, el verdadero final de la Guerra Civil

Francisco Aldecoa Luzárraga, presidente del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo, en la conmemoración del 60 aniversario del Contubernio de Múnich.

Hace 60 años que Salvador de Madariaga anunciaba el “fin” de la Guerra Civil Española en el IV Congreso del Movimiento Europeo, más conocido como Contubernio de Múnich, según la terminología franquista de la época”. Esta reunión, que se produjo el 6 de junio de 1962, congregó a la oposición al régimen franquista tanto en España como en el extranjero.

El Ateneo de Madrid ha acogido este lunes la conmemoración de este hito histórico, que ha contado con la presencia del secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez, el presidente del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo, Francisco Aldecoa Luzárraga, y Carlos Bru Purón, asistente al contubernio, entre otros.

Como ha afirmado el periodista Miguel Ángel Aguilar, conductor del evento, se trata de un hecho histórico clave porque se trató de la primera vez que “de manera pública vencedores y vencidos”, los del exilio y los del interior, se dieron la mano. Han recordado la célebre frase de Madariaga que describía a los asistentes como “aquellos que han perdido la tierra para conservar la libertad y aquellos que perdieron la libertad para conservar la tierra”. 

Carlos Bru Purón, testigo directo, ha descrito aquella reunión como “la antesala de la Transición en España”. Julio Jáuregui Alonso, que también estuvo en Múnich, ha afirmado que “tanto la oposición asentada en la península como la del exilio dieron un paso en la fraternidad buscando el futuro de la nación”, logrando un texto suscrito unánimemente que pareció olvidar las diferencias entre todos ellos para “caminar hacia la libertad”. 

En esta oposición se incluían a monárquicos liberales, republicanos, socialistas o nacionalistas vascos y catalanes, entre otros. Eran evidentes sus discrepancias políticas, pero en la resolución final, según ha subrado Bru, fueron capaces de “ceder ante sus diferencias”. Se olvidaron de sus intereses individuales para tratar de lograr un consenso que respondiera a las necesidades de España: acabar con el régimen totalitario. 

Este encuentro es “el comienzo de la reconciliación de los bandos después de la guerra civil”, según ha asegurado Francisco Aldecoa Luzárraga, presidente del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo. Los delegados de los diferentes grupos de la oposición tuvieron dificultades para llegar a un acuerdo, ya que era evidente que existían diferentes ideas sobre cómo tenía que ser la España democrática. Partiendo de posiciones diferentes coincidieron en que el futuro del país debía ser la transición a un sistema democrático. Por ello, a pesar de esta polarización, llegaron a posiciones intermedias en varios asuntos. Por ejemplo, Guillermo García Crespo, historiador y autor del libro El precio de Europa, ha recalcado que estos grupos fueron capaces de reflejar la realidad nacional española con el “reconocimiento de la personalidad de las distintas comunidades naturales”, lo que en un futuro se materializaría en los diferentes estatutos de autonomía. 

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“La reconciliación tenía que ser el eje de la convivencia, y Europa era un paso para el avance de España”, ha asegurado María José Álvarez de Miranda, hija de Fernando Álvarez de Miranda, otro de los personajes históricos asistentes a Múnich. 

La reunión no tuvo una buena acogida en la España franquista. Todo lo contrario. La prensa española, según recuerda Bru, tachaba a los asistentes de “hijos del Anticristo”. Muchos de los participantes fueron enviados desterrados a las Islas Canarias, mientras que a otros no se les permitió volver a España, y sus familias sufrieron amenazas e insultos. Al régimen no le preocupaba ser criticado desde el exilio, lo que le podía perjudicar eran las críticas que venían del interior. Personas que habían luchado en el bando nacional en la Guerra Civil, subrayaban, se habían reunido con la oposición para tratar de dinamitar el régimen salido de la cruzada. Según ha explicado García Crespo, el franquismo no podía permitirse que esta reunión fuera vista como una unión entre vencedores y vencidos, porque esta rivalidad imposible de superar era la base del régimen. 

En definitiva, esta reunión ha sido considerada en los libros de Historia como el inicio remoto de la democratización en España. Esta “reconciliación” impulsada por la oposición al régimen abrió el camino a un cambio pacífico entre todas las fuerzas políticas.

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